Día 16 domingo: Ingenio, Agüimes, Guayadeque, Tufia y Telde
Hoy haremos la zona centro-este. Lo primero Ingenio. Bastante grande y todo empinado. Delante de la iglesia la escultura de una cochina negra canaria con cuatro crías, cuatro lechones. Visitamos la actual iglesia que se empezó a construir en el siglo XIX y tras varios accidentes y derrumbes parciales se retoma a principios del siglo XX finalizándose en 1940, cuenta con retablos neogóticos.
Damos una vuelta y comprobamos que no hay demasiado que ver y continuamos a Agüimes, que está a 4 Km a menor altitud, casi todo llano. Es interesante. Casas con muros anchos de piedra volcánica que se deja ver entre los tonos amarillos, ocres y blancos de las fachadas. Esculturas en la calle, un Centro de Interpretación aborigen y en el pavimento de las calles hay teselas que representan formas geométricas que usaban los aborígenes canarios del Bronce que habitaron esta zona y el barranco del Guayadeque. La plaza del Rosario y en ella la Iglesia de San Sebastián, una bonita iglesia. Tiene esculturas barrocas de San José y la Virgen del Rosario. A las 11 es la misa, esperamos paseando y tomando un café en un bar con aspecto antiguo con la barra pintada de verde, y luego vamos a una tienda que está al lado a comprar algunas cosas de regalo.
La misa es para niños de catequesis de comunión, los niños, que son numerosos, están sentados en los bancos de delante muy callados, cantan muy bien y tienen una directora de coro buena. De hecho, cuando cantan da gusto oírlos. Al final se ponen todos delante del altar y cantan. El cura perfecto también. Nos ha gustado mucho la celebración.
De Agüimes vamos al barranco de Guayadeque, primero al centro de interpretación para que nos den información. Es un barranco donde desde el Bronce han vivido en cuevas, cultivando en terrazas, después del descubrimiento de América se cultivaba maíz (millo como dicen aquí), patatas y almendros. Parece que también mariscaban y criaban animales, comían conejos, ovejas y lagartos. Aparte de vivir en cuevas, las casas eran de piedra volcánica de color rojizo. Nos vamos metiendo en el barranco y es impresionante la altura que van tomando las paredes, cada vez más verticales y cerradas. Llegamos a un lugar marcado donde aparcamos, vamos andando subiendo la cuesta hasta la puerta del restaurante Tagoror, avisamos de que iremos a comer más tarde, nos dan un número y hacemos el recorrido a pie por un sendero circular que nos lleva 20 minutos. Una maravilla el paisaje. Pasamos por delante de muchas cuevas que son viviendas turísticas y dos restaurantes hasta que acabamos en el lugar de partida, el restaurante Tagoror. Cuando llegamos, enseñamos el número y esperamos fuera en una terraza hasta que nos llaman. El restaurante es una enorme cueva con multitud de salas con bancos de piedra adosados a las paredes.
Comemos muy bien, potaje de berros y ropavieja acompañado de vino de la casa y de postre mousse de higos y mousse de gofio. Compartimos las cuatro cosas. A mí me encantó el potaje de berros, apetecía porque hacía un poquito de fresco. Muy recomendable este sitio, la comida y el servicio.
Desde el barranco vamos a Tufia. Es un pueblo muy pequeñito que está sobre el mar, al estilo de la parte de la isla de Mikonos que llaman Venecia, un barrio donde las casas caen sobre el mar y predominan los blancos y azules en las casas, pero en este caso muy poco cuidado todo. La playa es muy pequeña, con rocas y arena muy oscura. Los aviones están pasando continuamente por encima. Hay un cartel de prohibido el baño porque en estas playas ahora mismo hay contaminación procedente de unas piscifactorías, unas jaulas, que están demasiado cerca de las playas en todo el municipio de Telde, de hecho, hay manifestaciones en Melenara para que solucionen el problema. Tufia se ve en cinco minutos y de allí a Telde.
Telde fue la capital de la isla y de uno de los dos reinos canarios prehispánicos. Es la capital de los huertos y jardines. Tiene un parque de San Juan extensísimo y muy bonito, nos damos un paseo por él. Desde el parque vamos a la plaza donde está la iglesia de San Juan, plaza muy bonita, pena que la iglesia esté cerrada. Vemos muchas casas nobles con piedra de cantería en las esquinas y en los dinteles, pasamos por la ermita de San Francisco y por un mirador. Hay un casino que ocupa una casa señorial con un jardín-huerto que tuvo que ser enorme y observamos que tiene una terraza al aire libre estupenda con espacio para que jueguen los niños sin peligro, de hecho, hay varios grupos de amigos tomando café mientras los niños juegan. Y con Telde terminamos el día.
Textos Ximena Prieto Álvarez
Fotografías Miguel Roa Guzmán
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