martes, 23 de abril de 2024

Tarragona, marzo de 2024: Santuario de Mare de Deu de Montserrat, Santa María de Santes Creus y Montblanc (V)

 


10 de marzo de 2024, domingo

Desde Calafell vamos a un santuario que se llama Monserrat pero no es un monasterio si no una pequeña iglesia de estilo gaudiniano, es como coger una torre de la Sagrada Familia y la pusiéramos sobre el suelo. El lugar pertenece al ayuntamiento de Montferri y nos cobran 4 euros por los dos. Se encuentra en un entorno de sierra con abundancia de pinos y viñedos. 
















Por aquí en todas partes están en la temporada de los calçots y los ofrecen en muchos restaurantes; es un tipo de cebolla tierna de Valls y en general del Ebro y el Campo de Tarragona. Los sirven en bandejas de cerámica en forma de teja y se cocinan asados, de hecho, se ven completamente negros salvo la parte de arriba que es de la que se tira para quitarle la envoltura que se ha quemado en las brasas. La manera de asarlos también es especial, incluso se usan sarmientos. Los acompañan de unos cuencos con salsa de ajo, tomate, almendras, pan, vinagre, ñora y aceite de oliva, todo majado y se parece a la salsa romesco, en catalán salvitxada.

Estamos muy cerca del Monasterio Cisterciense de Santes Creus y allí nos dirigimos a comer para después ver el monasterio. En el pueblo de Santes Creus encontramos un restaurante llamado Cataluña, lleno de gente, donde no paraban de servir calçots, pero nosotros comimos caracoles, muy ricos y secreto ibérico y de postre una tarta de fresas, bizcocho y nata que estaba superior, excelente, no muy dulce, sí muy ligera y muy suave, con fresas de verdad, lo mejor que he probado en mucho tiempo. Los caracoles los preparan en guiso con butifarra en trozos pequeños, beicon, cebolla y alguna cosa más. Bebemos vino del Penedés de uva Merlot. Era un menú especial por 62,95 euros.




En el monasterio están en obras, aun así, se puede hacer la visita. El propio recinto antes de entrar en el monasterio propiamente dicho es como una plaza rodeada de edificios entre ellos el del ayuntamiento de estilo barroco, y ya en el interior visitamos la fuente. Vamos a la taquilla, 8 euros y ya en el interior empezamos por la fuente, el claustro con esos capiteles propios del Císter sencillos y palmeados y los modillones, las bóvedas de crucería sencillas y elegantes. El monasterio se fundó en 1160 bajo el patrocinio de dos familias, los Montcada y los Cervelló y del conde Ramón Berenguer IV. Los monjes vinieron del monasterio occitano de la Gran Selva. Sigue fielmente la estructura arquitectónica cisterciense creada por Bernardo de Claraval. Su momento álgido fue entre el siglo XIII y el XIV cuando los reyes de Aragón Pedro el Grande, Jaime el Justo y la reina Blanca de Anjou lo convirtieron en panteón real. Ahora no se puede visitar el Panteón Real porque están en obras, razón por la que cobran la mitad de la entrada. También está enterrado aquí Roger de Lauria. Pasamos por el dormitorio común de los monjes, el refectorio, la sala capitular con banco de piedra corrido, el cementerio que es un hermoso jardin, la iglesia, preciosa. Después vemos un montaje en el que nos explican de una forma muy original, teatral, la vida del Cister, la última parte es una simulación del scriptorium primero e inmediatamente entras en el scriptorium real y ahí se acaba la visita. El monasterio fue expoliado con la desamortización de Mendizabal. Desde 2014 lo gestiona la Agencia Catalana del Patrimonio Cultural.










































































Volvemos a Salou y antes pasamos por Montblanc, llegamos, aparcamos enfrente de la muralla y de una puerta de entrada y en eso veo un bar al lado de la puerta de la muralla, me fijo y están sentados en la terraza cuatro moros y de repente recuerdo que ya estuvimos aquí hace años, veníamos de Barcelona e íbamos a Zaragoza, y nos sorprendió la muralla, entonces paramos y entramos en el recinto interno y tomamos café en un bar de la plaza. Esta vez volvimos al coche y seguimos a Salou.


Textos: Ximena Prieto Álvarez

Fotografías: Miguel Roa Guzmán


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