21-7-2005 Peruggia- Montepulciano
Saliendo de Chianciano hacia Peruggia pasamos por Mecciano, municipio de Chiusi, hay una finca con villa llamada Braccano, pintada de amarillo ocre-Siena increíble, aquí le llaman “podere Braccano”.
Llegamos a Peruggia, subiendo, subiendo, subiendo, siempre te da la sensación de que has llegado al Cielo o cercanías. Aparcamos en el parking Partigiani y en vez de coger un ascensor, subimos por escaleras mecánicas y subterráneos de la ciudad alta, que son calles subterráneas cubiertas con bóvedas de cañón y de arista donde hay tiendas que están en los sótanos de los edificios, bueno sótanos o ultrasótanos porque después de unas siete escaleras mecánicas y unos cuantos subterráneos salimos a la superficie en el Corso Vannucci, a los soportales debajo del Palacio de la provincia. Llegamos a la Plaza dei Priori, donde está el Palazzo dei Cambi, y la Galeria Comunale de pintura (Duccio etc etc).
Me acordaba perfectamente de la ciudad, las calles estrechas, los arcos ojivales y los que van de lado a lado de la calle, las puertas etruscas, los pozos etruscos, las joyas de diseño y el chocolate. Comimos en una zona ancha del Corso Vannucci, allí había un señor como de entre cincuenta y cinco y sesenta años, con notable cojera que llevaba muy cholamente a la manera de John Wayne, iba bien vestido pero llevaba dos corbatas, una roja y otra negra sin hacer el nudo. Cada vez que pasaba alguien conocido lo llamaba a gritos: Fulano, Buon Giorno, saluto, saluto, saluto ¿Come estai?,unos le contestaban y otros se acercaban y lo invitaban dentro a un aperitivo. Con el camarero tenía confianza y le dio dos cigarros, luego le dejó el paquete todo arrugado con algún cigarro dentro. Mientras estuvimos allí en la terraza él entró dos o tres veces, después se sentó otro rato en la terraza y luego se fue, era un personaje especial.
Un rato antes nos sentamos en un café y pasó un hombre joven que llevaba unos cuantos libros, se paró delante de mí porque me había mirado antes y me dijo que ese libro era para mí, le pregunté cuanto y me dijo que 10 euros, dijo que había hecho un viaje a toda Europa y América y que el libro era algo biográfico, era suyo, me dijo que si lo leía aprendería italiano y me lo dedicó en italiano y griego, dice: “El Verbo es palabra de Dios” a Jimena sempre. Dijo también que estaba estudiando en Peruggia. Parecía un poco tocado, no es el primero que me dedica algo, así que se ve que los locos poetas se me dan bien. Leí el libro después en casa, no es bueno, pero sí es una autobiografía de alguien que intentaba encontrar su camino.
En Peruggia está la Universidad para Extranjeros, situada en una zona muy bonita, intermedia en altura y muy arbolada.
Nos vamos de Peruggia a Montepulciano, como habíamos prometido hacer. Esta vez queríamos visitar las bodegas subterráneas del siglo XVI y ver una tumba etrusca. Toda bodega que se precie (aquí le llaman cantina) tiene tumba etrusca y oscilan entre el Siglo IV a. C y el I a. C. Compramos un trozo de pecorino y albaricoques y paseamos, vimos una exposición de arte contemporáneo, un montaje muy raro con cuadros de madera en los que mezclaba angelitos con diablos.
Me senté en la plaza alta, la de la catedral rodeada de palacios y Miguel entró en uno de ellos el Contucci con bodega incluida, alquilan habitaciones a ciento cincuenta euros la primera noche y cien las sucesivas. Sonaba una música de jazz en la plaza, un momento mágico de los de coleccionar.
...continuará.
Texto: Ximena Prieto Álvarez
Fotografías: Miguel Roa Guzmán
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