26 de julio de 1999 Barbate-Málaga-Casablanca-Marrakech
A las 10 de la mañana cogimos el coche para irnos a Málaga, para desde allí coger un vuelo a Casablanca y continuar a Marrakech. El viaje fue bien, el avioncito hasta Casablanca era como de miniatura, sólo 20 plazas, con nubes se mueve como una cafetera, bueno, la vista era esplendorosa desde el aire: Málaga, la Bahía de Algeciras, Gibraltar, y después viramos hacia el sur, creí ver la ciudad de Rabat y enfrente Sale, la fortaleza pirata y después campos cultivados y enseguida Casablanca.
El aeropuerto de Casablanca es muy moderno, en el hall una gran foto de Hasan II y a cada lado uno de sus hijos, el nuevo rey Mohamed VI y Muley Rachid. Éste es un momento histórico para el país, durante tantos años gobernado por Hasan II.
En el aeropuerto tuvimos que esperar unas 3 horas hasta embarcar para Marrakech en un avión tamaño normal de la Royal Air Maroc.
Al llegar eran las 7:30 de la tarde, anochecía porque eran 2 horas menos que en España, es decir la hora solar, el sol como una bola roja se ponía entre palmeras, lo que veíamos eran edificios de tonos entre terracota, rosa, rojos, que nos gustaban mucho, esto ya parecía el eslogan turístico de Marruecos: “el reino de los sentidos”.
Aquí, en el aeropuerto nos esperaba el guía: Abd-Al-Rahman de Marrakech que nos llevó al hotel, era el Sheraton, una preciosidad, tipo palacio, kasbah con puerta monumental, jardines orientales, piscina de las que le encantan a Pablo y un hall de las Mil y Una Noches, arañas de cristal, alfombras interminables, artesonado de cedro y oro, todo decorado, molduras y columnas de estuco por todas partes y tonos blancos, verdes muy pálidos y rosa, esa noche tuvimos que rellenar el consabido papel con los datos, que se repitió en todos los hoteles hasta la salida del país y después la cena. Al día siguiente salimos para Fez.
27 de julio de 1999 Marrakech-Beni Melal-Kenifra-Ifrane-Fez
Abderramán nos fue contando durante el recorrido del autobús desde la salida del hotel curiosidades del país. Mientras recorríamos las murallas de Marrakech para abandonar la ciudad nos enteramos de dónde vivía Carmina Ordoñez, y de que Marakech es palabra bereber que quiere decir “pasa y escóndete” o “pasa rápido”. De aquí viene el nombre de Marruecos, porque se le llamaba el país de Marakech.
Abderramán tiene mucha personalidad por su dominio del español cualquiera creería que ha vivido años en Salamanca, pero no ha venido nunca, creo que su intención es que tengamos una visión de su país distinta, intentando romper los tópicos. Es una persona educada, agradable, inteligente… en fin, es un guía como “debe ser”.
Por el camino vamos viendo zonas áridas y otras cultivadas, hay cereales y parvas, la paja la apilan a mano y la cubren con adobe, el adobe de esta zona es de un tono como el de Guadix, es una llanura que parece interminable, de vez en cuando un pueblo pequeño, a ambos lados dela carretera los edificios tienen soportales y hay tiendas, el color sigue siendo rojo y todos los pisos tienen antenas parabólicas. Abderramán dice que son como hongos y que incluso las chabolas las tienen, es cierto, luego lo comprobamos en Casablanca.
Vamos desde el Alto Atlas donde está Marrakech, que tiene alturas enormes de más de 4.000 metros hacia el Medio Atlas. El Alto Atlas tiene un color azul oscuro desde Marrakech, la ciudad está en llano al pie de la montaña, que cuando se vuelve nevada, debe parecerse a Sierra Nevada y la Alhambra. El Alto Atlas tiene recursos hídricos muy importantes y árboles frutales como el nogal y el almendro, hace de barrera para que no avance el desierto.
Vamos a travesando ahora el Medio Atlas y comemos en Beni Melal, antes hemos pasado por un pueblo donde había mercado, llamado por el nombre del día dela semana que se celebra, éste se llama Martes, la gente iba en carros y en burros y pasan el día entero en el mercado: compran, venden, comen, descansan y después se vuelven a casa por la noche.
Beni Melal es grande, agrícola, con emigración, hace calor, dos horas después tomamos café en Kenifra ya en el corazón del Medio Atlas, es la capital del tatuaje verde, pero tatuaje de verdad, es una ciudad roja y el paisaje se parece al de Diezma – Guadix, el Medio Atlas es una montaña tipo los montes de Jaén – Granada.
