sábado, 4 de julio de 2020

Verano del 85 (y IX)Milán, Pavía, Turín (Italia), Conques, Moissac (Francia) y Santillana del Mar (España)


27 de Julio de 1985  Milano

Cogemos dos autobuses y el metro que tiene dos líneas, roja y verde y están haciendo otra, la amarilla. 



Salimos a la superficie en el Duomo, realmente alucinante, gótico sobre gótico, arbotantes chapiteles, pináculos, ojivas, esculturas, marmol, grandiosidad. Las palomas atiborraban la plaza. Al lado la galería Vitorio Emanuele II, en forma de cruz con cúpula de cristal y bóveda de cristal. Los edificios de la galería son estilo siglo pasado. Hay bares con terrazas, uno de ellos con mosaicos, miles de carteles fijos de cristal anunciando exposiciones, tiendas sofisticadas y gente muy bien vestida, con gusto y estilo.







En la oficina de turismo un montón de folletos y un plano, nos vamos a ver el palacio Reale en la misma plaza del Duomo, también el museo de Arte Contemporáneo, allí disfrutamos con los Severini, De Chirico, Fontana, Boccioni, Morini, Roth, Morandi etc.

Del Duomo a la plaza de la Scala donde está el teatro atravesando las Galerias Vittorio Enmanuele II.




En el centro de Milán circulan muchísimos tranvías, amarillos, que le dan un toque especial a la ciudad. Repito las tiendas impresionantes.

Entramos en los almacenes la Rinascente y compramos de todo, todo lo que nuestro presupuesto nos permite, yo me hubiera llevado a casa incluso el edificio. En la tienda una dependienta nos habla normalmente en italiano pensando que lo somos, incluso nos comenta que hace mucho calor (Ma che caldo fa!).

Por la tarde al Castello Sforzesco, una mole con torres cuadradas, patios y jardines y dentro todo el arte que se nos ocurra, es imposible de ver en su totalidad. Nosotros queríamos ver especialmente la última piedad de Miguel Ángel, la Rondanini, vamos a por ella, inacabada como está es una delicia de formas y vida, el Cristo se derrama entre los brazos de la Virgen que, ya no es la niña de la Pietá Vaticana.






Del Castello a Santa Maria delle Grazie, a ver La Cena de Leonardo. El refectorio no es muy grande, en la pared del fondo está La Cena entre andamios de restauración, tan perfecta como nos la han explicado siempre. Cuando en la II Guerra bombardeaban Milán, los milaneses acudieron en masa a Santa Maria delle Grazie para salvar el muro, colocando sacos de tierra. Con Leonardo terminamos el día.







28 de Julio de 1985   Milán


Cuando volvimos anoche al camping nos dimos cuenta de que habían intentado robarnos haciendo un pequeño corte en la tienda, pero nunca dejamos nada de valor solo el saco de dormir y la colchoneta, así que fue una maniobra fallida.

Hoy, haciendo un recorrido parecido fuimos a la Pinacoteca de Brera para ver cuatro obras fundamentales: las bodas de la Virgen de Rafael, La Virgen con el Niño, Santos y Angeles, llamado la Pala Brera de Piero della Francesca, el Cristo Muerto de Mantegna y el Lavatorio de Pies de Tiziano.






Desde allí al Museo de la Ciencia y la Técnica Leonardo da Vnci. El museo inmenso, tiene todo lo que Leonardo inventó, descubrió, diseñó o realizó. Lo más interesante es ver las máquinas en funcionamiento y el ala de Leonardo donde se exhiben junto con dibujos todos sus esquemas, proyectos y máquinas, desde el ala delta a un proyecto de ciudad completa al estilo Le Corbusier, también proyectos hidráulicos, estudios botánicos, geológicos, físicos, químicos y bélicos.



Comimos en una pizzería restaurante preciosa con una decoración exquisita al lado del Duomo, pizzería De Gennaro, nos costó la comida 54.120 liras, pero mereció la pena comer entre litografías de Modigliani unos filetes milanesa, con verduras y patatas.



Después de comer nos paseamos por el centro y al volver al camping había una prueba en el autódromo. El parque de la Villa Reale de Monza es extensísimo, 40 kilómetros, y y es público, hay piscinas y se llena de niños, bicicletas, motos y gente paseando y haciendo pic nic. Esto es el cinturón de Milán que tiene ciudades como Sesto San Giovanni de 300.000 habitantes o Monza, Gessate, Vedano etc. Desde Monza tardábamos una hora en autobús hasta Milán Estación central y desde allí en Metro al centro unos 15 minutos.


