viernes, 3 de julio de 2020

Verano del 85 (VII) De paso por Yugoslavia y llegada a Venecia



15 de Julio de 1985 de Delfos a Struga (Yugoslavia). 781 Km


Esta mañana, con mucha pena por mi parte, dejamos Beocia y nos fuimos hacia el norte, a Thesalia y Macedonia, la playa de Itea se quedó atrás y nos metimos entre montañas hacia Lamia, Larissa y Kozani en territorio macedonio. Macedonia es un viaje que haré algún día, pero ahora se trata de llegar a Yugoslavia.



El paisaje era muy variado, montañas de caliza desnuda, otras cubiertas de pinos y abetos, enormes llanuras que formaban estuarios, minas de carbón, centrales térmicas.









Comimos en Elassona en el restaurante La Riviera, nosotros solos, los dueños no hablaban más que griego, así que pedimos el menú por señas, el dueño nos dijo ¡Muuu! para indicarnos que tenía ternera. El local era una especie de comedor, discoteca, salón de video etc., fue el primer video que vimos en Grecia.

Por la tarde entramos en Yugoslavia por la frontera de Niki, cambiamos 100 dólares y 5.200 dracmas y pagamos 96 litros de gasolina. En la aduana griega le dije adiós con la mano a un soldado y me contestó con un ademán de la cabeza.



Señoras y señores: Les aconsejo seriamente que no se les ocurra visitar esta parte del paradisiaco país a no ser que quieran que les ocurra lo siguiente:



*¿carreteras? Maravillosas carreteras de adoquines o de suelo movedizo, eso sí, hay tramos en obras y otros terminados.

*el paisaje. Muy bonito, contra esto no hay nada que decir, un lago enorme y mucha vegetación. Las casas que vemos están muy mal construidas.

*el personal. Son así como “raritos”, nos hemos tropezado con campesinos en burro, mujeres en carro, niños que “cagan” en la carretera y te tienes que parar salvo que quieras atropellarlos, las susodichas criaturas piden cigarros y escupen si no paras.






Buscando un camping te puedes meter en Albania, lo juramos, nos faltaron 300 metros. Esto se debe a que no hay señalización y además escriben en swahili, bueno en cirílico que es lo mismo. “Sólo” tienen tres alfabetos y parece que los usan.



Dormir en el camping es como dormir en una pista de baile, cuando escribo esto aún no sé a qué hora se acuestan, lo que sí sé es que se duchan en bañador o en pelota porque las duchas no tienen puerta, también es verdad que no vi a nadie hacerlo y que en el trayecto que recorrí entre la tienda y las duchas me sentí como una modelo de pasarela, todos miraban alucinados la toalla, el champú, el gel y el neceser.

En cuanto a la comida el camping se supone que es de 1ª, hay mesas reservadas en el comedor, pero te echan de todas, aunque no hay nadie, tardan en servirte, pero la comida es buena y barata (un reo 900 dinares, el reo es un pescado parecido al salmón). No pudimos comprar porque estaba cerrado el supermercado, a las 7 cierran.



16 de Julio Struga –Morec. 600 Km


Cada día nos sorprenden con nuevas “polladas” y sandeces, esta mañana salimos pitando del camping (del partido comunista), nos despedimos de los holandeses y nos dirigimos a Skopje, capital de la república yugoslava de Macedonia, por la que pasamos de largo. En un cruce sin señalización una chica nos explicó en francés por donde se iba a Pristina. Los holandeses nos aconsejaron visitar el monasterio de Gracanica pero no lo localizamos. Por supuesto nos metimos por unas espantosas carreteras llenas de estupendas vacas, niños, tipos con gorros, señoras de bombachos, baches amplísimos, eso sí paisaje de alta montaña precioso. En Kosovo vimos los típicos mercadillos y una cosa muy curiosa, fotos en blanco y negro retocadas, como en los mejores tiempos del cuplé.






Comimos en un restaurante en la carretera, donde nos miraban como a auténticos bichos raros, el camarero esperando a que eligiéramos delante de nosotros, después nos trae la nota sin que se la pidamos. La comida fue un pinchito de vaca en un palo y una ensalada bosnia, igual a la de ayer, macedónica. Por la carretera había muchos minaretes de mezquitas musulmanas.



Por la tarde llegamos a Montenegro, bordeando Albania. Y aquí una anécdota: la multa de 500 dinares que nos puso la Milicija que estaba en medio de la merienda, cosa normal allí, la limitación de velocidad era 50, por lo visto íbamos a 60, el “simpático agente” que según él tenía radar, sacó un disco de Stop y dijo: Radar y escribió una notita dedicándosela a Miguel. Toda una lección de hospitalidad y delicadeza. 

