Día 12 miércoles, una pesadilla de viaje.
El vuelo desde Sevilla salió en hora, sobre las 11,30 y todo bien hasta que nos estábamos aproximando para aterrizar en el aeropuerto de Gando, entonces y de repente elevó el morro y ascendió siguiendo hacia el oeste, poco después el comandante nos informó de que no había podido aterrizar debido al viento racheado y entonces íbamos a aterrizar en el aeropuerto de Tenerife norte y a los pocos minutos aterrizamos. ¡Horror! El pasaje se portó muy bien, nada de gritos, nada de malos modos, algunas personas se acercaron a la auxiliar de vuelo para preguntar cuanto tiempo estaríamos allí, pero ella lo desconocía.
La puerta delantera al menos estaba abierta y eso me ayudó a no entrar en pánico, al pasar para el baño le dije a la otra azafata, que estaba en un segundo plano con respecto a la auxiliar de vuelo, que era la que daba la cara, que tenía claustrofobia y me contestó que todos estábamos igual, algo completamente falso, todos no tienen claustrofobia. Al rato nos informa el comandante que en cuanto los avisen de que las condiciones han cambiado en Gando, volveremos a intentar el aterrizaje y en caso contrario seguiríamos a Sevilla.
A nosotros no nos parece mal, pero hay muchos canarios en el avión que prefieren quedarse en Tenerife y no arriesgarse por si acaban en Sevilla de nuevo. Y de esta manera les dan opción de bajarse del avión. Lo hacen bastantes. Después de tres horas dentro del avión despegamos rumbo a Las Palmas de nuevo y esta vez sí conseguimos aterrizar, aplausos a la tripulación (una de las azafatas se lo merecía, la otra francamente no). Eran las 6 de la tarde.
El segundo reto del día, encontrar el coche de alquiler. No fue fácil, estaba bastante lejos de la terminal y por un camino muy dificultoso, el coche un Citroen C3, que se portó bastante bien teniendo en cuenta las infames carreteras a las que tuvo que enfrentarse.
No tardamos mucho en llegar al hotel, situado en el filo de la caldera de Bandama, con la vista de la caldera y dentro del campo de golf más antiguo de España, Real Club de golf de Las Palmas fundado por ingleses en1891. Para acceder al hotel, delante del edificio del club de golf hay unas escaleras que bajan hasta una rampa y otras escaleras que llegan al nivel del borde de la caldera de Bandama, esta caldera es un cráter volcánico que se ha formado por erosión, es circular, cosa no muy común en Gran Canaria y en el fondo hay una casa.
El camino con las maletas no es muy cómodo porque es de tierra y las ruedas se atascan y les cuesta andar, Llegamos a la puerta del hotel y está cerrada, cosa que ya sabíamos. Por teléfono nos dieron una contraseña tanto para la entrada como para la habitación, que da al campo de golf. En la habitación hay dos botellines de agua de cortesía.
Deshacemos maletas y nos vamos a cenar porque va a ser nuestra comida con fundamento del día, aparte del desayuno en casa, hemos ingerido dos barritas energéticas, un café en el aeropuerto y agua en todo el día. El restaurante es el del golf, que tiene unas instalaciones muy bonitas, un comedor interior y una terraza cubierta que es donde cenamos, por cierto, de maravilla. Camarera muy agradable y muy simpática. Hay que cenar antes de las ocho porque a las ocho cierran, cosa que nos encanta porque se adapta a nuestro horario y además hoy tenemos mucha hambre. Cenamos unos calamares saharianos increíbles, unas vueltas de solomillo de ternera con ajos y un timbal de verduras con queso de cabra. Todo buenísimo.
Día 13 jueves. Arucas, Teror, Artenara y Tejeda
El jueves empezó regular el día. No había agua por la mañana por una avería, esperamos en la habitación y llegó a las ocho. Desayuno rápido y nos vamos, hoy tenemos un día de bastante ajetreo porque vamos a hacer la montaña del norte.
Primero a Arucas que tiene una iglesia neogótica imponente de piedra volcánica negra, dos torres con chapiteles, portadas con rosetones y arquivoltas, dedicada a San Juan Bautista.
En una plaza muy bonita. En Arucas hay muchas flores, hace un día agradable, las casas en el centro son de bajo y primera planta con molduras en los balcones, en las fachadas blanco o colores como rojos, rosas, verdes y amarillos que hacen destacar las molduras de piedra oscura. Los balcones a ras de fachada, con contraventanas por dentro y pintados de blanco o marrón. Hay casas del XVII, XVIII y XIX, algunas con corredores de hierro estrechos y rejas en los balcones.
El edificio del ayuntamiento es de 1875. Tiene balcones con arcos de medio punto. También vemos algún balcón de madera techado típico de las islas. No nos quedamos mucho tiempo en Arucas porque tenemos que seguir a Teror.