29 de Julio de 1985 Milán- Pavia- Turín (Torino)


De Milán a Pavía hay muy poco trayecto, la carretera va entre campos verdes, arboleda y pequeños pueblos. Nos acercamos a la Cartuja donde Carlos V mandó encerrar a su enemigo Francisco I de Francia después de la batalla de Pavía. Desgraciadamente sólo podemos ver la Cartuja desde fuera y a través del ojo de la cerradura de la puerta monumental, es lunes y los monumentos están cerrados. Seguimos hasta la ciudad, la parte antigua tiene calles estrechas y es muy bonita, hay poca gente, se nota que es época de vacaciones, hay torres de estilo lombardo, rojas, de ladrillo sin ventanas, en la plaza de la Universidad hay tres juntas formando una enorme escultura. En la Universidad si hay mucho movimiento. La iglesia de San Michele es de estilo románico lombardo, una joya, hemos firmado en un libro que hay a la entrada, con la fecha yel país y la ciudad de donde procedemos.

Sin embargo, el duomo no es muy impresionante, sí la cúpula por sus dimensiones. El “ponte coperto” o puente cubierto es muy original, fue destruido en la II Guerra y reconstruido piedra a piedra, este ejercicio es algo usual en Italia porque los italianos se preocupan de verdad por su patrimonio cultural.






Comimos en Lomello en el restaurante al Castello, por 26.000 liras.



Entre un paisaje cada vez más norteño llegamos a Turín y nos fuimos directamente al camping situado a la orilla del Río, río con mayúsculas porque es el Po.

30 de Julio  de 1985 Turín

Turín tiene una gran clase, es de esas ciudades que son señoras de toda la vida, que no necesitan hablar para que uno las reconozca. El Po la atraviesa bordeando parques con castaños, encinas, alerces, pinos, sauces y jardines ingleses, tan impresionantes como el de Valentino, lleno de petunias, coleos de todas clases, begonias, margaritas, taguettes a ras de suelo, y entre las flores riachuelos con cascadas y puentecitos de madera.

Turín además tiene muchos puentes y embarcaderos. Las plazas son todas especiales, nosotros elegimos dos: La de Carignano, flanqueada por el edificio del Museo Egipcio y el palacio Carignano, y la de Carlos Alberto que da al Palacio Real.

Turín conserva toda la planta de ciudad romana (Taurinarum) con calles en cuadrícula, muy amplias, casas del siglo XVIII como las que llenan la Via Roma, la Garibaldi o la Via del Po, mercados y rastros. El palacio Madama está incrustado en una torre que sirve de albergue al Museo, esta torre es romana.

En el Museo hay escultura y pintura del XII al XVI, el tesoro principal es el breviario miniado “Las muy ricas horas del Duque de Berry”. La porcelana y los esmaltes llenan el tercer piso, hay objetos de todo el mundo, también españoles, llaman la atención los esmaltes. El palacio Madama es rococó y conserva los salones tal cual.



Desde la Plaza Carlos Alberto a la catedral. El exterior es poco pretencioso, el interior muy sobrio, con mezcla de estilos, el altar rodeado de un deambulatorio y de la sacristía donde está la Sábana Santa, que a mí me impresionó mucho, en la nave izquierda del transepto se explica el proceso histórico hasta la llegada de la Sábana a Turín, análisis científicos y explicación de las señales, así como unas palabras de Pablo VI. Compramos una reproducción en pequeño del negativo de la Sábana. Cualquier parecido con el montaje de San Antonio de Padua es pura coincidencia, por supuesto a favor de Turín.

Entre la catedral y el Museo Egipcio entramos en una antigua papelería en la Via del Po llamada Cartoleria Centrale, era una tienda pequeña, con una gran trastienda atestada de libros viejos, estampas, grabados, postales y fotografías antiguas, la dueña una señora encantadora, mayor, de ojos verdes y buena facha nos atendió de una forma especial, estuvimos charlando y eligiendo postales y estampas mucho rato, hablamos mitad en italiano, mitad en francés, nos contó que vendía las postales a 90 liras, ¡increíble en Italia! Porque así vendía más, y además ella no tenía el negocio como tal. Nos contó que había visto un grupo folclórico andaluz en una reunión internacional y que le había gustado mucho el traje de andaluza por la gracia que le daban los faralaes. Nos habló de Turín, en piamontés se dice Turín, no Torino, y de que injustamente no entraba en los tours turísticos de Italia.

Le compramos seis estampas antiguas y veinte postales. Al final nos despedimos con verdadero afecto, tanto nosotros como ella y nos dijo que estaba encantada de habernos conocido. Fue una preciosa experiencia.

