20 de julio de 2007 Xi´an
Después de desayunar cogemos el autobús en un día lluvioso y con muy buena temperatura y vamos hacia las tumbas de los guerreros de Xi´an, el emperador Shihuang mandó construir la muralla para defenderse de los mongoles, unificó China, conquistó estados vecinos y países rivales, unificó el sistema de moneda, los caracteres mandarines y el sistema de pesos y medidas. Como emperador era muy bueno, aunque con una crueldad extrema.
El museo es muy grande, son 4 edificios separados entre sí unos 500 metros, estos edificios cubren la totalidad de las tumbas y hacen de paraguas contra las inclemencias, el techo de la parte que acoge la tumba concretamente es metálico y muy alto y nosotros vamos dando la vuelta por unos pasillos alrededor, en unas zonas estamos a la altura de las figuras y en otras más arriba. Es sobrecogedor, impresiona mucho.
Para construir las tumbas trabajaron 700.000 obreros más de 38 años y debajo de esta se hizo un palacio lleno de tesoros de oro, bronce y jade. La tumba tiene 50 m de profundidad y parece ser que su ataúd flotaba sobre un río de mercurio, que simboliza la vida, en la entrada había una ballesta controlada por un sistema de seguridad para preservarla y su antigüedad es de 2.200 años. Esta dinastía la Qin no dejó casi libros escritos porque al no llegar a terminarse la tumba a tiempo, su hijo por orden suya mandó matar a todos los obreros, también enterraron a las concubinas vivas, las que no tenían hijos y a los intelectuales y los libros porque le parecían una amenaza. Su dinastía sólo duró 15 años.
Alrededor de la tumba hay 500 fosas. Todas las figuras son de terracota, ya sabemos que es la cerámica de mayor temperatura, aunque las figuras de los guerreros tenían arcos de verdad de bronce, pero otro emperador los utilizó. Hubo un incendio en la tumba, se quemó el techo que era de troncos de árboles y se hundió la estructura. La nueva dinastía destruyó lo que había hecho la dinastía Qing. En origen las figuras estaban policromadas, en tonos muy vistosos, azules y rojos, sobre todo, también amarillo y verde. Ahora se restauran 2 o 3 figuras al año y son en total 6.000, están restauradas 2.000. Primero se lacaban las figuras y luego se policromaban, pero cuando la laca se seca se cae toda la pintura, también la luz natural en poco tiempo les quita la policromía.
Había también carruajes de caballos de bronce, entramos en la primera sala que es la de los carruajes, eran 80 grandes y 36 pequeños, hay dos reconstruidos, los de pequeño tamaño son simbólicos. Hay una grande que servía de protección, con 4 caballos, uno de ellos, el caballo guía con penacho. Los carros son de bronce, plata y oro (los pequeños).
Otro tipo de coche es el de descanso, para concubinas, con un cochero sentado delante, con ventanitas para ventilar y celosías para que no los viera la gente. El techo tiene un caparazón en forma de tortuga que simboliza la longevidad. En uno de los carruajes hay una sombrilla de bronce también, con un mecanismo para variar la inclinación muy sofisticado y dentro del mástil se escondían dos espadas largas.
Pasamos al edificio dos para ver la tumba, que está dividida en tres sectores, el primero es donde están la mayoría de los guerreros en filas separadas por pasillos, delante los soldados de vanguardia, con moño y sin armadura, los segundos los de caballería, terceros los carros con un auriga, los oficiales llevan armadura y un gorro cuadrado, no hay generales más que en el sector tercero que está dedicado al Estado Mayor, los generales llevan un gorro en forma de mariposa y unas botas altas con la punta doblada hacia arriba. Los arqueros son muy expresivos, están de pie o rodilla en tierra. Aquí en la sección del Estado Mayor los carros estaban guardados por 4 guerreros y el auriga.
Llama mucho la atención el que sean retratos individualizados al ser 6.000 esculturas, pero la teoría es que son las caras de los obreros que trabajaron en la tumba.
