3 de Julio 1996, miércoles.
Nos despedimos del mar de Galilea por la mañana temprano, el sol salía sobre el agua y el espectáculo era impresionante. Desde el autobús vimos por última vez el mar de Jesús y ascendimos la montaña en dirección a Sicar o Siquén, ahora se llama Nablús. Esta ciudad donde se encuentra el pozo de Jacob y del relato de Juan sobre Jesús y la Samaritana. Normalmente no se puede pasar por Samaría, pero nosotros lo vamos a hacer por cortesía de la agencia judía Net. De camino pasamos por el campo de Hittim, donde los Cruzados recibieron una terrible derrota por parte de los turcos, aquí está también la tumba de Jethró, el suegro de Moisés, son tierras poco fértiles.
En Siquén la población es palestina y además está en manos de la Autoridad Nacional Palestina, pero vive el núcleo más importante de samaritanos, el resto están en un barrio que el gobierno de lsrael les ha hecho cerca de Tel- Aviv, viven apartados de palestinos y judíos y no se mezclan con nadie, no admiten la mayoría de libros sagrados sólo el Pentateuco y conservan el ejemplar más antiguo aquí en Siquén. Su monte sagrado es el Garizim, a donde subió Josué con los Levitas y allí colocó un altar y copió sobre las piedras las leyes de Moisés. En el 330 a. C los samaritanos fueron rechazados por los judíos debido a que en el destierro de Babilonia se mezclaron con los babilonios, y por eso no les permitieron ayudar a reconstruir el templo de Jerusalem, y desde ese momento se separaron.
Pasamos por el monte Tabor, no podemos subir porque están arreglando la carretera y es tan estrecha que con las maquinas no se puede pasar. Aquí ocurrió la Transfiguración de Cristo, en la cima hay una iglesia franciscana. Es un monte que en su cima es aplanado, con forma de mesa y domina todo el territorio, está muy arbolado. Abajo se extiende el valle de lsraelón o de Megido, muy llano y hay cultivos de algodón, olivos y muchos invernaderos.
A partir de Afula empieza Samaría y salimos de Galilea, el paisaje sigue siendo llano y rico. En Genim o Ein Ganem Jesús se encuentra con los diez leprosos, antes tenemos un control de policía judío, en estos pueblos hay mayoría de población, se ve en las matrículas de los coches, que son azules en vez de amarillas como las judías y los letreros están en árabe. Esto es lo que se lama Cisjordania en general. Hay chabolas y cobertizos, pero también casas nuevas de piedra caliza dolomía blanca. Entramos en zona palestina, se ven canteras y fábricas para trabajar la piedra. a la izquierda se ve el valle de Dotán, donde los arqueólogos encontraron un pozo en un tell y lo identificaron como el pozo donde los hermanos de José lo tiraron.
Llegamos a Siquén, hace un rato que el terreno es ya montañoso, la roca aflora a la superficie entre pinos y olivos, también almendros. Tiene parecido con los montes de Jaén, aunque aquí se mezclan más los cultivos y se intercalan cipreses como ocurre también en Grecia e Italia. A la entrada de la ciudad hay un gran grafiti con la cara de Arafat, vemos ruinas romanas de un acueducto. Al legar el guía pregunta si se puede visitar a los samaritanos, pero un hombre nos dice que no es prudente hoy, así que vamos al pozo de Jacob, hecho por Jacob en el 1300 a. C, ahora lo conservan los ortodoxos. Aquí se encontró la samaritana con Jesús, al mediodía, una hora nada normal, es decir, hora en la que las demás mujeres no iban, ella tenía mala reputación.
Los judíos en tiempo de Jesús no pasaban por Samaría, desde Galilea a Judea el camino mejor era el valle del Jordán, pero había muchos asaltantes, así que la gente iba por el desierto de Judea hasta Jerusalem, dando un rodeo al valle del Jordán, era más largo y penoso, pero se evitaba el paso por Samaría. Jesús no tiene en cuenta esto y se mete en Samaría. Cuantas veces tendríamos que hacer nosotros lo mismo y como Él "meternos en nuestras Samarías del siglo XX'.
