miércoles, 22 de julio de 2020

Turquía (I) Éfeso, Pérgamo, Ankara, un Caravansaray y Capadocia



VIAJE A TURQUÍA. JULIO 1998

Supongo que los viajeros del siglo XIX, que eran británicos en su mayoría, al legar a Turquía se encontraran con una tierra muy exótica, lo mismo que les ocurría en Granada. Hoy no es así. La impresión general que uno tiene es que está en Europa, eso sí, con unas gotitas de exotismo mayor o menor según la zona. Del exotismo tienen la culpa los miles de minaretes que se pueden contemplar, los trajes de las campesinas anatolias, el Gran Bazar de Estambul, pero no los bigotes de los turcos, que han disminuido considerablemente.

Sin embargo, es evidente que Esmirna y las ciudades del Egeo son más Grecia que Anatolia o Estambul.



Este país desde luego merece un más profundo conocimiento y disfrute, entre otras razones porque uno se siente a gusto en él, la hospitalidad es cálida y no hemos sentido en ningún momento miedo o inseguridad.

Y empezando por el principio…





22 de Julio de 1998

Como estaba previsto salimos de Madrid vía Estambul a donde llegamos por la noche. Nos hartamos de esperar las maletas delante de la cinta transportadora pero no estaban, así que, en compañía de una pareja en igual situación fuimos a objetos perdidos y resultó que las maletas seguían viaje a Esmirna porque las habían facturado en Barajas. La guía que nos esperaba certificó que las maletas estarían en Esmirna al día siguiente. De esta manera, ligeros de equipaje, nos llevaron al hotel junto con un matrimonio de Madrid y su hija (Mercedes, Rafael y Marta).








La comida en los aviones turcos venía en una caja de cartón cuya tapa estaba troquelada para poder separarla y guardarla, la tapa era una postal con la reproducción de un grabado de algún lugar emblemático turco.






El matiz agradable fue el hotel, el Arcadia, situado en el cogollo de Estambul, delante de la Mezquita Azul y Santa Sofía, el mar de Mármara y la plaza del hipódromo. Este entorno iluminado por la noche es un lujo para los sentidos, pero, además, si a las diez y media los muecines empiezan a llamar a la oración es una borrachera de sensaciones lo que se te ofrece.
















23 de Julio de 1998 Esmirna. Éfeso
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Al amanecer nos levantamos y de nuevo la visión de ensueño de la ciudad. Nos vamos al aeropuerto para Esmirna y coincidimos con Pilar, una señora que viajará con nosotros por Asia Menor y Capadocia. Pablo y yo, por separado hemos coincidido en que se parecía a la tía Mary Lourdes: educada, independiente y cosmopolita, con una gran personalidad y muy muy agradable. A ella se le había perdido en neceser que después recuperó en Esmirna también.

Bien, desayunamos en el aeropuerto y enseguida embarcamos. El vuelo corto, y a las 10 estábamos en Esmirna, en turco Izmir. Nos recibió la guía, una señora llamada Lea, con una clase y un saber estar increíble, además de entrañable y delicada. ¡Gracias por todo Lea!

Lo primero fue recoger las maletas, ¡Que estaban allí! y lo segundo irnos a Éfeso, los turcos le llaman Efes. Ahora la ciudad nueva está un poco separada y se llama Selçuk. Vamos a la casa de la Virgen que está en una montaña. La localización del sitio se basa en la tradición oral y en unas visiones que tuvo Catalina Emmerich, una alemana que descubrió el lugar sin verlo a través de una visión.

Subimos y en lo alto de una colina boscosa está la casa, desde arriba se ve Éfeso y el antiguo puerto griego. La casa de la Virgen se compone de los cimientos de una casa del siglo I, sobre ellos está el muro de una basílica del siglo IV ya cristiana y la última parte del edificio es del XX. Aquí se dice que vivió la Virgen después de venir de Jerusalén con San Juan. Entramos en la pequeña iglesia, rezamos un momento y salimos. Hay una fuente en el exterior que procede de un manantial, nos lavamos las manos y bebimos.
