Los caballos están huecos, los guerreros tienen hueco el tórax y los brazos y las piernas macizas, todos tienen un basamento para sujetarse de 4,5 cm. También se ven rampas en la tumba segunda y servirían para acarrear a los guerreros, desde el lugar en que los cocieron los llevaron en carros y al pie de las tumbas fueron bajándolos por las rampas.
Llaman la atención las crines de los caballos que por delante tienen un recogido como dos bucles entre las orejas, estos caballos son de raza china, de pequeño tamaño.
El total excavado no llega ni a la cuarta parte del total y ya es impresionante, sorprende el tamaño que tienen y la singularidad de los rostros, incluso los generales son más gordos que los demás y llevan mucha más ropa encima, además de la armadura. La colina debajo de la que está la tumba se encuentra orientada hacia la montaña, al sur y hacia el río, al norte, que es un afluente del río Amarillo.
El entorno natural es precioso, arbolado, como está lloviendo los verdes están llenos de matices y todo brilla, nos ha gustado muchísimo, sólo por esto ya merece la pena hacer este viaje.
Mientras vamos a comer Sofía nos cuenta que las niñas abandonadas son de la parte sur de China del campo, dice que en las ciudades la gente ya casi prefiere tener niñas porque no tienen que poner dote cuando se casan.
La comida de Xi´an nos ha gustado y ahora vamos al templo de la Oca Salvaje, es budista, con una pagoda que están restaurando, de base cuadrangular y siete pisos, muy original. Los jardines son preciosos, con muchos arriates de peonías, arbustos como boj y mirtos, también veo magnolios, rododendros, pinos, en senderos estrechos y con colinas bajitas, un kiosco precioso donde nos sentamos un rato a meditar.
A continuación, vamos a la muralla, doble, completa y apabullante, de piedra oscura y gran altura con cuatro puertas y un gran foso que, ahora es un canal con puentecillos. Sobre la muralla hay un paseo muy amplio y numerosas torres de vigilancia en forma de pabellones decorados, en el paseo, miro hacia abajo y veo una calle de casas tradicionales, suena música y es un momento de los de coleccionar, de una gran plasticidad, con todos los sentidos implicados, miro las ventanas de las casas con esos típicos junquillos de formas rectangulares entrecruzadas, los corredores y los aleros salientes, es precioso.
Esta noche nos ofrecen cena de raviolis con espectáculo, pero preferimos irnos por nuestra cuenta andando desde la puerta sur hasta la plaza del tambor y de la campana. La avenida por la que vamos es muy ancha con tiendas de firmas europeas a ambos lados, parece la “milla de oro” de Xi´an. Grandes almacenes y un Stars Bucks Coffee y un Mc Donald´s, pero al mismo tiempo niños pidiendo y gente que te mira con curiosidad, la Plaza del Tambor y la Campana está enmarcada por dos pagodas una con un tambor gigantesco y la otra con una campana. Llegamos al barrio musulmán y nos metimos en el zoco, muy sucio, muy abigarrado y con una calle principal llena de restaurantes y tiendas, comiendo cosas raras como gusanos además de pinchitos morunos. Las mujeres algunas con velo, aunque chinas, una pareja de ancianos vendiendo con un carrito, demasiado mayores para tener que ganarse la vida trabajando, muy amables. Pasamos por delante de la mezquita, toda de madera y luego por el mercado que ya estaba casi vacío.
Después volvimos por la avenida oeste y llegando casi hasta la puerta oeste de la muralla cogimos un taxi hasta el hotel, debía de haber unos 4 kilómetros y nos cobró sólo 85 yuanes o sea 85 céntimos de euro.
Cenamos en un restaurante al lado del hotel, en un restaurante chino, chino, que tenía unos cañones en la puerta y los asientos eran trozos de tronco de madera. Las camareras que eran un regimiento entendían un poco de inglés y el menú estaba también en inglés, comimos tres platos grandes y una botella de vino Cabernet, todo 100 yuanes, 10 euros los cuatro.
Textos Ximena Prieto Álvarez
Fotografías Miguel Roa Guzmán (excepto 9 de Rafael Roa Guzmán)
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