Bajamos las escaleras hasta la capilla donde está el pozo. Imaginaos lo que es beber agua del mismo pozo del que bebió el Señor, el agua se recoge a través del mecanismo tradicional de la cuerda, lo único que no me gustó fue la gente haciendo fotos, el sitio es muy pequeño y estás agobiado físicamente. A pesar de esto yo sentí que bebía "agua viva'". Leímos el pasaje de Juan, y una vez más yo recordé a mi gente de la comunidad parroquial. Al salir el calor era tremendo, aplastante, aunque muy seco.
Observé que la ciudad ahora es muy grande, apenas vi mujeres, todo hombres, aparentemente ociosos, las pocas mujeres que vimos tapadas, a la musulmana, claro. Todas las ciudades palestinas tienen un aspecto descuidado, al contrario de las judías.
Ahora vamos hacia el valle del Jordán, camino de Jericó. A uno y otro lado del valle hay montañas casi peladas, es un valle muy amplio y con cultivos, en algunos tramos se estrecha y se vuelve a ensanchar dependiendo del curso del Jordán. Las casas son de adobe y de piedra, hay tiendas beduinas, me recuerda el desierto de Almería. Una cosa que me encanta es ver los burritos en el campo, son preciosos, pequeñitos, posiblemente como el que montaron el rey David y Jesús en Jerusalem. Vemos también palmerales, viñedos e invernaderos de flores.
A la izquierda tenemos un campo de refugiados de la guerra, se llama Al-Oya, en este campo los judíos encerraron a los palestinos que vivían en las zonas que fueron ocupadas por lsrael en el 48, entre ellas estaba la ciudad de Ain- Karen, donde nació Juan el Bautista y también nuestro guía Raymond. Su padre era arquitecto, le quitaron la casa y todo lo demás y los deportaron a este campo, él tenía 7 años. Es la otra cara de la moneda, el dolor palestino.
Llegamos a Jericó, que es como una isla verde rodeada de desierto. La ciudad actual está a la orilla del Jordán y alcanza los montes de alrededor. Como sabéis Jericó es la ciudad más antigua del mundo, en un tell que están excavando hay restos de una muralla de hace 7.000 años, se ve una torre y muros de casas, desde aquí arriba vemos el verde de los palmerales, hace un calor alucinante, supongo que al sol unos 50 o 60 grados, y a la sombra 45, Enfrente de nosotros están los montes donde se ven cuevas, es el monte de la Tentación del Señor, me da la sensación de que esto es irreal, no sé si el calor tiene que ver.
Abajo a la derecha el guía nos señala la zona donde están los restos de la ciudad romana de Jericó, es decir, la ciudad en época de Jesús, allí iremos después de comer.
Bajamos de las excavaciones y nos vamos al restaurante llamado Tentación, antes compramos cerámica de Jericó. En Jericó se conserva el palacio de Hixam o Jesé con unos impresionantes mosaicos con el tema del árbol de jesé y la rosa de Jericó.
Más que comer lo que hacemos es beber agua y visitamos después la ciudad romana de tiempos de Jesús. Se ven las calzadas, las calles y restos del foro. Nos llevan a ver un sicómoro que tiene muchos años, no es en el que Zaqueo se subió para ver a Jesús, pero es igual, lógicamente no se parece mucho a la higuera, es mucho más corpulento y las hojas más pequeñas. Después celebramos en una capilla franciscana, mala hora porque estamos adormilados. Nos queda Qumrán y el mar Muerto antes de llegar esta noche a Jerusalem.
Tomamos la carretera que sale de Jericó hacia Jordania, a unos pocos kilómetros llegamos a la frontera que es el famoso puente Allenby, pero no nos metemos en Jordania, sino que continuamos cerca del Jordán hasta que entramos en una zona árida, de tonos ocres, totalmente pelada de vegetación, ya se ve el Mar Muerto, es estrecho y largo, caben unos 2 lagos como el de Galilea dentro. El Jordán desagua en el mar Muerto, pero debido a la gran evaporación y a que los materiales son salinos la concentración de sal es enorme. Tiene propiedades medicinales y curativas para la piel y concentra una variedad enorme de minerales. Primero vamos a Qumrán, está muy cerca del mar, en una plataforma rocosa horadada por cuevas donde se recluyeron los esenios y donde se descubrieron los célebres manuscritos. No todos los del grupo subieron a las excavaciones, hacía tanto calor que mucha gente no se animó. El guía nos explicó que había infinidad de cuevas y enfrente las ruinas de una ciudad con casas, de las que quedan muros, molinos de piedra y hogares, también calles, uno de los espacios era de mayor tamaño y se supone que se trataba del comedor de la comunidad religiosa esenia. La explanada es grande, desde aquí vemos la cueva número 7, parece profunda, la entrada es estrecha, fue donde se encontraron los rollos que han levantado tanta polémica, se han conservado debido a la sequedad del ambiente.