En una verja los visitantes tienen la costumbre de dejar sus pañuelos de papel atados con un nudo.

Bajamos hacia Éfeso que estaba en un valle entre dos colinas y el mar. La primera ciudad puede ser del 1000 a. C. Cuando Alejandro comenzó la conquista de Asia menor dejó a Lisímaco aquí y este la conquistó. A la muerte de Alejandro gobernaron los hijos de Lisímaco y después los Atálidas de Pérgamo. Cuando Roma empezó la conquista los Atálidas le ceden el reino. De esta manera Éfeso tiene tres niveles o cuatro, la ciudad pre colonial, la ciudad colonial jonia, la ciudad helenística y la ciudad romana.

Su tamaño es descomunal. El río ha rellenado con sedimentos la parte que en la antigüedad era el puerto. La ciudad tenía un plano en cuadrícula y aún no se ha excavado ni el 20%. Conserva unos restos espectaculares, el Bouleterion, el Pritaneo y el Ágora. Las calles son muy anchas con un alcantarillado sofisticadísimo. A continuación, los restos de la ciudad de época clásica, la zona del Artemisión del que quedan dos columnas (las estatuas las veremos en el Museo). Paseamos entre columnas de todas clases con hermosísimos capiteles. Seguimos bajando y entramos en la zona helenística y a continuación la romana en la parte más baja. Hay innumerables fuentes conmemorativas, también un edificio impresionante, el Odeón y la grandiosa y famosa Biblioteca. Pasamos al teatro donde San Pablo predicó contra Artemisa y claro, no fue bien recibido, aunque consiguió crear una pequeña comunidad cristiana que fue una de las Siete Iglesias de Asia. La Biblioteca que también se llama de Celsius está en el cruce de dos calles, la de mármol y la de los Curetes, llamada así porque en ella estaban las estatuas de los sacerdotes de Artemisa. El edificio está orientado al este para que la luz de la mañana entrara por las ventanas de la sala de lectura. La mandó construir Iulius Aquila en memoria de su padre Celsius, prefecto de Asia. A lo largo de la calle Curetes vamos viendo a la izquierda sobre la ladera las casas de la aristocracia, mansiones increíbles, con mármoles, mosaicos, fuentes… Como ya he dicho esta calle se cruza con del Mármol y es paralela a otra llamada del Puerto que llega hasta el antiguo puerto donde hay unas termas y un gimnasio.

Éfeso es muy griego no solo por su historia sino también por la vegetación, el colorido, todo. Cuando salimos lo hacemos por la calle del Puerto y nos volvemos a mirar la ciudad.



















 Relieve en e3l que se inspiró la marca deportiva Nike para su logotipo.


































Comemos en una terraza una carne en pinchitos pequeños muy rica, ensalada de pepino y tomate con perejil. arroz blanco aderezado con pimienta, un hojaldre relleno de queso buenísimo y sandía. Yo me tomo un café turco. Y a Pablo le ha gustado la comida, ¡Albricias!

Después de comer nos vamos al Museo en Selçuk, está organizado por temas: Templo de Artemisa, casas, monumentos cívicos, enterramientos y ajuar, joyería, medicina, mosaicos, muebles, útiles de belleza. Entre los muebles hay unas mesas de mármol y otras con pie de hierro y tapa de vidrio magníficas. Vi pinzas de depilar de cuatro diseños distintos. Las esculturas son imponentes, las estatuas de Artemisa me sobrecogen, no solo por el tamaño, si no porque lleva una coraza llena de huevos de toro y una túnica con figuras de animales relacionados con la caza. En la cabeza un tocado complicadísimo que te produce un cierto temor unido al embeleso. Así que me imagino lo que sentirían las gentes de Éfeso ante ella y también pienso en las "narices" que le echó San Pablo al enfrentarse a su poder en Éfeso.