Kenifra también es la capital de los caballos y del folklore. Aquí se celebran fiestas que duran 5 días y todo el mundo aporta algo. Se hacen carreras de caballos. Por la noche hay cantos y bailes en grupos de 30 jóvenes. Los caballos son bereberes, fuertes y corpulentos.
Hay una leyenda que yo había oído en un programa televisivo sobre el Atlas que cuenta el origen de los lagos del Medio Atlas: Una pareja de jóvenes, a los que no les dejaban casarse, sus lágrimas formaron dos lagos que se llaman como ellos. Para celebrar la leyenda se casan aquí en septiembre de forma colectiva, incluso aquellos que no tienen permiso de sus padres, en esta época pueden hacerlo.
El tatuaje es un símbolo para la mujer y la hace atractiva. Cada tribu bereber tenía unos símbolos relacionados con la alegría, el amor, la fertilidad. Estos tatuajes eran verdes y permanentes. Ahora los sustituyen por la henna. La henna como medicina para el pelo es muy antigua y para las manos también. También tiene una parte estética en las bodas.
En todas las bodas hay un día de la henna. El 1º día es el del baño turco público, que se reserva para la novia y sus amigas, ella va vestida de blanco, después la bañan y al día siguiente es el día de la henna. Esta henna se mezcla con ajo, limón y agua de azahar. La novia está todo el día en el patio de su casa mientras la pintan (manos, pies, cara). Al día siguiente se invitan a las mujeres y se va cambiando la novia cada hora de vestido, de distintos colores y las joyas también.
El cuarto día es el de la fiesta del novio, por la noche a cenar y a las cuatro de la madrugada al novio lo llevan a la mezquita. El 5º día es el día de la virginidad de la novia y el 6º día es el día del desayuno de los novios juntos. El 7º día es la fiesta dela familia en la que están todos juntos.
Ésta es la boda árabe, la bereber sólo dura un día como en occidente. La dote es obligatoria en el islam, es de la mujer y el marido no puede tocarla, así es como un seguro para la mujer e día del divorcio, si lo hay, porque el marido tiene que devolverle la dote íntegra. En la dote de puede regatear, hoy día este tema lo solucionan los novios entre ellos.
Vamos hacia la Suiza marroquí alcanzando el pre-Rif hasta llegar a los 1800 metros, pasamos por una zona volcánica y llegamos a Ifrane, que se parece a la sierra madrileña, mucho césped, montes de cedros, estanques, fuentes, riachuelos. El cedro se parece al abeto, pero de un color más azulado. Esta ciudad es pequeñita, con casas de aspecto alpino, parterres de flores, es un pueblo de veraneo. Hassan II tenía un palacio que divisamos en la lejanía, en el centro hay un león esculpido en piedra berroqueña. Hace un fresquito, incluso excesivo.
Por la carretera hemos visto antes de Ifrane, sobre una peña una inscripción en árabe que decía “Dios, Patria y Rey”, en Rabat también había en los cuarteles, pensé en los Carlistas, ¡qué cosas¡
Vamos hacia Fez, la carretera se parece a Castilla, mejor dicho, el paisaje que vemos a derecha e izquierda, a la zona oeste de Castilla-León. Las montañas del Atlas Medio son más bien redondeadas con aspecto de sierras, con crestones de cuarcitas y sobre ellas arcillas rojas.
Por el camino Abderramán nos explica que la chilaba es un atuendo de los años 20 que sustituyó a una especie de sábana enorme que era incómoda. Con la chilaba las mujeres salen a la calle llevando debajo la ropa de casa y no se tienen que cambiar, la mayoría de las mujeres la llevan por la calle.
Hay cultivos de cereales de secano y olivos, hacia Fez la tierra es más oscura, en tonos marrones. El atardecer es precioso con un sol rojo que se pone sobre una zona de arbolado y al fondo la montaña.
Hoy hay poco tráfico en todas las carreteras y muchos carros con caballos, burritos y bicicletas.
Esta noche llegamos a Fez al hotel Sheraton en la zona colonial de la ciudad.
28 de julio de 1999 Fez
Anoche nos acostamos pronto, hacía buena temperatura por la noche, con esto de la hora solar a las 7:30 es de noche y por la mañana las 5 es pleno día, lo que es un rollo es lo tener que rellenar en cada hotel la tarjeta con los datos personales.
A las 9 salimos para hacer la visita a Fez.
Es una ciudad del siglo VIII, Muley Idrisi intentó separarse del califa de Bagdad Harún Al Rashid, pero lo asesinó, aunque más tarde sus sucesores lo consiguieron. Muley Idrisi II tiene un mausoleo en Fez y es el segundo mausoleo más frecuentado.