Desde Qumrán en 5 minutos estamos en el mar Muerto, entramos en una especie de complejo deportivo donde hay piscinas y una zona de baños. Nos ponemos el bañador y nos acercamos a una especie de pasarela de madera, al final de ella hay una ducha de agua dulce para después del baño.
Para entrar nos las vemos moradas porque en la orilla hay muchas piedras, nos han dicho que entremos en el agua poco a poco, sin salpicarnos porque el porcentaje de sal es tan alto que nos ulceraría los ojos. Entre risas nos vamos "acostando" sobre el agua, pero es muy difícil permanecer tumbado, el agua te impulsa y te quedas sentado, pero sentado completamente, el problema es ponerse de pie, hay que impulsarse varias veces, y para salir hay que deslizarse por encima del agua, no puedes nadar. Nos reímos los unos de los otros y todos con todos y cuando conseguimos salir nos vamos a una zona donde hay barro para embadurnarse el cuerpo, es negro y untuoso, yo sólo me pongo un poco en los brazos. Después nos duchamos y la verdad es que se queda la piel lisa y estupenda.
Estamos a más de 400 metros bajo el nivel del mar, un poco más bajo que Jericó. Esta zona de baños cierra a las 5, así que hay que irse, ahora hacia Jerusalem, pero en vez de ir por la carretera normal, vamos a ir por una calzada romana en medio del desierto de Judea.
El desierto de Judea corre a lo largo del Mar Muerto, paralelo. Jericó está al pie del desierto, en este desierto Jesús pasó 40 días haciendo penitencia y tuvo las tentaciones.
Es impresionante, de color ocre, con las luces del atardecer tiene muchos matices, y no hay ni una hierba ahora en verano. Las montañas tienen unos cortes a pico como valles por donde se ve algún wadi (pequeños riachuelos).
Vemos cabras trepando por las laderas, los montes son de cimas redondeadas y cortados a pico por las laderas, paralelo a la calzada hay un camino de cabras y un canal de agua, este camino era el usual para ir de Galilea a Jerusalem, ya hemos dicho que así evitaban a los bandidos que iban por el valle. Todos estamos maravillados, es muy hermoso, pero duro a la vez, muy duro, uno se siente desamparado y vacío por dentro. Paramos en un lugar para ver desde arriba el monasterio ortodoxo de San Jorge de Corziba, parece un espejismo, está incrustado dentro de la roca en un barranco y por debajo corre un wadi, por eso hay árboles, son como puntitos verdes desde aquí, el monasterio tiene unas preciosas cúpulas azules y se construyó en el siglo V. Debe de ser tremendo permanecer aquí 40 días como estuvo Jesús, en el lugar de la tentación había cuevas excavadas en la roca, es de suponer que por aquí también las haya, para guarecerse durante la noche.
Mientras contemplábamos el monasterio había allí un hombre palestino con dos niños, uno tocaba el caramillo y el pequeño se dejaba fotografiar a cambio de dinero. El niño mayor tendría unos 9 años y el pequeñito 4, llevaban un burrito. Una de las personas del grupo le dio un caramelo y él le dijo: "Caramelo no, dólar". Me pareció triste toda la situación.
Pero lo mejor del día aún no había llegado, estábamos cerca de Jersusalem y hacíamos el camino de Jesús. Cuando la vimos tan preciosa, tan dorada por esa piedra caliza de tonos blancos que el sol del atardecer transforma en color de oro, cantamos: “Qué alegría cuando me dijeron”. Yo aún no me lo creo del todo. Jesús subiendo igual que nosotros. Jesús sabiendo que aquí culminaría su misión, yo entraba en Jerusalem en busca de una experiencia de Jesús. Lo de subir a Jerusalem es real y no una expresión porque desde los 400 metros por debajo del nivel del mar, tienes que llegar a los 750.
Vamos atravesando la ciudad bordeando las murallas de la Ciudad Vieja para llegar al barrio árabe, donde está el hotel Ambassador.