Paso por delante de la estatua de Domiciano, colosal, solo queda la cabeza y un pie, y mentalmente le doy un corte de manga, saludo a Livia Drusila, Augusto, Marco Aurelio y demás.






Desde allí nos fuimos a ver como se hacen las alfombras turcas, aprovechando el calor para no estar bajo el sol a esas horas. El sitio estaba en las cercanías de Selçuk y lo habían inaugurado hacía cuatro días, es una cooperativa de 50 personas, un edificio con techos de madera y patios, una hermosura. Primero entramos en una sala para ver a las mujeres tejiendo.






Ahora voy a hablar de las alfombras turcas porque para mí ha sido descubrir una realidad que a pesar de saber de su existencia no la había tenido tan cerca en mi vida y es un mundo apasionante. Las alfombras turcas se distinguen porque son de doble nudo, la trama de la alfombra puede ser de lana, seda o de algodón, los tintes son naturales excepto el rojo intenso, se nota porque el mismo color no es del todo uniforme. Los motivos decorativos varían mucho según la zona, unos son geométricos, otros vegetales y otros forman meandros con motivos vegetales. Las de tonos claros son del oeste, las de tonos fuertes de Anatolia Central y norte. Valen menos de la mitad que en España y para reconocer la calidad hay que tirarla al suelo, si se arruga suavemente es que es buena. Otra característica es que después de cada fila de nudos se pasa por toda la trama un hilo completo, se aprieta contra los nudos y después se corta la fila de hilos que sobran. Los hilos que se han cortado sirven para hacer otra alfombra, pero no tendrá la misma calidad. Vemos que para hacer los dibujos las mujeres tienen delante un esquema, aunque las más experimentadas no lo necesitan. Vimos también los kilims y después nos enseñaron como se sacan los hilos de seda de los capullos, nos dieron un té de manzana muy rico y vimos como unos hombres restauraban alfombras antiguas.

Antes de constituir la cooperativa las mujeres trabajaban en sus casas, ahora unas trabajan aquí y otras siguen haciéndolo en casa. La fábrica tiene unos salones enormes preparados para exponer y vender alfombras, con moqueta y un banco tapizado pegado a la pared que recorre la habitación en tres de sus lados. Nos sentamos y empieza el espectáculo. Los ayudantes del vendedor que, por cierto, habla español como si fuera de Valladolid sin un ápice de acento, empezaron a desplegar alfombras hasta que cubrieron todo el suelo. Luego nos preguntó si queríamos saber precios y claro, quisimos. Los precios oscilaban entre 1.000.000 y 20.000 pesetas. Las de seda son pequeñitas y no se usan para el suelo si no para colgar en la pared. El problema era elegir una y que esa una se ajustase al presupuesto y al tamaño que queríamos. Al final nos decidimos por una de lana sobre lana en tonos suaves y motivos de meandros de aquella zona. Pilar compró otra muy bonita con motivos geométricos. Fue toda una "delicia turca", el lugar, el vendedor, los trabajadores, las alfombras, el té y la conversación de Lea que me contó que tenía un nieto de tres años, Selim, que vive en Esmirna. Lea habla un español con palabras en ladino porque es judía sefardí y le enseñó su abuela, sus ancestros vivieron en el sur de España antes de la expulsión. Por esto de repente oyes palabras como dixo, yente, vos voy a decir, sabido por sabio. Físicamente Lea es alta y delgada con unos ojos oscuros muy bonitos.






Nos volvimos a Esmirna al hotel y al día siguiente Lea nos llevaría a Pérgamo. En el hotel descubrimos que había piscina, Pablo se bañó y después salimos a dar una vuelta. Esmirna está en una bahía sobre unas colinas y se extiende hasta el mismo mar. Lea nos contó que antes de 1923 era una ciudad totalmente griega, los griegos vivían en la colina sobre el mar en casas con jardín, ella también vivió en esa zona cuando era pequeña. En 1923 la población turca y griega se intercambiaron y los griegos al irse parece que incendiaron las casas y el barrio quedó casi destruido.