Fez en árabe quiere decir “pico”, pronunciado no como “Fes” como la ciudad sino “fees”, pico para cavar la tierra. Este Muley Idrisi se unió a los bereberes y en esta época se produjo una gran inmigración desde todo el Magreb y Mauritania e incluso Al-Andalus un poco más tarde.
De las ciudades imperiales Fez es la más antigua y es el centro dela artesanía del país, tanto en pieles como en metales, telas o madera. La terminación “im” de los nombres quiere decir gremio, de ahí viene los “alfajarim” = alfareros, los albardim = albarderos. Fez en el siglo XI era uno de los centros comerciales.
Los curtidores de Fez siguen un proceso totalmente artesanal, se le echa cal a la piel y después excremento de palomo para dejarla suave y después se le aplican los tintes vegetales, amarillo de azafrán, rojo de amapola, verde de menta, canela para el marrón, índigo para el azul. Ésta es la razón de que destiñan tanto.
Fez tenía una universidad la más antigua, que construyó una familia venida de Túnez, de Qairawan, por esto se le llamó Al-Karaouine, anterior a las universidades cristianas, a la que llegaron algunas grandes figuras del mundo islámico como Averroes. Esta universidad es enorme con varios patios que se parecen al de los Leones de la Alhambra. Tenía 14 puertas y se fundó en el año 867 y los franceses la cerraron y la convirtieron en mezquita, se conserva la biblioteca. Junto con la universidad se crearon unas madrazas o colegios mayores para residencia de estudiantes, en la planta alta estaban las habitaciones delos estudiantes, en el piso bajo la mezquita y los patios y una sala para comentar lo que se había estudiado en el día. El guía de Fez nos explica que hay 7 caligrafías distintas en árabe, no sólo la cúfica.
Fez tiene 3 partes, una de los siglos XIX-XX la colonial, otra la medina del siglo IX dividida en dos barrios, el andalusí y el de Kairuán junto con el barrio judío o Mellah, procedentes de España, llamados también Triana y la 3ª parte que es del siglo XIV llamada Fez el-Jdid, la parte de la medina se llama Fez el Bali.
Fez está asentada entre dos colinas que pertenecen al Rif, el color de la tierra es ocre como el de la Vega de Granada. Lo primero que vemos es Fez el-Jdid donde está el Palacio Real del siglo XIV. Aquí residió Boabdil el chico en el destierro y aquí se celebran las fiestas de bodas de la familia real. En Fez también vivió Ibn Zaydún el poeta, todavía hay familias andalusíes a las que se les llama como 2º apellido El Andalusí, por ejemplo: El Badi Andalusí (granadino) o El Bai Andalusí (cordobés).
El guía nos dice que en la medina de Fez predomina el árabe como raza sobre el bereber.
Desde la explanada del palacio real fotografiamos las puertas y la fachada, de alicatados en verde y blanco con unas puertas de bronce dorado magníficas.
Desde allí nos vamos a la medina entrando por el barrio Kairuán y saliendo por el Andalusí, todo esto dentro de Fez el Bali.
Para entrar cruzamos la Mellah, el barrio judío sefardita, aquí nació Simón Péres el que fue 1º ministro de Israel. El barrio se parece a las plazas castellanas, rejas de hierro forjado, balcones de madera, algunas yeserías y soportales de madera con tienda abajo. Vamos bordeando toda la muralla y las puertas de entrada hasta que entramos por la puerta verde, que una vez dentro es azul porque los alicatados cambian de color de dentro a fuera. El jaleo una vez dentro es tremendo, hay una señal de circulación de burros, con un burro pintado y es verdad, hay que dejarles pasar porque es así como se transporta todo en la medina, los que llevan los burros van gritando ¡balak¡ ¡balak¡ que quiere decir Atención, pero algunos ya dicen ¡hamar¡ ¡hamar¡ (¡burro¡ ¡burro¡). El mercado por el que vamos pasando es de comida, venden pollos vivos, pescado, cabrito, cordero… no pasarían una inspección de sanidad ninguno de los puestos, pero son muy particulares, el olor es tremendo, no sabría decir a qué, es una mezcla de todo. Las callejuelas son estrechísimas y son un auténtico laberinto.
Entramos en la Madraza que ya he comentado antes, tiene un minarete verde, de sebka, con alicatados verdes, en la parte superior el esquema almohade, en las ventanas el alfiz y un arco de herradura peraltado con un adorno de mocárabes en forma de arco de pabellón. La cubierta es de tejas verdes, la están restaurando. En las mezquitas había un encargado, además del imán y del muecín, que se llama badmoakesh, que avisaba para la oración al imán por medio de un reloj de agua o clepsidra. De ahí viene la palabra almanaque.
