jueves, 6 de agosto de 2020

Viaje a Estados Unidos, julio de 2006 (IV) Chicago



Chicago 19-7-06 




Por la mañana temprano vamos a la Milla Magnífica, esta Magnificient Mile es el tramo Norte de la Avenida Michigan, que va desde el puente y el río Chicago hasta el lago. Se llama así porque es la zona de las tiendas más exclusivas y la zona residencial carísima, firmas como Louis Vuitton, Gucci, Chanel y esas cosas, también están Bloomingdales, Sacks, Banana republic , Niké y Virgin y una preciosa tienda de Apple donde Pablo consultaba en Internet lo que iba pasando en el Tour de Francia.

La milla empieza en el puente  que cruza con nuestro hotel, en el puente está a un lado el edificio Wrigley, pagado por el fabricante de chicles, hecho por Mies Van der Rohe que tiene un hall espectacular y una torre con  cuatro relojes, y enfrente el del Chicago Tribune, con torre neogótica y una característica especial, ocupa toda la manzana y en las sucesivas fachadas hay fragmentos de piedras de innumerables edificios de todo el mundo, por ejemplo: la mezquita de Suleimán y santa Sofía, la muralla china, el templo de la ciudad prohibida de Pekín, el Álamo, el muro de Berlín, Notre Dame de París y Rouen, El Vaticano, Peral Harbour, la playa Omaha, el Partenón, el castillo de Helsingor, la abadía de Westminster, la universidad de Cambridge, la de Yale, la de Princeton, Harvard y así hasta el infinito. El Tribune es como una ciudad, tiene hasta tienda.









































 En la Avenida las flores y las plantas están por doquier, todo está impoluto, la gente pasa haciendo footing y a medida que nos acercamos al lago hay más. Llegamos a un parque a la orilla del lago, hay dos vagabundos durmiendo en los bancos, aquí se termina la avenida Michigan y empieza el paseo del lago Lake Drive Shore y la playa y paralela a la playa va una calle por donde circulan bicis y corredores. La playa es de arena fina y una parte es como un muelle pero fijo. 



































































En esta parte todos los edificios son residenciales, atravesamos por un puente peatonal para entrar en una calle residencial muy famosa por sus edificios, que fueron las primeras zonas de lujo de Chicago. La calle se llama Astor, en el 1555 está la casa del Obispo Católico, de estilo reina Ana en ladrillo rojo y piedra, todas con jardín, las hay con pórticos de columnas blancas y otras todas de ladrillo o piedra caliza, me ha gustado mucho la casa número 1430, 1401 y no se cual más porque todas son preciosas. Nos tropezamos en la calle con un señor, se fija en la camiseta de Pablo y le hace un comentario sobre Renault y Fernando Alonso. Toda la calle tiene árboles, jardines y es tranquila y estupenda. Este barrio todo él es impresionante.
































 Volvemos a Michigan Norte y a la altura de Water Tower entramos en la estación antigua de bombeo una torre toda de piedra que ahora en su interior es una sala de exposiciones y después nos metemos en una cafetería  en el centro comercial Water Tower Place que tiene una inmensa plaza y un rascacielos que es la tercera torre más alta de Chicago, y aquí estamos tomando café con el mismo sistema que ayer: pides, pagas, te lo llevas tu a la mesa y luego tiras los vasos y los papeles a la papelera, nada de tazas, nada de vasos, nada de platos, nada de cubiertos. Me he tomado una aspirina porque no soporto el dolor de pies que tengo.












De aquí nos vamos a la Cuarta Iglesia Presbiteriana, neogótica, muy bonita, incluso tiene una enredadera en uno de sus lados, el interior de tres naves con artesonado de madera policromada y unas vidrieras muy buenas. Nos sentamos y en los bancos hay un A. Testamento, un libro de himnos y unos impresos para elegir al pastor y a la Junta Parroquial, en ese momento alguien comenzó a tocar el órgano y estuvo un buen rato y nosotros escuchándolo encantados.










Después seguimos visitando grandes almacenes y centros comerciales exclusivos, muy exclusivos, incluso exclusivísimos, lo que sigo constatando es que las marcas norteamericanas que hay en España, aquí están más baratas y las tallas son mucho más grandes, donde tienes una grande, aquí tienes una pequeña, por haber hay hasta la 5 X L en hombres, claro que por la calle vemos mucho obeso y obesa, de esos inabarcables y además muy altos.











En una bocacalle de la Michigan vamos a comer a Gino´s, un restaurante italiano de dos plantas con comedor estilo italiano (manteles de cuadros rojos y blancos, velitas) y en la pared un mural con Dios y Adán según Miguel Ángel en la Sixtina, pero, ¿Qué le da Dios a Adán? Pues una pizza, claro. El camarero muy simpático, nos llama chicos (guys), nos zampamos una ensalada Cesar, con lechuga, salsa de ajo, aceite, queso y pan frito en cuadraditos junto con dos cuernecillos de pan de ajo. Después una pizza grande, muy buena. Al salir pasamos por delante de la catedral, pero estaba cerrada. Entramos en Virgin y en Nodstrom, un centro comercial muy bonito, tiene zonas de descanso con sillones y sofás de diseño para echar un ratito, eso hemos hecho.





A continuación hemos seguido por la Michigan hasta el río. 



























En el embarcadero hemos cogido un barco que nos ha dado un paseo de una hora y media por el río y el lago, explicándonos los edificios y la historia de cada uno, el arquitecto, las anécdotas, pasamos por debajo de todos los puentes que son dieciocho, y en total nos han explicado ochenta y siete edificios y luego nos han sacado al lago. Hemos tenido que esperar hasta que se abrieran las dos esclusas que cierran el río y cuando las han abierto hemos visto como el agua entra desde el lago al río y no al revés, porque hicieron una obra descomunal moviendo más tierra que en el canal de Panamá, para reconducir el río Chicago y elevar el nivel del lago, bajando el del río para poder llevarse la porquería del río a través de un canal, en fin, una obra complicadísima de ingeniería.












































Desde el lago la vista de la Skyline es preciosa, no parece de verdad, es como una ciudad de ensueño. Cuando salimos del barco vamos a comprar la cena y al hotel.


























Textos Ximena Prieto Álvarez
Fotografías Miguel Roa Guzmán

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