Esmirna ahora es una ciudad moderna con anchas avenidas y ambiente occidental, tiendas caras y chicas con minifalda y maletín de ejecutivo. Paseamos a la orilla del mar desde donde los barcos parece que te van a engullir, el puerto comercial es enorme. Desde Esmirna se exporta a todo el mundo. Estambul importa, Esmirna exporta. Hace calor, calor húmedo. Volvemos al hotel y cenamos con Pilar opíparamente, un servicio sensacional y unas magníficas vistas al mar. Por ahora la comida nos gusta mucho.








24 de Julio de 1998 Pérgamo

Desayunamos temprano, llega Lea y un chófer nuevo, Adhmet, y nos dirigimos a Pérgamo por una carretera paralela a la costa con cultivos mediterráneos, olivos, girasol, tabaco, frutales… El mar a la izquierda porque Pérgamo está al norte de Esmirna un poco en el interior. La ciudad actual está en la parte baja y se llama Bérgama. Pérgamo sobre una montaña. Lo primero que vemos en el llano es una gran basílica cristiana del siglo II edificada sobre un templo romano dedicado a Serapis, dios egipcio. Pérgamo es otra de las 7 ciudades-comunidades que aparecen en el Apocalipsis de San Juan junto con Éfeso, Esmirna, Sardes, Tiatira, Filadelfía y Laodicea (Ap 1,11). Esta basílica es la más antigua de Asia Menor, ahora le llaman la Basílica Roja por el color de los materiales. Todavía dentro del coche porque vamos subiendo, vemos el barrio antiguo de Bérgama en la falda de la Acrópolis. Son casitas bajas, de colores donde viven turcos de origen balcánico que volvieron en el siglo XX.

La Pérgamo antigua fue fundada por Átalo, un general de Lisímaco. Hay tres niveles distintos que se corresponden con tres épocas: Primitiva, Helenística y Romana. La Acrópolis tiene un área de templos, otra de palacios, otra militar, el arsenal donde está la ciudadela militar. El teatro de Dionisos está en una de las partes bajas y al lado el templo de Dionisos, el teatro es muy estrecho porque tenían que dejar libre el camino de acceso al templo. Encima en otro nivel está el templo de Atenea, a la izquierda de este el altar de Zeus y más arriba, sobre un criptopórtico doble con arcos y bóvedas el templo de Trajano que es hexástilo y períptero. Los capiteles corintios aquí tienen las típicas palmetas de Pérgamo.

Vemos las murallas de la Acrópolis de sillares de basalto oscuro y sobre ellas las romanas con ladrillos y fragmentos de mármol. La vista es magnífica, hace calor, pero como en Éfeso, de vez en cuando una brisa fresquita que viene del Egeo y se cuela por los valles. Nos asomamos a la parte superior del criptopórtico y abajo se distinguen dos "tels" donde estaban las necrópolis de los reyes y un anfiteatro romano del que queda la forma oval.

El abastecimiento de agua se hacía desde las montañas a través de 45 Km por acueductos y conductos de cerámica hasta la Acrópolis y aquí en el interior hay pozos y cisternas.

Ahora vamos al altar de Zeus que los alemanes se llevaron a Berlín por lo que solo podemos disfrutar del podio sobre el que estaba el magnífico friso de Scopas. El expolio que se ha llevado a cabo aquí es igual al de Grecia, comentamos con Lea lo injusto de estas cosas. Los frisos de la Gigantomaquia y la historia mitológica del origen de la ciudad relacionada con Hércules y una princesa de Pérgamo quizá no vuelvan nunca aquí, que es el lugar donde tenían que estar, mirando al llano, dominándolo todo. Comentamos también el hecho de que aquí se utilizó el pergamino por primera vez de ahí el nombre.











