En el Museo Egipcio se me planteó la duda sobre lo que tendrán en Egipto de arte antiguo porque en Turín tienen como mínimo la mitad. Vimos la tumba completa del arquitecto Kha y su mujer y tantas y tantas cosas. En el segundo piso está la Galería Saboya de pintura, pero, excepto una sala, el resto estaba en restauración, a pesar de todo vimos tres Bellinis, Antonello de Messina y el Pollaiuolo.



Comimos en La Fila, una pizzería de estilo antiguo al lado del museo, bien decorada, con servicio caro, pero comida estupenda por 52.400 liras.



Por la tarde intentamos ver la galería de Arte Moderno, pero estaba cerrada por reformas. Pasamos por la Stazione Centrale, muy bonita, la torre o mole Antonelliana es un raro edificio hecho por Alessandro Antonelli primero como sinagoga judía, pero que, posteriormente, a finales del XIX, se terminó con otros dos cuerpos. Se puede subir hasta el tercer cuerpo en el ascensor y desde arriba Turín se ve precioso.



El Borgo Medievale se construyó para la Exposición Internacional de Turín, imita una ciudad medieval, tiene castillo, calles, plazas e iglesia. En las casas hay tiendas y bares, en una tienda de arte nos compramos una plancha de Turín en cobre y una obra moderna.









La impresión que conservo sobre Turín es tan positiva que tengo ganas de volver, incluso no me importaría vivir allí en absoluto.

El vino del restaurante del camping era buenísimo y dimos buena cuenta de él las dos noches que estuvimos allí.


31 de Julio de 1985 Turín-Susa-Frejus-Lyon-Le Puy. 458 Km


Lo único para resaltar es el registro en la frontera de Susa antes de pasar el túnel de Frejus y entrar en Francia por los Alpes. El policía italiano, joven y que debía de estar aburrido nos preguntó de dónde veníamos y que dinero llevábamos, le debió parecer poco y entonces dijo:¿Poso vedere la macchina?  O sea ¿Puedo ver el coche? Nos hizo sacar cosa por cosa de las maletas, miró el dinero, los cheques de viaje, los tikets de la entrada a los museos griegos, mis pastillas Saldeva e incluso las bolsas donde guardaba los zapatos, pero a mitad del registro debió de percatarse de que se había equivocado y el resto fue puro trámite, nos dijo que metiéramos todo en el coche y con un Prego, Bongiorno, se despidió. 



El paisaje de la frontera entre Susa y Frejus es de montaña, alpino, claro. Hemos bordeado los Alpes y por Frejus los hemos atravesado.

En Francia nada nuevo, tan cretinos como es costumbre. Comimos en un pueblo de Saboya por 47 francos, nuestro destino era Le Puy y allí llegamos con un frío considerable.



El camping de Le Puy es municipal y la gente que lo lleva funcionarios típicos, desagradables. El pueblo es pintoresco, con un casco antiguo bonito, una iglesia colegiata gótica y un pináculo natural de granito sobre el que han colocado una iglesia, en otro pináculo natural hay una virgen de piedra rosa de dudoso gusto.




1 de Agosto de 1985 le Puy- Conques- Moissac. 462 Km


Por una carretera de cabras, con apenas indicaciones y gracias a la ayuda de un mecánico pudimos llegar a Conques, que, por cierto, mereció la pena. Sainte Foy en restauración, pero preciosa, el pueblo encantador, como de cuento de hadas. Compramos una lámina de un pintor que vendía acuarelas de Enrique Marín, un sevillano que vive en Francia. 



Comimos estupendamente en el Auberge de Saint Jacques. Conques es un punto crucial de peregrinación a Santiago, de hecho, la planta de Conques es el modelo que se siguió en la catedral de Santiago.




Por la tarde nos fuimos a Moissac.

Moissac es feo, no tiene ningún encanto, pero la abadía sí merece la pena, para mí el pórtico de San Pedro es el número uno del románico. Cuando lo ves tan de cerca no te extraña que inspirara terror apocalíptico, se comprende a Adso de Melk el personaje de “El nombre de la Rosa” cuando se enfrenta al pórtico y siente la mirada del Maiestas Domini. El claustro también impresiona, los capiteles son totalmente distintos unos a otros, de un realismo fantástico de primer orden.












En la plaza, lo mismo que en le Puy numerosos magrebíes, supongo que trabajan aquí, y apenas franceses que estarán de vacaciones.

El camping de Moissac mucho más vacío que el de Le Puy y también municipal.


2 de agosto Moissac-Santillana del Mar. 539 Km


Nos quedaba un recorrido por el suroeste francés hacia Burdeos, así que atravesamos las Landas, comimos cerca de Dax y a las cuatro de la tarde estábamos pasando la frontera por Irún. Gracias al tremendo tráfico, sobre todo de extranjeros no nos hicieron caso.



