ARCHIPIÉLAGO DE CABRERA
Desde la Colonia de Sant Jordi al Parque Nacional
marítimo terrestre del archipiélago de Cabrera hay que llegar en barco, que es
una pesadilla para mí porque el barco en cuestión es pequeño, cabecea mucho y
sobre todo no tiene ninguna zona cubierta y hace frío en cuanto nos ponemos a
navegar. Prometo no volver a subirme a un barco mediano, solo grandes.
Cabrera es ondulada, tiene vegetación, aunque no lo
parece en principio y solamente una parte abrigada que es donde se encuentra un
pequeño puerto resguardado donde hay una decena de casas entre ellas una
cantina, la oficina de turismo, unos aseos públicos y poco más. En un
promontorio el castillo y se pueden hacer dos rutas a pie que van al castillo o
bien hacia dos calitas, una de guijarros y la otra de arena, la platgeta, un
centro de interpretación, un edificio que parece un albergue y más allá una
necrópolis y un monasterio.
Muchos pájaros y simpáticas lagartijas, color verde
oscuro brillante, casi negro, que no son fáciles de fotografiar, aunque
abundan. Especies endémicas, pinos, lentiscos e hierbas aromáticas
mediterráneas. Los colores de la primavera favorecen la vista y tapizan las
rocas donde predominan las cuevas.
En el mar, en un islote una preciosa cueva de aguas
azules maravillosas.
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