En la entrada de la sala de estudio que da al patio hay una inscripción que dice “el que quiera aprender, que entre aquí, dice la sala”. Esta madraza se llama Bon Inanie y se construyó en el siglo XIV. La más grande es la Madraza Attarine que está alrededor de la Mezquita de Al Karaouine.
Después nos recorrimos toda la Medina en la que viven 300.000 personas, es un auténtico laberinto, cada casa tiene una tienda en el bajo, venden de todo, hay zonas de carne, de pan, de frutas, verduras, especias, bolsos y todo lo que quieras.
Huele como ya he dicho a todo lo imaginable e inimaginable. Dimos muchas vueltas sin repetir ni un callejón y supongo que sólo recorrimos la décima parte, las mujeres pasaban llevando el pan al horno, los panes iguales que en Jerusalem, redondos, pequeños y aplastados, los pollos los matan allí mismo, lo elige el que lo compra, las verduras y frutas eran muy frescas, no hay frigoríficos así que son del día.
Entramos en una tienda que desde la terraza se ven los curtidores, en cada estanque redondo hay un tinte de un color, los blancos son de cal con palomino.
Desde arriba el olor no era tan espantoso. En la tienda nos vendieron un puf y con los regateos de Miguel se quedó de 500 dirhams en 250 más un pañuelo rojo de “Coronel Tapioca” que me lo pidió uno de los chicos vendedores para su hermano. Éste fue el primer cambio divertido, luego hubo más en Marrakech.
También estuvimos en la puerta del Palacio Real que está rodeado de murallas y es una extensión típica de otros tiempos y otros soberanos absolutos. Las puertas las hizo un artesano andalusí que luego visitamos. Tenía todo lo típico granadino-andalusí. Pasamos delante de la Karaouine o Universidad fundada por Fátima Kairouan y en una plaza con una fuente preciosa y un arco donde está la fonda más antigua, en árabe “fonduk”, la fuente se llama Nejjarine puede que Lanjarón venga de ahí, de la palabra fuente.
En la Medina está todo muy descuidado, parece a punto de desmoronarse y está lleno de porquería, es como si te catapultaran al siglo XI de repente.
Pasamos por la plaza de los caldereros Seffarine y vimos los calderos enormes que se alquilan para las bodas, los llevan a la casa en burro y lo devuelven después. En la zona de los ebanistas había modelos de tronos con andas para llevar a las novias, unos dorados, otros plateados, muy bonitos.
Había cajas de muerto para mujeres, de color amarillo, de pino, muy sencillas, los hombres no se entierran en cajas, sólo se envuelven en sudarios. Esta calle es especialmente bonita.
Salimos de la Medina para comer en un palacio que han convertido en restaurante en la zona que se llama El Jdid. El palacio con suelos de mármol. Alicatados, yeserías, un piso superior con barandilla de madera y celosías, un artesonado precioso y lámparas. La comida bien, yo no quise couscous y nos pusieron ensalada, pinchitos y un pollo al limón que tenía un sabor como dulzón al final que resultaba empalagoso. De postre, melón y uvas.
Después de comernos fuimos a ver un telar, antes de salir de la Medina nos enseñaron otro telar y un artesano de alfombras, eran caras y no muy buenas. El segundo telar tenía kilims bereberes, un kilim pequeño-mediano de 6.000 a 8.000 dírhams. No compramos nada y parece ser que el guía se cabreó porque no compramos, después nos llevó a la tienda de vestidos regionales y en la puerta nos dijo que, si no queríamos que no entráramos, porque él no quería quedar mal con nadie. Yo pensé que no tenía obligación de comprarle nada a nadie, ni tengo que hacerlo donde se me diga.
Esta gente tiene el cabreo fácil y son ariscos y despegados. Marcan mucho las diferencias y las distancias y para colmo de cabreo el vendedor de la tienda de alfombras nos dijo que éramos los “primos pobres” de los marroquíes y claro como éramos pobres no le compramos nada.
En la cerámica pasó lo mismo, no compramos nada.
Después fuimos a un mirador desde donde se veía la ciudad entera, en una parte alta, una de las colinas, la ciudad francesa donde está el hotel, entre dos colinas de la zona de Fez el Jdid, del siglo XIV y a continuación en la zona más baja la Medina Fez el Bali encerrada por la muralla y en la hondonada, al lado del río. Al lado de cada puerta un cementerio, sin tapias, sólo las tumbas desordenadas. El color es ocre, en las colinas hay olivos junto a los cementerios, restos de la alcazaba y de otra muralla periférica. Decía el guía que la vista se parecía al mirador del Albaicín, pero a mí no se me pareció nada, más bien se e parecía a Jaén. El guía no había estado en España nunca. Al fondo se veían las nubes de humo de los alfareros que cuecen las piezas con orujo.
Continuará...
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