domingo, 24 de noviembre de 2019

Viaje por Tierras de Cuenca: Priego, los mimbres de Cañamares y Beteta (VI)



7 de Noviembre 2019

Hoy nos acercaremos al norte de la provincia, a la Serranía y a la zona alcarreña de Cuenca. El plan es llegar a Priego, luego ir a Solán de Cabras y después a Beteta, pero al llegar a Priego, que por cierto es muy bonito, cambiamos de idea.
Antes de llegar a Priego pasamos por Villaconejos de Trabaque y un barrio a menos de un kilómetro de cuevas-bodega junto a la ermita de la Concepción, en las proximidades de la ermita se encuentran maravillosos colores otoñales en su vegetación.


















 El ayuntamiento renacentista era el Palacio de los Condes de Priego, familia Hurtado de Mendoza Carrillo  que pagaron también la iglesia de San Nicolás de Bari con torre y almohadillado florentino, todo muy del XVI. Al otro lado del río Escabas la torre de Despeñaperros.











Casas de piedra bonitas con escudos, fuente en la plaza.





















Sobre la marcha nos enteramos de que en el pueblo se hace cerámica popular. Preguntamos en el ayuntamiento y nos mandan a una, repreguntamos en una peluquería y la localizamos, pero está cerrada. En el momento en que nos vamos nos cruzamos con un hombre que lleva unas llaves en la mano, nos saluda y sigue. Entonces pensamos: ¡igual es el alfarero!, y efectivamente, lo es. Se llama Jesús Parra Luna y hace cerámica tradicional de barro rojo con engobes y también esmaltados. En el taller_tienda vemos  bandejas, cestas y cestos de mimbre de color natural sin pelar o  bien de mimbre rojo pelado , que es de color más claro o el verde  cocido, secado y  pelado  que tiene un color casi blanco.





Le compramos una pieza decorada geométricamente y un manojo de mimbres que tenía allí en el taller- tienda. Esta es la zona del mimbre, el mimbre se cultiva en la orilla de los ríos Escabas, Trabaque y Guadiela , en verano el mimbre está verde, pero ahora tiene un color rojizo muy bonito, casi vino, que contrasta con el amarillo de los álamos y olmos y el verde de los pinos y las encinas. Si además le añadimos hoces, cortados a pico y formas caprichosas de caliza, es un deleite. En estos pueblos de la Ruta del Mimbre se ven sobre los prados acumulaciones cónicas de mimbre rojo a la manera de tiendas indias, quedan muy decorativos.

El alfarero nos aconseja que vayamos a Cañamares, un pueblo al lado de Priego para ver la vega con las mimbreras, pero antes nos da unas llaves y nos dice que visitemos el monasterio del Rosal, del siglo XVI, que está en ruinas pero merece la pena verlo. Allí nos encaminamos y a unos 2 Km lo encontramos dirección Alcantud. Las llaves nos sirven para abrir una cancela y más adelante un candado. Quedan en pie las columnas del claustro , la bóveda del coro y los pilares cruciformes que algún día sujetaron las bóvedas. Este monasterio fue importante en su día y se cerró cuando las monjas huyeron en la guerra civil.
















Vamos después al Monasterio de San Miguel de las Victorias, para llegar tenemos que ascender, sobre la hoz del río Escabas, encima de un risco, un paisaje sobrecogedor. Nos bajamos del coche y vemos un corzo que se queda mirándonos un rato, así que le hacemos la foto, en ese momento aparecen más. Aquí arriba hace un viento helador, la iglesia está abierta y entramos. Se construyó  sobre la ermita de San Miguel, lugar en el que ahora hay un merendero, y lo mandó construir en 1574 Don Fernando Carrillo de Mendoza, Conde de Priego, mayordomo de Don Juan de Austria, que había prometido edificarlo si él y sus hijos salían vivos de la batalla de Lepanto. El Convento actual es posterior, de época de Carlos III ya que el primero se destruyó debido a unos desprendimientos. Después de innumerables avatares ahora sirve de casa de reposo.















La iglesia es barroca, de planta de cruz latina y una sola nave, con bóveda de lunetos y una capilla donde se  guarda El Cristo de la Caridad de Manuel Salvador Carmona, venerado por todos los pricenses y vecinos.











Cuando bajamos hacia el fondo de la hoz se para el viento y la diferencia en cuanto a sensación térmica es total. Nos encontramos en la zona de Cañamares y los preciosos paisajes que forman los colores de los mimbres rojos y los álamos verdes y amarillos. Ésta es la zona de produccion de mimbre para la realización de todo tipo de cestos.























Continuamos un rato, atravesamos el río Cuervo en Vadillos y más adelante nos encontramos con la hoz  de Beteta formada por el rio  Guadiela. Aparcamos y hacemos un trozo del recorrido por la hoz en una zona de tilos, árboles raros por aquí pero que se conservan por la humedad, es lo que se llama vegetación relicta. Pasamos por una central hidroeléctrica y se puede llegar a una cueva, pero no lo hacemos.
















Llegamos a Beteta para la hora de comer, pero antes nos damos una vuelta. Vemos la portada  renacentista de una bonita iglesia Aquí hubo minas de hierro que explotaron los romanos y también sus salinas. En la época musulmana estuvo bajo el control de Albarracín. Pasó por las manos de los señores de Teruel y de Molina, del rey Alfonso VIII y del Obispado de Sigüenza hasta que en 1253 los señores de Molina lo vendieron al Concejo de Cuenca con sus siete aldeas. En el siglo XV era de Don Álvaro de Luna y después de su ejecución pasó a los Carrillo de Albornoz. Fue importante con la Mesta y famosa por la lana de sus ovejas que se exportaba a Italia. En los siglos XVII y XVIII siguió dependiendo del ganado y de la corta de madera , en el XIX  el general Cabrera la fortificó durante las guerras carlistas.

Ahora mismo en Beteta hace frío y huele a chimeneas encendidas. En el bar de la plaza del Ayuntamiento nos indican donde tenemos que ir a comer y acabamos la búsqueda en Casa Tere. En un comedor muy calentito con una acogedora chimenea comemos cosas del lugar: Pisto con huevo frito, potaje de la abuela y manitas de cerdo. Muy bien.
















Otra vuelta al pueblo andando y vamos a buscar la laguna de Tovar. Pasamos Tovar que tiene una iglesia con un atrio muy acogedora y aunque está señalado el camino, la laguna no se ve por ningún sitio. Continuamos por un carril y cuando ya desistimos y nos metemos por otro carril más alto que va a una presa, de repente la atisbamos, no es muy grande, de color verde, alrededor crecen mimbres naturales y más arriba pinos. Llegando a la presa, que es pequeña, hay un rebaño de cabras dentro de un cercado que incluye unas cuevas naturales. Las cabras vigiladas por dos perros que ladran cuando nos ven, se alborotan un poco.









No queremos llegar de noche a Belmonte y desde aquí hay una tirada así que nos vamos. Llegamos a Belmonte casi de noche, esta vez dormimos en el  hotel  casona de la Beltraneja, un bonito edificio con patio central , puertas magníficas y habitaciones amplias. Damos un paseo, unas señoras nos indican donde hay una tienda cerca de la puerta del Almudí y después de hacer la compra para comer mañana en la vuelta a casa, regresamos al hotel





Texto: Ximena Prieto
Fotografías: Miguel Roa

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