jueves, 13 de agosto de 2020

Viaje a Estados Unidos, julio de 2006 (VII) Nueva York



23-7-06 Nueva York


Esta mañana la vamos a dedicar al MOMA, al salir del hotel cogemos un taxi hasta el Rockefeller Center, Nueva York es como Gothan si miras los túneles oscuros, el humo y el vapor saliendo de las tapas de las alcantarillas, aquí la gente está delgada más bien, no hay tantos gordos y el estilo es más europeo, Nueva York en realidad no tiene estilo definido, según en la calle que te metas entras en un mundo o en otro, aquí convive todo. Vamos paseando por la 5ª avenida en el tramo de las tiendas exclusivas hasta el parque y me he fijado en el Centro Trump, nos hemos parado delante del hotel Pierre y del Plaza, donde en “The way we were” se vuelven a encontrar Streissand y Redford al final de la película, él salía del Plaza.  Por donde vas hay referencias de películas. Llegamos al Rockefeller Center y la NBC está haciendo noticias en directo, salimos en la tele. 







































































Es hora de irse al MOMA a hacer  cola para entrar, en la que estamos una media hora, el edificio es muy bonito, cristal por todas partes, jardín con esculturas y en cada planta un ventanal alto por el que se ve la calle. Tiene verdaderas joyas, desde los De Chirico, Picasso (señoritas de Avignon, y los tres músicos), Matisse (La Danza), Van Gogh (La noche estrellada), Kandinsky, Legar, Nenúfares enormes de Monet que ocupan toda una pared, El interior holandés de Miró, la Persistencia de la memoria de Dalí, El bodegón de las manzanas de Cezanne, dos Magrites impresionantes con esa luz tan especial, de Rousseau la gitana dormida, Boccioni, Chagall, Klint, Kokoshka, Mondrian, Malevitch…Todo esto en la quinta planta.

En la sexta una exposición de Dada muy completa, con representantes del movimiento en todos los países y muchísimos Picabia y Duchamp.

En la cuarta planta los expresionistas abstractos americanos, luego los Pop-Art como Rauschenberg y Jasper Johns, después Lucio Fontana, su famosa raja roja sobre arpillera, que no es una raja pero lo parece, están las Sopas Campbell de Warhol y de Roy Liechtenstein la Drowning girl y la chica con pelota, con su particular técnica de los puntitos rojos de relleno y ya por último pamplinas varias como un conejo disecado con zancos al que miramos alucinadas una señora y yo y nos reímos a la vez. Terminamos con el Op-Art de Bridget Riley y bajamos a la tienda, antes Miguel y Pablo entran en una de las plantas de exposiciones a ver una sobre fotografía y yo me voy al hall a esperarlos y a sentarme un rato.










































































































































Salimos y es hora de comer, vamos a un restaurante que está cerca y que nos recomendó Germán el guía. Es italiano y muy fino, o sea caro. Tres camareros alrededor y dos maitres, los camareros latinos y hablando español, al menos comimos bien. 

Nos vamos hacia la tienda de la NBA en la 5ª avenida y allí nos sentamos Miguel y yo en unos sofás comodísimos y a esperar a Pablo, que no paraba de un lado a otro probándose camisetas. Los padres estamos sentados unos enfrente de otros en los sillones, unos se dormían y otros nos mirábamos y nos sonreíamos con cierta sorna. Después de una hora y pico Pablo terminó de elegir camisetas y calzonas. 































Nos fuimos a la 42 E a ver el edificio Chrisler, el que contemplamos desde la ventana de nuestra habitación, pero que está veinte calles más allá. 







































También entramos en la famosa Grand Central Terminal, la estación de trenes que sale en numerosas películas como en Tiempos Modernos de Chaplin, en Con la muerte en los talones de Hitchcotk, Los intocables de Elion Ness de Brian de Palma, Armageddon de Michael Bay o Superman. En esta estación se pierden más de 2000 abrigos al año o pasan diariamente por ella medio millón de personas, al hall central se accede desde la calle bajando escaleras pero los andenes y las vías están uno y dos pisos más abajo.















Desde allí llegamos a la misma 42 pero a la altura de Naciones Unidas para ver los edificios. 









Compramos en un supermercado chino la cena y cogimos un taxi hasta el hotel.

Esta tarde había muchísima gente en la 5ª, aquí nunca parece Domingo porque está todo abierto, tiendas, bares, todo.















Textos Ximena Prieto Álvarez
Fotografías Miguel Roa Guzmán

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