VIAJE A MALLORCA. Marzo 2022
Después
de dos años sin viajar a causa de la pandemia el día 2 de marzo tomamos el
avión en Sevilla hacia Mallorca. Íbamos con el IMSERSO y en un principio el
avión salía de Jerez, pero me imagino que por falta de viajeros nos comunicaron
que desde Cádiz nos llevarían a Sevilla y así fue. El sistema de transporte al
aeropuerto es un poco absurdo porque a todos los que no somos de Jerez nos
obligan a ir a Cádiz, cuando a nosotros nos viene mucho mejor Jerez, de hecho,
a la vuelta siempre nos bajamos en Jerez. Por cierto, llegó el autobús a
recogernos solo con el conductor, a la vuelta nos estaba esperando una chica en
el aeropuerto que negaba el hecho y porfiaba y porfiaba.
Llegamos
muy tarde al hotel, en Palmanova, municipio de Calviá, dentro de la bahía de
Palma, y estamos muy cansados, no cenamos y nos vamos a deshacer el equipaje y
a la cama rápido. El hotel está bien, habitación con terraza, amplio comedor
con vistas a la piscina. Ya llevamos contratado el coche de alquiler, así que
por la mañana después de desayunar nos tragamos la charla pertinente de las
chicas de la agencia que venden excursiones y nos vamos en cuanto podemos.
Miguel
ha planificado concienzudamente los itinerarios y
el día 3 de marzo jueves empezamos por Alaró, un pueblo en la sierra de Tramuntana. Lo más llamativo son
sus hermosas puertas de madera, muy variadas. En la plaza mayor hay un palacio
del XVI y una iglesia del XVII. Se ven numerosas casas solariegas con galerías
en el piso superior y aleros sobresalientes de artesonado de madera. Muros de
piedra, casas de piedra, huertos de olivos y frutales. Algún ciprés. La piedra
es de tonos crema, ocres y rojizos, persianas mallorquinas pintadas de azul,
verde botella, gris o blanco, o bien madera natural. Veo pinos en las zonas
altas por la carretera y casas de campo tradicionales de todos los tamaños, los
porches delanteros con inclinación a un agua y de tejas árabes rojizas,
ocupando toda la fachada más larga. Están los almendros en flor así que
combinan el verde y el blanco y el ocre de la tierra.
Camino
de Inca vamos viendo la sierra a
nuestra izquierda. Inca es la capital de la industria del calzado mallorquina, situada
en el centro-oeste de la isla, según vamos entrando aparecen las fábricas de
Camper, Lotusse, Xti y un montón más. La ciudad está bastante estropeada ya que
se desarrolló en los años 70 e imagino que derribaron muchos edificios
interesantes, no obstante conserva una zona cercana a la iglesia y la plaza muy
bonita. Hay un mamotreto de los 70 al lado de una casa magnífica
tradicional. En la plaza destaca la
iglesia de Santa María, gótica y sus inmediaciones forman un entorno muy
interesante, hoy hay mercado y los puestos se colocan en la plaza y en las
calles aledañas, en un espacio muy extenso. Hay frutas, verduras del lugar y
ecológicas, flores, quesos, embutidos, la maravillosa sobrasada, encurtidos,
cerámica, artesanía de madera cojines hechos artesanalmente, artículos de
cuero, esculturas africanas muy curiosas como un cocodrilo tallado cuyo
interior tiene compartimentos para guardar joyas o piezas de un juego y un
sinfín de cosas interesantes. Después del paseo compramos un bolso mochila y
unos zapatos y nos vamos a Alcudia para
comer.
Alcudia está en el norte resguardada por su bahía que tiene en un extremo el cabo de Formentor y en el otro el cabo Ferrutx y en medio como partiendo la bahía en dos el cabo de Es Pinar. Aparcamos al lado del mar delante de las murallas, hace sol y el día es agradable. Nos damos un paseo corto por las murallas y buscamos un sitio intramuros para comer y de golpe encontramos un patio muy bonito con un ficus en un lado que proporciona sombra, mesas y sillas de tono gris imitando ratán, una pared color ocre rojizo, unas sombrillas de diseño, varios árboles de qumquark y una zona cubierta acristalada. Nos sentamos a la sombra del ficus mientras vemos a un grupo de alemanes tostándose en la zona que está al sol. Comemos una coca de verduras y cerdo (se parece a una empanada, pero sin la parte de arriba) y tumbet de verduras con bacalao yo y cerdo Miguel. Muy bueno todo. Después nos fuimos de paseo por las murallas y el casco antiguo, que está muy cuidado, todas las calles adornadas con macetas de flores en casas de dos plantas, persianas de colores verdes o azules mayoritariamente y unas preciosas puertas de madera con aldabas variadas de bronce o hierro muy bonitas. En cada tramo de muralla hay puertas abiertas en el lienzo en forma de arco. También se puede acceder al adarve subiendo por una escalera y darle la vuelta entera. Por desgracia la iglesia está cerrada.
Luego bajamos al puerto
de Alcudia y contemplamos la parte de la bahía, digamos pequeña, hasta el cabo
Farrutx que es espectacular, y la playa de arena blanca y fina que forma como
una letra U abierta y un poco ladeada. Como digo en su lado derecho termina en
el promontorio del cabo Farrutx. El paseo marítimo se adapta a la playa y está
lleno de tiendas, centros comerciales, restaurantes y bares. Unos edificios
remozados y otros nuevos, algunos interesantes arquitectónicamente y al otro
lado de la playa el puerto deportivo.
Desde
aquí nos dirigimos al cabo de Formentor pasando por el puerto de Pollensa y la
ciudad de Pollensa.
Pollensa tiene un bonito casco antiguo, el
convento de Santo Domingo que hace de Museo, un parque anexo con esculturas. No
subimos a lo que se conoce como el Calvario, es una subida criminal,
callejeando nos da la impresión de que la ciudad es un centro artístico importante,
hay galerías de arte y numerosos artistas plásticos viven aquí. El color de la
piedra es ocre y hay edificios muy interesantes, incluyendo la iglesia con
rosetón gótico que está en la plaza mayor.
Esta es una costa muy bonita, bastante verde asomando
la caliza de vez en cuando, la sierra cae sobre el mar y produce una costa
accidentada con islotes, escollos y alguna cala, en la punta que sobresale está
el faro Formentor. Paramos en un lugar para hacer fotos y abajo vemos una
pequeña cala con un agua azul cristalina con fondo de posidonias que producen
ese azul increíblemente bonito y único en todo el mediterráneo, característico
de las Baleares. Seguimos con el coche hasta que ya no nos dejan y aparcamos.
El faro está bastante lejos, pero aquí hay un mirador y nos quedamos un rato.
Continuamos
hacia el santuario de Lluc en la
sierra, por una carretera sinuosa, pero de buen firme. Llegamos con la última
luz del día. Tenemos que aparcar en el aparcamiento de pago porque avisan que
multan si estacionas fuera. Muy caro, por cierto.
El santuario entre montañas rodeado de
jardines y pinos. Entramos y el edificio es sobrio, de tres plantas con
ventanas sin adornos. Pasamos al patio y luego a la iglesia que es muy barroca,
llena de lámparas colgadas muy bajas, bancos de madera maciza preciosos. La
Virgen es muy bonita. El santuario tiene escolanía y alrededor hay una zona de
recreo con bares y restaurantes que ahora está cerrada.
Textos: Ximena Prieto Álvarez
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