lunes, 8 de mayo de 2023

Mallorca Abril 2023. Sa Bassa Blanca, un museo cerca de Alcudia

 


Sa Bassa Blanca, Museo cerca de Alcudia

Más que un museo es un universo de arte y naturaleza. La propiedad es extensa y en la entrada ya te vas tropezando con numerosas esculturas desperdigadas por los jardines. El Museo está compuesto por los jardines, la casa, un espacio llamado Sócrates y otro que se llama Al Alyub que a modo de aljibe es un museo de retratos infantiles.













Voy a empezar por las esculturas que están delante de la casa. Hay una compuesta de muchos artilugios de hierro como llaves, ejes, tenazas, berbiquí, tubos…



Al lado una piedra de granito pulida por delante, que dice: “Expect Nothing”, once cántaros de distintos tamaños, un conjunto de zapatillas de niños, una enorme pastilla de mármol que dice “placebo”.






Hacia el espacio Sócrates nos encontramos con un jardín de rosas con enormes y antiguos rosales de olor, un palomar nubio de piedra como un embudo de luz y música dentro; un pequeño jardín islámico que representa el Paraíso al estilo de la Alhambra; unas esculturas gigantes de Adonis y Afrodita dorados que se parecen a Barbie y Kent; un mosaico que imita las alfombras marroquíes, avanzando está el jardín de Majorelles que es un artista francés que realiza esculturas de cerámica para jardines, en este caso son jarrones de color rojo, azul y amarillo, esferas pintadas simulando chorros de colores y una mano gigantesca con los dedos hacia arriba. 

























De pronto vemos un busto de Sócrates al lado de una entrada en rampa en cuyo dintel está escrito Sócrates en letras griegas que da paso a un espacio museístico muy interesante a manera de galería de arte contemporáneo. 



Esculturas de plástico reciclado y presidiendo al fondo de la sala un muro de cristal Swarovski que proyecta luz detrás de un esqueleto de rinoceronte. Unos tótems de Papua Nueva Guinea, objetos de caucho que parecen cerámica negra, dodecaedros de madera y metal y máscaras africanas. 












































Charlamos con la persona encargada del espacio, muy agradable por cierto, y continuamos para ver el huerto experimental biológico con arriates de madera, hay unas cintas en unos palos que se mueven con el viento y supongo que sirven para ahuyentar a los pájaros. Por allí está también un rinoceronte de metal que imita piedra y parece estar hecho con piezas de Lego. Saliendo a la senda principal del jardín hay una torre de piedra con desechos domésticos cotidianos dentro pegados a las paredes (botes de todo tipo y packs).














En la senda principal esculturas de piedra de un  elefante, varios perritos, cerditos tumbados, bolas enormes, unas son esféricas y otras son ovales, una lápida que dice “I´m still alive”, un rinoceronte, un dromedario, un gorila y en una explanada en un extremo un laberinto hecho con piedras y en el otro un cromlech parecido a Stonehenge pero en pequeño. No muy lejos una escultura que representa un corro de niños esquemáticos, tipo monigotes, de granito. En una esquina un pulpo gigante plateado observándonos, un gato, un árbol de deseos, caballos, un gran caracol, un toro, una araña que se titula búfalo, un muñeco de nieve, conejos y cabras. En el tejado de Al Alyub hay cuerpos geométricos de hierro (pirámides, cubos, poliedros) y un milodón chileno (si no lo es, lo parece).










































Entramos en el interior de Al Alyub, en la puerta aparecen retratos del príncipe Felipe de niño y en el interior se encuentra la colección mayor de retratos infantiles que yo había visto nunca. Se llama Nins, niños, e incluye retratos desde el siglo XVI al XIX de las casas reales y países más importantes de Europa como España y Austria, Inglaterra, Francia, Holanda y Flandes.

Nada más entrar tenemos los retratos de tres de los hijos de los Reyes Católicos Isabel Juan y Catalina, óleos sobre tabla, una maravilla. Retrato de la infanta Ana de Austria de 1601. Los infantes Don Carlos y don Fernando de Austria hijos de Felipe III hacia 1610, en este caso visten uno de clérigo y el otro de cortesano.

En 1665 tenemos un retrato de la infanta Margarita muy del estilo de Velázquez.

También está Carlos II del que hay tres retratos, este es un estudio que hace Juan Carreño Miranda en 1671. 

Son muy graciosos los retratos de gemelos de la escuela centroeuropea vestidos con telas suntuosísimas, aunque para perifollos los que lucen los retratos franceses.

