lunes, 10 de agosto de 2020

Viaje a Estados Unidos, julio de 2006 (V) Chicago



20-7-06 Chicago   

                                                            

Hay una tormenta espantosa, llueve a cántaros, vamos al Art Institute, que nos queda muy cerca pero por el camino con paraguas y todo nos mojamos completamente, pero dentro en cinco minutos estamos secos de nuevo. 







La colección es apabullante, voy observando detalles en las obras como: El Greco siluetea las figuras en negro y rojo y superpone y mezcla el color directamente sobre el lienzo,  hay un Sánchez Cotán, un bodegón con perdices y patos además de un repollo y fruta, como ya he dicho Grecos, Goyas, Guardis, Canaletos, Tiépolos y Mengs, Zurbaranes, Rembrandts, además de todo el XIX, todo. La joven de Rembrandt que se asoma a la puerta parece salir del aire, lo mismo que la luz de Corot. El Crucificado de Zurbarán te deja sin palabras, veo una Dánae de Tiziano, Lucas Cranach, su Adán y Eva, mi querido Sandro Botticcelli y su Madonna con ángel, hay un Martorell buenísimo, San Jorge matando al dragón y los innumerables Cezanne, ahora la serie de almiares de Monet con distinta luz, no sabe uno con cual quedarse y también los nenúfares y los puentes. El más interesante de Gauguin es El día del señor, un tótem en la parte superior, en el agua una chica y dos tumbadas simétricamente, dos figuras a la izquierda del tótem y dos a la derecha y de repente ¡La habitación de Vincent!, el suelo parece estar tratado con un pincel muy ancho y partes de la cama. En el retrato de Mme Rulin marca los contornos totalmente con diferente color. Entramos en la sala de la famosa Grande Jatte de Seurat y lo primero que me sorprende es el tamaño, es muy grande, la última franja que rodea toda la escena y que parece un passe par tout está hecha a puntitos rosa y azules yuxtapuestos y rojos y azules, en unas zonas exagera el rojo, en otras el azul. Toulouse Lautrec todo dibujo el tío, como un cartel, sin terminar. Además están todos los Picassos que quieras, De Vlaminck, los expresionistas abstractos, el abstraccionismo, Mondrian, Chagall, los Dalí, los Braque. Llevamos aquí cuatro horas y no los hemos visto todos ni mucho menos.

































































































































































Ha dejado de llover y hace una tarde muy buena, bajamos hacia la calle State y el Loop y vamos a otro centro comercial y de allí al Seven Eleven y después al hotel. Nos despedimos de Chicago con pena la verdad, porque nos ha conquistado totalmente.













































21-7-06 Chicago- Nueva York


A las ocho llegó Juan Carlos para recogernos y llevarnos al aeropuerto, todo iba bien hasta que sobre las doce del mediodía, hora de llegada a Nueva York, al sobre el aeropuerto de La Guardia había una horrible tormenta y el piloto decidió dar la vuelta y aterrizar en el primer aeropuerto que encontró para repostar y esperar que pasara la tormenta, antes de decidirse dio unas cuantas vueltas sobre la pista pero nada.






 El caso es que aterrizamos en el aeropuerto de Harrisburg, Pennsylvania, y el piloto nos explica que no podemos salir del avión y nos quedamos en una pista con los motores apagados y por lo tanto empieza a hacer un calor tremendo, las azafatas nos bajan las persianas de las ventanillas y empieza a pasar el tiempo, así me da un ataque de ansiedad, me tengo que tomar una pastilla de Lexatin, que menos mal que  las llevaba y no se si me tendré que tomar otra porque llevamos aquí tres horas, teníamos que haber llegado a la una y son las cinco y estamos en Pennsylvania, se acaba el agua y los aperitivos que llevaban en el avión y el piloto dice que va a intentar encargar algo para comer, no sabemos como pero al final nos dejan bajar a la Terminal a las ocho de la tarde, y cuando estamos comiendo algo allí, vienen y nos traen unas bandejas y volvemos a cenar. Al poco rato podemos despegar y llegamos a Nueva York a las once. 



Las maletas tardaban en salir y no veíamos al  la persona que nos tenía que llevar al hotel, por fin apareció y también las maletas. 



El conductor era colombiano, estaba cabreado por llevar horas en el aeropuerto y sólo le cambió la cara cuando Miguel le dio la propina. Mi primera impresión de la ciudad no ha sido buena, me pareció Gothan. El hotel está muy bien así que procuraremos descansar porque mañana temprano tenemos una visita guiada por Manhattan.



Textos Ximena Prieto Álvarez
Fotografías Miguel Roa Guzmán

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