De aquí nos vamos al Asklepion que está a 2 Km, en un llano. El Asklepion era un recinto dedicado a hospital con una calle principal con alcantarillado y una avenida de estatuas de las que quedan los pedestales. Una clínica dedicada a enfermos mentales, mejor dicho, para reponer a los soldados que volvían agotados de la guerra y padecían crisis nerviosas. No admitían moribundos ni heridos, la muerte no tenía cabida aquí. Asklepio o Esculapio era el dios de la medicina, su símbolo son dos serpientes en horizontal y una guirnalda de hojas de olivo que vemos en una inscripción a la entrada una vez pasada la calle principal. Esta zona tiene una parte de época clásica y otra de época romana, avanzando se llega a una especie de ágora cuadrada con un templo del que quedan pórticos completos corintios y jónicos. Al lado del templo una biblioteca. Andando llegamos a una zona un poco más alta con olivos e higueras donde queda una columnata dórica hermosísima. Damos la vuelta bordeando el ágora por el exterior y vemos piscinas, unas para untarse el cuerpo con lodos y otras para lavarse. Estos baños eran parte del tratamiento. Desde los balos los enfermos pasaban al hospital a través de un túnel abovedado con óculos en la parte superior, por donde entraba la luz. Mientras recorrían este túnel que estaba decorado con pinturas y estucos (quedan restos), los médicos les hablaban desde arriba tranquilizándolos tipo hipnosis. Entramos en el hospital en forma de enorme tholos, este hospital tenía dos plantas, un sistema de calefacción tipo hipocausto y una gran fachada arquitrabada con dos escaleras de acceso. En este hospital trabajó Galeno, Los médicos que trabajaban aquí tenían influencia de Hipócrates, aunque este trabajó en Epidauro.




























Lea nos invitó a un zumo de naranja natural y después comimos ensalada con yogur, berenjenas fritas rellenas, croquetas de carne y arroz con especies, verduras y sandía.

En la siesta nos fuimos a ver como se trabaja el ónice y el alabastro, hay varios tipos y calidades. El mejor es el rojo, hay otros de color verde, amarillo, blanco y negro. Nos hicieron una demostración de cortar y tornear, después pulir con agua y un ácido y del proceso salió un huevo que le regalaron a Pablo. 



Luego nos invitaron a un té de manzana en unos limpísimos vasitos de cristal muy fino, de forma acampanada sobre unos platitos de metal. Vimos una exposición de objetos de ónice, cerámica y piedras semipreciosas (ónice, ágata, lapislázuli, ámbar, amatistas, corales, turmalinas, aguamarinas y turquesas), también había objetos de espuma de mar, muy blanca y ligera. Pablo quería un patito de ónice, pero ya le habíamos comprado otras cosas y le dijimos que no, pero resultó que Lea se lo compró y se lo regaló. Adhmet me invitó a un cigarrillo y a todos a un vaso de Ayran, que es una bebida turca muy refrescante, se hace con yogur batido, agua y un poquito de sal. Al principio resulta extraño, pero acaba gustando y quita la sed por completo.



Volvimos al hotel y Lea se despidió de nosotros. Nos dio pena y la animamos para que viniera a España, intercambiamos direcciones y Pablo incluso le dijo adiós en turco: "Edelva", que le había enseñado Adhmet mientras volvíamos.

25 de Julio 1998

Es el día de Santiago. Nos levantamos a las 5,30 para salir hacia Ankara. En el aeropuerto nos despedimos de Adhmet y en Ankara estaba la nueva guía, una chica de 21 años que se llama Çagla (se dice Chaala) muy simpática. Recogimos a dos chicos más y al matrimonio y su hija que habíamos conocido en Estambul y visitamos la ciudad. Ankara es grande, con mucha vegetación sobre colinas. Es moderna, aunque en su subsuelo hay yacimientos desde el Neolítico. Al pasar vimos una tienda de Zara. Lo primero que visitamos fue el mausoleo de Mustafá Kemal Atatürk (padre de los turcos). Es un personaje magnífico, el mausoleo tiene un museo dentro y están expuestos los objetos que él usaba desde pitilleras, juegos de café, té, fotos, bastones, armas, útiles de escritorio, ropa y coches. Era militar de profesión nacido en Salónica, creó la República Laica y cambió el alfabeto del árabe al latino.