Cambiamos dinero y como flechas hacia Santillana del Mar, donde dormimos en un maravilloso hotel (adiós tienda de campaña) que era una antigua casona, cenamos en un restaurante también increíble, paseamos por Santillana, que es un auténtico museo vivo y nos preparamos a atacar la última etapa hasta Vegadeo. 










2 de agosto Santillana del Mar- Vegadeo 336 Km


Después de ver el Claustro y la colegiata de Santillana salimos rumbo a Asturias y llegamos a casa a  Vegadeo a la hora de comer, nos retrasó la fiesta de las piraguas de Ribadesella y el gran atasco de tráfico que había. Allí empezamos a ver coches italianos del norte: Milaneses, Turineses, algún romano, que nos devolvían la visita. En casa todos estaban bien y esperándonos dos días más tarde.













Este diario de viaje se ha escrito en Granada, siguiendo las notas tomadas durante el viaje, se ha terminado el 17 de noviembre de 1985. Desde julio han pasado muchas cosas, unas buenas y otras, que pretendemos olvidar, como la pérdida del bebé que habíamos traído de Italia. Lo que nunca olvidaremos serán esos días que pasamos en tantos sitios, conociendo paisajes y disfrutando de tantas cosas hermosas.

Ximena Prieto Álvarez




Epílogo: Es hora de presentar cuentas, he cogido la cartilla de la Caja de Ahorros de Granada que era donde en el año 1985 me ingresaban la nómina y he sacado algunas conclusiones: 

En ese momento mi nómina era de unas 104.000 pesetas/mes (625 €), en el mes de junio cobré también la extra, en total 182.967 pesetas (1.100 €).

El día 26 de junio saqué del banco 34.900 pesetas y me quedó de saldo unos 0,60 € (100 pesetas), no sé si ese dinero se utilizó en el viaje o no, el día 27 de junio me ingresaron la nómina (182.967 pesetas) y el día 28 saqué 175.000 pesetas (1.050 €) y ese dinero sí fue para el viaje. Salimos de viaje el día 30 de junio.

Recuerdo que parte del dinero lo llevábamos en cheques de viaje en dólares que fuimos canjeando y el resto en dinero español. Aún no teníamos tarjeta de crédito o débito, eso era sólo cosa de ricos.

A lo largo del viaje tuvimos que cambiar dinero a francos franceses, liras italianas, dinares yugoslavos, dracmas griegos, de nuevo liras italiana y francos franceses con las consiguientes comisiones y tiempo.

No existían los teléfonos móviles por lo que las llamadas eran pocas y caras a través de cabinas que funcionaban con tarjetas prepago https://encontradoenmidesvan.blogspot.com/2019/01/64-tarjetas-telefonicas.html

El viaje lo realizamos en el coche Renault 14 con matrícula GR-4495-H que había comprado en el año 1982 y una tienda de campaña para 4 personas tipo canadiense.

En el viaje intentaron robarnos en dos ocasiones, una a mí en el Vaticano y casi lo logra y otra en la tienda de campaña y en la aduana francesa pensaron que traficábamos con algo por el registro a que nos sometieron.

En Yugoslavia nos agobiábamos mucho porque la prioridad era encontrar gasolina, en la mayoría de las estaciones se había acabado la super y las estaciones de servicio distaban entre sí más de 50 km y por encontrar plaza en los campings ya que los que había, estaban tan repletos como para no poder colocar una tienda más. Por tanto no pudimos disfrutar más de sus paisajes, no se podía parar en casi ningún sitio de la carretera por falta de espacio, ni de sus ciudades porque las prioridades eran: gasolina, camping, restaurante (andar-dormir-comer).

En Italia siempre nos sentimos como si estuviésemos en casa; a pesar de su forma de conducir, sus peleas o sus exageraciones.

Fue un viaje emocionante que nos llevó por una parte de Europa que era bien diferente a como es ahora y que nos sirvió de gran experiencia en nuestras vidas y en los siguientes viajes. 

Al llegar a Vegadeo nos esperaba la familia de Ximena, Ramonita, Negrín y Toby.

La penúltima fotografía es de uno de los grabados que compramos en aquel viaje y que nos acompaña desde entonces.

En la última estamos nosotros en el hall del Instituto de F.P. de Guadix (Granada) donde nos conocimos y trabajamos.

Recuerdos para siempre que han ido brotando a lo largo de los años en múltiples ocasiones y lugares.


4 de julio de 2020                                                                   Miguel Roa 







Textos Ximena Prieto Álvarez

Fotografías: Ximena Prieto Álvarez, Miguel Roa Guzmán y algunas diapositivas comerciales.

Las fotografías de Santillana del Mar y algunas de Vegadeo corresponden a tarjetas postales.

1 comentario:

mrayah dijo...

Ayy que bonico tó.