Albarracín es un sueño, encaramado en la sierra, con enorme alcazaba, casas colgadas tipo Cuenca, color rojo de adobe, hierro y madera en ventanas y balcones, torre con alicatados mudéjares, río y álamos, paseos en cuesta, claro. Es un monumento al buen gusto, ahora que estamos recién regresados de Italia, es como una Cortona o un Montepulciano ibérico. El hotel también es precioso.
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