Montenegro tiene una naturaleza impresionante: montañas y valles cubiertos de vegetación, karts típicos y ríos de montaña. Nos hicieron subir a un puerto de montaña, antes habíamos pasado por un cañón de calizas formado por el río Moraça que desembocaba en un lago con islas pequeñitas y juncales. Al bajar el puerto de montaña en 20 kilómetros te tropiezas con el Adriático, que es todo un espectáculo, las montañas verdes bajan hasta el mar directamente; el famoso pueblo Sveti Stefan estaba allí, en un tómbolo unido a tierra por una línea de arena con sus casas de piedra gris cubiertas de teja roja.







Intentamos ir a un camping fatal señalizado y resultó que era nudista, pero el problema fundamental era que no había sitio, de modo que nos fuimos, sin ayuda de ninguna indicación, al siguiente camping que estaba a 2 kilómetros, en Morec, este también de bote en bote, la gente con pintas desarrapadas y sucias. Intento ducharme y voy con valor a ello, pero me encuentro con una barraca sucia y llena de agua estancada a la altura de los tobillos como comprobé luego y ocupada en ese momento.

Y héteme aquí esperando y esperando hasta 20 minutos, tanto, que Miguel estaba ya empezando a preocuparse, a mi lado había una señora que me farfullaba en serbocroata y yo le contestaba I don´t understand (No entiendo). Ella intentaba decirme por los gestos que la que estaba dentro era una pesada y que llamara a la puerta, yo le contestaba por señas que no me parecía correcto. Observé que la señora, que era mayor, llevaba una toalla como las de antes, no de felpa de algodón, sino de hilo de algodón.

Por fin se abrió la puerta y entré en el tugurio. El agua salía helada o quemando, opté por el hielo y como el espacio era diminuto el neceser se me puso pingando, amén de la toalla, porque no había más que un gancho para colgarlo todo. La ducha fue todo menos agradable. Miguel no se atrevió y esperará a Italia, si las circunstancias no lo permiten antes.


17 de julio Morec-Sibenik. 426 Km


Desde Morec salimos temprano hacia Dubrovnik, Split y Zadar, toda nuestra ansia era encontrar gasolineras y sitios donde dormir. La carretera de la costa preciosa, las vistas, porque la carretera era una tortura. La costa hasta Split es recortada con rías, islas grandes y pequeñas, iglesias con torres de piedra y cúpulas, la roca es caliza y hay mucha vegetación. 









Dubrovnik nos pareció precioso con su muralla y sus torres, pero no conseguimos ver por donde podíamos acceder para bajar a verlo, cuando encontramos gasolina estábamos ya a 100 kilómetros. (Volveríamos a Croacia y a conocer Dubrovnik 27 años después, mientras, se había roto Yugoslavia, había sucedido la guerra de los Balcanes, se había destruido la ciudad y se había reconstruido, es una de las joyas que hay que ver alguna vez en la vida, aunque sea con otros miles de turistas a tu lado)




Ésta última fotografía es del año 2012 cuando por fin pudimos conocer Dubrovnik.

Comimos la típica comida de carne con palo y ensalada y unos calamares. Hacia Split pasamos por un lago precioso y por el río Neretva que forma una desembocadura muy amplia. Campesinos vendiendo refrescos refrigerados por el agua del río que extraían con una manguera.














En Split paramos en la explanada delante del puerto, tardamos en encontrar el palacio de Diocleciano porque no había indicaciones, aunque estaba al lado. Lo descubrimos por unas postales que compramos en una sola tienda en la que casi no había nada. La ciudad estaba muerta, había una enorme terraza en la explanada totalmente vacía y los clásicos edificios comunistas altos y mal construidos al fondo.

No conseguimos hacernos una idea de cómo era el palacio de Diocleciano, pero fotografiamos algunos frontones, columnas y basamentos.















Por fin por la tarde llegamos a un camping cerca de Sibenik, el ambiente el mismo, casi no encontramos sitio, al final caímos sobre unas piedras al lado de una familia alemana, pero al lado al lado. A mí me pareció ver un cartel que decía ducha o algo así y pensé que en serbocroata igual se decía parecido, pero ponía al lado 300 dinares, eso me cabreó mucho, la idea de pagar por la ducha, pero resultó que era el lavado de coches. Por supuesto la ducha iba incluida en el precio, nos duchamos y nos dimos una vuelta por el camping saltando casi a la gente porque como ya he dicho estaba repleto, las tiendas llegaban hasta el mar, no había playa, había que tirarse desde allí si te querías dar un baño.




18 de Julio Sibenik-Mestre. 551 Km


Esta mañana cuando nos íbamos oímos a Julio Iglesias en una radio. Nos acercamos a la península de Istria, la costa hasta Rijeka está muy despoblada y es muy abrupta, sin vegetación. Atravesamos Istria y por fin salimos de Yugoslavia y en Italia todo es distinto. 




Estamos en Oriago, al lado de Venecia, el camping es un paraíso, parece el jardín de una villa, se llama Della Serenissima, al lado de un canal, mucho césped y un equipamiento estupendo.

Venecia nos espera mañana.