El retrato del príncipe de Gales, el futuro Carlos I de 1616 sigue la estela de los retratos de Tiziano, muy elegantes. Y uno de los más bonitos es de principios del XVIII, retrato de una niña aristócrata inglesa, vestida de azul, en el jardín con un loro.

Algunos de los retratos eran encargos para ser enviados a las cortes europeas, formando parte del proceso de gestión de matrimonios entre príncipes y princesas.





















Ahora vamos a la casa y nos la explica Karina Caló, estupendamente, por cierto, derrocha amabilidad y conocimiento, y además tiene que hacer la visita en alemán y español porque el grupo mayoritario es alemán y de español estamos solo Miguel y yo.

















Por fuera tiene unas almenas que parecen omeyas pero que son egipcias. La casa primitiva era una casa de campo mallorquina que el arquitecto egipcio Hassan Fathy transformó en 1978 en lo que es ahora, una casa ecléctica, no sabría yo donde encuadrarla, lo que sí es evidente es el estilo hispanomusulmán en general. Los creadores de la idea son Yannick y Ben Jakober, ella hija de un conocido pintor vietnamita y también pintora y coleccionista de arte. Ambos han recorrido el mundo interesándose por las manifestaciones artísticas y culturales de áreas tan alejadas como el norte de Africa, Africa Central y Oceanía, además de Asia y Europa, y adquiriendo obras de arte y toda clase de objetos etnográficos. A la muerte en accidente de su hija decidieron crear la Fundación. 

Para empezar, nos enseña un pilar granadino en la entrada, de piedra de Sierra Elvira que es como se llama en Granada a las fuentes que se encuentran en los patios o incluso en las plazas. Unos suelos con azulejos muy interesantes.


























Tienen una habitación con celosías y divanes sobre la tarima que son totalmente islámicos, y un artesonado antiguo precioso.


















La biblioteca es una estancia especial, con dos alturas, unas vigas de roble traídas de Zaragoza (vaya usted a saber de qué casa o palacio), unas estanterías de roble, una especie de  rueda de libros que gira en sentido contrario a las agujas del reloj y unas litografías de Miquel Barceló. Es un conjunto irrepetible.















Pasamos a la sala de conferencias con artesonado mudéjar (a lo mejor de una iglesia aragonesa), unas esculturas de terracota de gatos, una obra de la hija de M. Barceló, y unos gigantescos jarrones de porcelana china.













Salimos a una terraza sobre un jardín rodeado de columnas, pilares y arcos apuntados del estilo de las primeras mezquitas tunecinas, y una cúpula de remate que parece una cúpula de baños, dos fuentes y una alberca (todo muy islámico).


















Pasamos a la sala del ataúd que tiene forma de zapato y obras de artistas africanos que trabajan con los materiales que encuentran, túnicas Dogon de los chamanes hechas con bolsillitos diminutos para guardar medicinas. Esta es la sala azul. 

















Luego está la sala verde con arte australiano aborigen con cuadros de Tabal y una vasija hecha por el hermano de Tabal. Tabal es un artista marroquí cuya obra me recuerda a Gordillo.

















Hay una galería de retratos fotográficos de personajes famosos y obra de Domenico Gnoli, primer marido de Yannick, muy fantástica.









La sala de invierno tiene tres paredes de ventanas y está repleta de sillas creadas por diferentes diseñadores. En la pared del fondo alicatados de cuerda seca y un cuadro de Oppenheim que estuvo en el MOMA. 
















Hay más cerámica de cuerda seca en otra estancia y pasamos a unas escaleras repletas de cuadros y de recuerdos de artistas, incluido un Picasso y entramos en una habitación con obra del XIX impresionistas y paisajistas, muy relajante. 





















De ahí al dormitorio de ellos, una habitación con cúpula de madera mudéjar del siglo XVI que trajeron de Zaragoza, no sabemos el origen. Al menos está en buen estado y en territorio español.















Nos ha gustado mucho el conjunto y valoramos sobre todo la variedad, el valor etnográfico que tiene y la originalidad del legado al igual que el entorno natural en que se encuentra. Por otro lado, la atención de las personas que trabajan allí, su amabilidad en el trato y su buen hacer son reseñables.

Aconsejamos encarecidamente la visita si vais por Alcudia, además cuenta con un restaurante por si queréis comer en tan idílico lugar y una estupenda tienda de recuerdos con regalos muy originales.




Textos: Ximena Prieto Álvarez
Fotografías: Miguel Roa Guzmán


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