Nos vamos al Museo de las Civilizaciones Anatolias, que es completísimo, bien organizado y en un edificio muy bonito. Empiezas por Çatal Huyuk y Hacilar, incluso antes y llegas hasta el momento actual. Las piezas están en un excelente estado, la orfebrería hicsa es fantástica y por supuesto toda la cerámica, la época de Frigia (el rey Midas), el yacimiento de Gordión, la época clásica, helenística, romana, bizantina, selyúcida, otomana, amén de hitita, persa, meda, asiria etc.

La diosa-madre se puede contemplar en toda su evolución desde las Venus prehistóricas a Cibeles y Artemisa.






Pablo empezó a hacer amistad con los dos chicos que venían, Jose Antonio y Víctor, y con Marta, los adoptó y no se separó de ellos prácticamente, eran muy majos.

En el Museo le compramos un libro de cuentos sobre un personaje turco popular llamado Nasredin Hoca, una mezcla de Lazarillo, Quevedo y Pedro Sarmiento al que se le atribuyen un montón de anécdotas. Esto nos lo explicó Çagla, la guía que es estudiante de español, un día comiendo ninguno nos acordábamos de cómo se llamaba la segunda espada del Cid, la Colada, y fue ella la que lo recordó. Es una chica muy sana y auténtica, le enseñó a Pablo los números en turco, del uno al diez. El chofer se llama Sami, es de Capadocia de un pueblo cerca del lago salado por donde pasaremos. Nos vamos a comer al restaurante Iskander, por este nombre conocían los persas a Alejandro. El menú estaba compuesto por ensalada, sopa de arroz, yogur y perejil, después carne en láminas muy finas con trocitos de pan frito debajo, yogur y salsa por encima y un postre de queso.



Ahora hay que hacerse 400 Km hasta Capadocia atravesando Anatolia Central de Norte a Sur. Mientras avanzamos observo el paisaje y rememoro la ruta de Alejandro dentro del Imperio Persa. Esta meseta de Anatolia tiene una altitud mayor que la castellana, unos 900 metros, pero se parece bastante: cereales, girasoles, colinas y los ríos jalonados de alamedas. Estos álamos los plantan las familias cuando nace un hijo varón y cuando se va a casar se cortan y se vende la madera para la dote. Charlamos con Çagla mientras vemos el paisaje, paramos de vez en cuando para descansar y tomar algo. A mitad de camino vemos un hermosísimo lago, el lago Salado y como su nombre indica tiene depósitos salinos. En sus orillas hay fábricas de sal y anidan los flamencos. El agua tiene un color rosado que va cambiando hasta el morado, el azul y el blanco, según la profundidad. Es todo un espectáculo bordearlo. 

También paramos en un caravansaray (Kervansarays) Agzikarahan, uno de los lugares donde paraban las caravanas de mercaderes para estar en un lugar seguro, descansar y hacer noche.
































Sami el conductor vivió cuando niño en las orillas, ahora vive en Uksaray, cerca. Al pasar nos lo dice en español:"Este es mi pueblo". La gente lo conoce y lo saludan.

Llegamos al atardecer a Nevseir al hotel Dedeman Capadocia. Pablo está feliz porque tiene piscina. Es un hotel enorme, un poco impersonal pero muy confortable. La cena muy bien y a la cama enseguida.