Teror es una maravilla, aquí sí que hay muchos balcones típicos, incluso esos que suben hasta la segunda planta, también se usan las molduras de piedra volcánica, la calle principal es un desfile de casas interesantes y de tiendas de artesanía, hay grupos de turistas y está animado. La basílica de la Virgen del Pino se encuentra al final de la calle, preciosa, puertas de madera noble talladas, interior con artesonado de madera, altares barrocos recién restaurados y alguno en proceso (vemos trabajando a la restauradora in situ). No hay que perderse esta iglesia.
El ayuntamiento tiene un corredor y un escudo rematando el cuerpo central de la fachada y dos torres laterales. La puerta es muy llamativa, magnífica. Vamos a una tienda de artesanía y terminamos de ver el pueblo. Tiene jardines cuidados y me han llamado la atención los cactus de espina de Cristo con flores de varios colores, enormes.
Otra vez al coche y durante una hora un suplicio de carretera, aunque bonita por las vistas, pero infernal en sus pendientes, su estrechez y sus curvas. Añadido a la dificultad ramas de pinos en la carretera, piñas, tierra e incluso piedras. Ascendimos durante una hora. A partir de los 700 metros nos engulló la niebla y ya en Artenara la lluvia, al principio fina, luego torrencial, nos refugiamos en una carpa que había en la plaza, plaza amplia con la iglesia de San Matías a un lado, la iglesia está abierta, entramos. Tiene una bóveda de cañón cubierta con teselas de artesonado de madera, queda muy curioso. Pinturas del XIX y XX, unos murales sobre la Ascensión, la Asunción, y Elías y el carro de fuego, el primer mural en la cabecera de la nave central y los otros dos en las naves laterales y tienen como fondo imágenes del pueblo de Artenara. El patrón, San Matías se encuentra en una peana en el muro de la nave de la epístola.
Anexo a la iglesia hay un espacio grande cubierto con techo de madera, muy bonito, el lateral pegado a la iglesia también cubierto de madera, tiene aspecto de obra nueva.
A continuación, hay un bar restaurante muy pequeño, con 7 mesas y una barra minúscula. Pregunta Miguel por donde se va a la casa-cueva que es el Museo Etnográfico, nos lo explican y nos acercamos, pasando antes por delante del mirador de Unamuno por el que desgraciadamente no se ve nada, solo la escultura de Unamuno. Llegando a la puerta del Museo hay una cancela de hierro y está cerrada, así que volvemos sobre nuestros pasos y entramos en el bar para comer.
El restaurante tiene una camarera muy maja y carta canaria. Una mesa está ocupada por una pareja de guiris que están terminando de comer, otra pareja de guiris ocupa la mesa de enfrente, entra otra pareja de guiris para tomar algo y hay otra mesa ocupada por un parroquiano que tiene delante de sí una copa de vino que le dura más de lo que tardamos nosotros en comer. De hecho, nadie se mueve, aunque ya han terminado. Pedimos garbanzada, churros de pescado y papas con mojo rojo, y yo un chupito de orujo de hierbas porque no tenían del auténtico. Era más de lo que comieron todos los demás juntos. Eran tres raciones en total, pero era contundente todo, estaba bueno y nos dio energías.
Artenara está a 1000 metros de altitud, ya desde los 600 metros predomina el pino. Los barrancos son espectaculares, la pena es que con la niebla no se ve absolutamente nada.
Continuamos a Tejeda.
La cuenca de Tejeda está en el centro de la isla y sus montañas fueron un espacio sagrado para los aborígenes, que construyeron santuarios de montaña excavando la roca en lugares casi inaccesibles, tanto en los municipios de Artenara como de Tejeda. Quizá sea la parte más auténtica de Gran Canaria. La zona del Roque Bentayga es impresionante, la niebla se ha disipado y nos permite contemplar el Roque desde distintas posiciones y una infinidad de barrancos que tienen un gran ritmo visual con colores ocres variables y una luz que ilumina directamente algunos elementos y los hace destacar. El pueblo de Tejeda en conjunto es vistoso y está cuidado. Al ser por la tarde la iglesia está cerrada.
Nos dirigimos al Roque Nublo pero no se veía nada por la niebla, las cascadas de agua bajaban por los barrancos y las piedras brillaban con la humedad. Paramos el coche para decidir qué hacer y optamos por dejar el Pico de las Nieves para otro día más despejado. En esto se nos acercó un guiri que resultó ser lituano que no tenía batería en el móvil y estaba esperando una guagua en la parada en medio de la nada y con bastante frío. Quería ir a Santa Brígida, lo llevamos en el coche, cargó el móvil y lo dejamos en Santa Brígida, él decía Santa Birgitta. Cuando ya estábamos cerca de Las Palmas hacia sol y al bajarnos del coche en Santa Brígida nos quitamos la ropa de abrigo, el guiri dijo winter and summer, o sea, invierno y verano y nunca más cierto.
Textos: Ximena Prieto Álvarez
Fotografías: Miguel Roa Guzmán





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