Paseamos al lado de la Puerta de los leones, la de Herodes y la de Damasco. Jerusalem Este es el distrito árabe, el que sufrió más en la guerra de loe 6 días hasta que fue ocupado por los judíos, junto con la parte de las mezquitas en la C. Vieja. Las casas de este barrio son de tres pisos, de piedra, con jardines y aquí están casi todas las embajadas. El hotel es tranquilo, tiene jardín y terrazas, el dueño es palestino y el trato es muy amable.
Nos arreglamos un poco, si es que tenemos arreglo, y bajamos a cenar, después de la cena nos van a llevar a Belén, que está a unos 6 Km, pero como es de noche nos llevan a comprar recuerdos, el sábado iremos de nuevo.
Volvemos a atravesar la ciudad iluminada a estas horas y resplandeciente. Belén se dice Beit-Lehem, está en manos de la Autoridad Nacional Palestina, rodeada de territorio judío, cuando hay problemas los palestinos no pueden salir y por lo tanto no pueden trabajar. Raymond el guía vive en Belén, su yerno es arquitecto y sólo puede trabajar dentro de Belén, la situación es difícil, el año pasado el día de Navidad a los palestinos cristianos como ellos no les permitieron ir a la Misa del Gallo aquí en su propia ciudad. Vemos controles judíos a la entrada y a la salida. Otro hijo de Raymond estudia en Málaga porque en Israel no se lee permite estudiar a los palestinos y ellos no tienen todavía universidades.
A primera vista la ciudad del Señor y de David, la ciudad donde está enterrada Raquel, (vimos su tumba a la entrada), me pareció pobre, hay zonas semidestruidas, y casas en ruinas, aunque se ve bullicioso y alegre. Al bajar del autobús nos introducen en una tienda para comprar recuerdos, lógicamente son amigos del guía, que sólo nos lleva a tiendas palestinas. Después de una hora o más, nos llevan de vuelta al hotel.
4 de julio de 1996, jueves Jerusalem
Muy temprano nos vamos al barrio árabe de la Ciudad Vieja. Entramos por el antiguo sector jordano, por la puerta de la Basura. Vamos al Muro de las Lamentaciones y después a la Explanada de las Mezquitas. El muro es el basamento del muro oeste del Templo, está íntegro y tiene bastante altura justo debajo de las mezquitas, hecho con piedras de sillar de un color dorado bastante regulares.
El muro está dividido en dos sectores, el de los hombres que ocupa 2/3 del total y el de las mujeres 1/3. Las mujeres a la derecha, los hombres a la izquierda. La mañana está radiante, con buena temperatura y un cielo azul muy limpio.
A "nuestros hombres" les dejan entrar en el recinto poniéndoles una kipá de cartón. Vemos muchos judíos rezando, a los hassidim del barrio de Mea Shearim vestidos todos de negro con abrigos tipo levita sin botones con el tefilim (rollo de la Torah) en la cabeza y las filacterias en el brazo, unos se mueven al rezar de forma mecánica y balanceante, otros son más discretos. Hay soldados con fusil rezando con las manos sobre el Muro.
En la Explanada hay puestas muchas sillas que llevan un cartel en el respaldo que dice: "Donadas por Shalomon… de Brooklyn, Nueva York". También hay mesas para apoyar la Torah y alrededor recitan en voz alta varios hombres en círculo. Observo que unos rezan individualmente y otros lo hacen comunitariamente. Veo a Miguel hablando con un judío, después me contó que era argentino y hablaba español.
Giro la cabeza hacia el sector de las mujeres donde nos encontrábamos Carmen y yo y veo que aquí se hace lo mismo que en el sector de los hombres. Unas mujeres recitan en alto, otras silenciosamente, la mayoría llevan la cabeza cubierta, en una mesa alquilan libros. Muchas introducen en las ranuras del Muro unos papelitos enrollados. Estos papeles se recogen y se queman una vez al mes para dejar sitio a otros.
Contemplar esto es extraño y a la vez emocionante. Pido al Dios de Israel, a Dios Padre por la paz del mundo.
Después de estar un gran rato allí, por cierto, para entrar pasamos un control de policía israelí, porque a este recinto no se les permite acceder a los árabes, al contrario de lo que ocurre en la explanada de las mezquitas, a donde nos dirigimos.
Textos: Ximena Prieto Álvarez
Fotografías: Miguel Roa Guzmán, Ximena Prieto Álvarez, Tarjetas postales y Diapositivas adquiridas en el viaje.
Continúa...
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