26 de Julio 1998 Capadocia





En Capadocia estaremos dos días y medio. Vamos a recorrer el triángulo entre Nevseir, Avanos y Urgup. Empezamos por el valle de Göreme. Çagla nos explica el origen volcánico de la Capadocia y la erosión posterior junto con la transformación de rocas sedimentarias como la creta o la caliza dolomía. El resultado es un paisaje fantástico y singular. El mismo nombre de Capadocia es precioso, significa "tierra de los bellos caballos". A esta zona le llaman chimeneas de las hadas. El valle de Goreme está en el centro del triángulo. Pasamos por Uchisar, un pueblo muy pintoresco con un castillo en la parte alta. La roca de esta zona es muy blanda, incluso se talla con las uñas. A lo lejos vemos un enorme cráter apagado, uno de tantos que hay y que siempre tienen nieve en la cima. Los selyúcidas le llamaron "montaña que vuela" porque con la niebla de la base parece que flota. Los más altos son la montaña de Hassan y el monte Erciyes con 3916 metros. El color de la roca es ocre y forma chimeneas caprichosas y muy altas con sombreritos de toba volcánica que al ser más dura permanece, hasta que la creta de abajo cae, y entonces se forma otra chimenea. Las casas están talladas en la roca tipo las cuevas de la hoya de Guadix.

San Pablo estuvo en esta zona en Urgup. La ciudad más importante es Kaisery, antes Cesarea, capital de la satrapía de Capadocia. San Basilio fue su obispo en el siglo VI y en Göreme se fundaron monasterios cristianos. A partir del siglo VII la expansión del Islam llevó a la gente a construir ciudades subterráneas. El valle de Göreme tiene infinidad de monasterios y columbarios excavados en la roca.




















Entramos en varias iglesias como la de San Basilio con frescos bizantinos anteriores al primer periodo iconoclasta, en la iglesia de las Manzanas los temas son cristológicos, del siglo XI con planta de cruz griega con cupulillas, Pantócrator en el ábside y Virgen debajo, colores primarios y cenefas de orlas. Nos llama la atención el hecho de que los monasterios sean pequeños porque parece ser que las comunidades eran muy reducidas. Tenían cocina, lagar, comedor y almacén abajo. Hay figuras borradas y cruces encima debido a las luchas iconoclastas.

La siguiente iglesia está dedicada a San Basilio, Santa Teodora y Santa Elena y a su hijo Constantino. Aquí aparece la figura de la Onóforos o San Onofre, la mujer con barba y bigote que es la historia de una bella pecadora que, arrepentida, le pidió al Señor que la volviera fea para no incitar a los hombres. El Señor la escuchó y le concedió barba y bigote y así es como aparece en la pintura.

Todas las iglesias son estremecedoras, maravillas bizantinas dentro de una maravilla natural. La obra de Dios es muy superior a la nuestra. La última en la que entramos es enorme, tiene bóvedas de cañón, aparece el alfa y la omega y decoración vegetal. Las pinturas del ábside son magníficas, del estilo de San Vital de Ravena. Deambulamos por el valle de cueva en cueva salvando desniveles y nos damos cuenta de que podría haber unas 300 comunidades en la zona.














































Antes de comer nos vamos a ver una fábrica de objetos de ónice y piedras semipreciosas y nos hacen otra demostración parecida a la de Pérgamo. A Pablo le regalan otro huevo. 



Comemos en un autoservicio una carne picada con arroz y envuelta en hojas de parra muy rica y después nos vamos al Güverçinlik Vadisi o valle de las Palomas. En este valle había hadas y estaba prohibido que tuvieran relaciones con hombres, pero algunos hombres no hicieron caso y otros, por envidia, mataron a las hadas y las quemaron, y ellos se convirtieron en palomas. Desde luego muchos debieron de ser porque aquí en el valle hay muchísimas palomas. Nos fuimos a Cavuçim donde hay otro valle de chimeneas y seguimos camino de Avanos por donde corre el río Rojo, un río ancho y caudaloso.
















En Avanos lo característico es la cerámica y las alfombras. Vamos a una fábrica de cerámica.