19 de Julio Venecia



Todo lo que diga sobre Venecia sería tópico, cursi y poco original. Lo que sí quiero hacer constar es que Miguel tenía razón, para mí es como un sueño, aunque te den todas las postales del mundo, veas todas las películas sobre esta ciudad, jamás de harás a la idea y al verla mejoras todas tus expectativas y opiniones previas.



Desde la piazzale di Roma nos fuimos en vaporetto hasta San Marcos y allí absorbimos y vivimos la ciudad. San Marcos, el palacio ducal, pasamos por dentro del puente de los Suspiros y entramos en las prisiones viejas, allí había una exposición de Miró, que disfruté con todas mis fuerzas.

Ni que decir tiene que todo lo que se ve en la calle, tiendas, ambiente, góndolas… es maravilloso y da un poco de rabia que sólo los millonetis yankees puedan pasear en góndola, pero tampoco está nada mal verlas pasar y oír a algún gondolero cantar.

Además, desde el vaporetto también se disfruta el Gran Canal y el puente de Rialto. En el puente, que está lleno de tiendas compramos comida y nos fuimos a comer al fondaco dei Tedescchi, mercado al borde del canal que estaban recogiendo ya.









































































Después cogimos un vaporetto para ir a la isla de Burano que está más lejos que Murano. Burano es una Venecia en pequeño con sus canales, puentes y cada casa está pintada de un color. La especialidad artesana de Burano es el encaje de bolillos, pero venden también cristal. La iglesia tiene el campanile inclinado.


































Al volver al camping vimos que las limpiadoras de las duchas y los servicios comentaban entre ellas un poco alteradas algo sobre los croatas, y es que parece ser que vienen autobuses desde Yugoslavia para un día, paran en el camping y en cinco minutos enguarran los servicios y las duchas y se van. Total, que los cerraron un momento para poder limpiarlos.




20 de Julio Venecia (Venezia)


Hoy ha sido la despedida, nos vamos mañana, pero nunca olvidaremos este día: hemos vuelto a pasear por el Gran Canal, hemos recorrido el Rialto, después el Museo de la Academia, admirando los preciosos Tizianos, Tintorettos y Veroneses, la Cena del Veronés es infinitamente más grande de lo que yo suponía y está colocada en la sala de forma que la hace resaltar aún más, las madonnas de Giovanni Bellini encantadoras, la Crucifixión de San Pedro de Giordano más que extraordinaria y por supuesto los Canalettos y Guardis.



La reina de la Galería, la Tempestá, es una delicia que yo me llevaría debajo del brazo, como eso no pudo ser, me he comprado un cartel que la reproduce.

En la galería estaba una exposición de Melotti de escultura contemporánea entre Trecentos y Ducentos.




Pasando “ríos”, como llaman en Venezia a los canales pequeños, y puentes llegamos a la Fundación Peggy Guggenheim y ya fue el no va más. La casa es preciosa, da al Gran Canal y sólo tiene una planta, pero desde la puerta de entrada por la calle, que es de hierro y cristal hasta el jardín y no digamos ya los Max Ernst (marido de Peggy), Picassos, Mirós, Mondrián, Chagall, severini, Chirico, Pollock, Arp, Archipenko, Gris, Calder, Boccioni, Giacometti… lo mejor del siglo XX.

Peggy está enterrada en el jardín con sus gatos, se murió en el 79. Su cama tiene un cabecero de Calder y u móbil. Las muñecas de cristal azul que están colocadas sobre una ventana que da al canal son de la hija de peggy y los cuadros son adaptaciones de obras de Picasso.

En el jardín hay esculturas y dentro muebles antiguos, en la entrada retratos de Peggy.

Compramos el catálogo y postales de las obras. La escultura más famosa da al Gran Canal y es un hombre a caballo con el pene gigantesco y erecto, parece que el pene es desmontable y en una ocasión que fue un obispo de visita lo desmontaron.









Desde allí nos fuimos a comer a una trattoria que parecía barata, unas 28.000 liras. 

Volvimos a la plaza delante de la Academia y compramos un grabado de un pintor allí en la calle, estuvimos viendo como dibujaba al carbón y nos dijo que era de Parma.



Cogemos un vaporetto al Lido vamos a ver la playa, que es inmensa y llena de casetas de baño preciosas, que pertenecen a hoteles, en el Lido las casas tienen jardines y hay un hotel de película que es el Excelsior, tiene un embarcadero para llegar en góndola. El Casino también tiene embarcadero, al lado del Casino está el edificio del Festival de Cine de Venecia, la Mostra.
























A la vuelta nos bajamos en San Marcos y subimos al Campanile, y ocurrió algo indescriptible: la vista de la ciudad, el sol bajando ya, rojo dorado, San Marcos haciendo brillar sus oros y azules, la plaza llena de gente, en los cafés las orquestinas y por si fuera poco, las campanas tocando y yo llorando de felicidad.












Desde San Marcos cogimos el último vaporetto.



...continuará.

Textos: Ximena Prieto Álvarez

Fotografías: Ximena Prieto y Miguel Roa.



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