Nos enseñan todo el proceso desde los churros de barro (blanco y rojo) hasta el modelado, usan tornos eléctricos, aunque tienen manual, avanzamos y vemos el secado, el cocido, el decorado y pintado, secado otra vez, esmaltado y cocido de nuevo. Aquí no esmaltan en color, sino que pintan toda la pieza, la cuecen y le echan un mismo esmalte transparente a toda ella para darle brillo. Los tipos de cerámica son la selyúcida en tonos blancos y azules y motivos vegetales y el otomano, con mucho color y motivos también vegetales, aunque hay animales y escenas. Los tulipanes se repiten mucho porque es la flor nacional. Nos hicieron una demostración manual con voluntario incluido y después nos invitaron a te de manzana y compramos algunas cosas de Kutahya.













Nosotros compramos algunas piezas:






Vimos otras chimeneas rosas y verdes, blancas, ocre con matices. Aquí lo llamativo es que era una ciudad habitada hasta 1952 repleta de casas-cueva. En el 52 hubo peligro de desprendimientos y sigue siendo peligroso entrar. Hace mucho calor. Después vemos tres chimeneas llamadas Las Tres Bellezas, una fábrica de alfombras y al hotel.
































Pablo se perdió en el ascensor unos minutos antes de cenar y lo pasamos fatal, pero gracias a Dios no pasó nada porque en vista de que no nos encontraba se le ocurrió ir a la habitación de Marta y sus padres. Antes de perderse se había bañado en la piscina con Pilar y Miguel. Esta es nuestra última noche en Capadocia.

En el hotel había una boda, nos invitaron por si queríamos incorporarnos a ella.

27 de Julio de 1998

Desde el hotel en Nevçheir nos vamos a Kaymakli donde hay unas cuevas subterráneas de enorme extensión y hasta siete niveles en profundidad. Los túneles son muy bajos. Vemos dormitorios, depósitos de grano, cocinas y hasta una iglesia. Estas cuevas las usaban para defenderse de los ataques. Desde las mismas casas se accedía a la cueva, las entradas estaban camufladas y no había forma de saber donde estaban. En el caso de que los invasores consiguieran entrar los túneles son tan estrechos que solo podían entrar de uno en uno y las puertas eran enormes piedras redondas. 




El billete anterior es la tarifa para entrar al baño.









A la salida compramos pañuelos a una señora que además me enseña a ponérmelo a la manera típica.




En la llanura se ve al fondo la montaña de Hassan que tiene una bonita leyenda: Un filósofo vivía aquí y no quería ir a la ciudad. Su hermano le decía que para ser famoso tenía que vivir en la ciudad. El dijo que haría un milagro y dejaría estupefactos a los habitantes de la ciudad, así que cogió nieve de la montaña y la metió en un pañuelo, pero en la ciudad vio a una chica guapa, su corazón empezó a arder y se le derritió la nieve. Su hermano le dijo, ves, para ser sabio hay que vivir en la ciudad.

Sami nos lleva al valle de Ihlare que tiene la particularidad de que el río forma un cañón muy recortado de rocas graníticas y basálticas y todo el paisaje es volcánico, con rocas aflorando. El valle está muy verde y el río lleva mucha agua y va muy limpio. Veo albaricoques secándose en las terrazas y mujeres campesinas vestidas a la manera tradicional. Paramos para comer y a las seis menos diez estamos en Ankara. Nos despedimos de Çagla, nos dio mucha pena, es una chica muy linda. 
















El avión tenía una hora de retraso por lo que llegamos tarde a Estambul. La habitación es la misma, la 703, pero un piso más alto, o sea que mejor vista todavía. No es fácil dormirse con este panorama: Las luces de los barcos del Bósforo, el mar, las mezquitas… es irreal.





...continuará

Textos Ximena Prieto Álvarez

Fotografías Miguel Roa Guzmán y Ximena Prieto Álvarez

Se han añadido imágenes de folletos y tarjetas postales para una mejor descripción.

1 comentario:

Unknown dijo...

El bello texto y las impresionantes imágenes te seducen.Es verdad quehay palabras técnicas que se me escapan,pero es un auténtico "libro de viajes"Desde luego para el pequeño Pablo,una experiencia inolvidable. Enhorabuena familia.