Miércoles 5 de marzo
En este
viaje llevamos nuestro coche, estamos cerca y es mucho más cómodo. Llegamos al
hotel El Cortijo sobre las 12,15 horas y todavía no tenemos habitación
asignada, no obstante, hacemos el check in, dejamos las maletas en recepción y
nos vamos a la aldea del Rocío donde como siempre hay mucha gente. El albero y
la arena están empapados de agua porque llueve y se ve que ha llovido todos
estos días atrás e inevitablemente te llenas de barro los zapatos, aunque se
puede aliviar el daño yendo por una pasarela de madera y luego por el paseo que
da a la marisma, que está asfaltado. Un muchacho a caballo da vueltas y
vueltas, primero al paso y luego al trote con un caballo muy fino.
El templo
actual del Rocío es contemporáneo, se terminó en 1969 en estilo neobarroco.
Puede que fuera Alfonso X el Sabio el que mandó levantar la primera ermita a la
virgen en Rocinas. En el archivo ducal de Medina Sidonia aparece una referencia
de 1335 de un deslinde de Santa María de las Rocinas. La primera vez que se
llama como Virgen del Rocío es en un documento del Ayuntamiento de Almonte en
1653 y en 1724 se le llama Real Santuario. En 1755 el terremoto de Lisboa
destruyó el templo y la Virgen se trasladó a Almonte y en 1760 lo
reconstruyeron y regresó. En 2006 se consideró BIC (bien de interés cultural)
como sitio histórico.
En el
interior del templo todo el mundo está de pie y hablando con un ansia feroz por
hacerse fotos, parece que lo de rezar y permanecer en silencio no les va bien.
Cada poco se oye una voz que dice: “Por favor, respeten el lugar, guarden
silencio”, pero nada, al momento ya están con las selfies y a voces. Me da la
sensación de que tratan a la Virgen como a una estrella de la canción o el cine
o una famosilla o famosillo del papel couché, es lamentable. Salimos huyendo de
allí no sin antes saludarla con una oración.
Cuando
volvemos al hotel, por cierto, por una carretera en estado lamentable y es la
única que hay, con un firme lleno de baches y de enormes charcos, ya tenemos
habitación a la que se accede por una terraza abierta, sales del ascensor,
abres una puerta al final del pasillo y te encuentras en la intemperie hoy hay
que abrir el paraguas. En el comedor hay una acústica mala, aparte de que la
gente hable alto el ruido es infernal.
Por la tarde vamos a Palos de la Frontera, la iglesia está cerrada, el exterior es de ladrillo y está verde de vegetación en el tejado y en parte de los muros. El paisaje que se ve desde un mirador por debajo de la iglesia es una llanura de arcillas rojizas, de marismas y playas arenosas. Palos está rodeada de una enorme extensión de invernaderos bajitos y semicirculares muy característicos del cultivo del fresón.
Andando por la calle principal donde está el ayuntamiento
nos topamos con la casa de Martín Alonso Pinzón, no exactamente la casa ya que
esta ocupaba un espacio más grande y además se destruyó, pero se ha
reconstruido, la verdad con mucho tino. Las dependencias que se ven en planta
baja son las cocinas, los despachos, el dormitorio que estaría en la planta
primera en realidad, y el patio empedrado con pozo que son los originales de la
casa. En la planta primera hay una exposición sobre la historia de los hermanos
Vicente Yañez Pinzón, comandante de la carabela Niña, Martín Alonso Pinzón, el
comandante de la carabela Pinta y Francisco Martín Pinzón que también participó
en el Descubrimiento. Vicente Yañez Pinzón participó en tres viajes más a
América y fue el primer marino europeo que navegó por el Hemisferio Sur,
descubrió Brasil, exploró el Amazonas y el golfo de México. Los Reyes Católicos
lo nombraron Piloto Real, Asesor, Caballero, Capitán General y Gobernador de
Puerto Rico. Actualmente no hay ningún descendiente en Palos.
La fachada
del ayuntamiento luce una decoración cerámica con esculturas de los Reyes
Católicos, bustos de los hermanos Pinzón y todo alusivo a 1492. El edificio es
de ladrillo. En Palos hay muchos inmigrantes, en un rato nos tropezamos con
magrebíes y subsaharianos en gran cantidad, más que oriundos del lugar, el
trabajo agrícola es el responsable. Palos tiene unos 12000 habitantes censados
y una alta densidad de población 255 habitantes por Kilómetro cuadrado. Nos
dijo el encargado de la Casa Pinzón que Palos significa agua, exactamente viene
de Palus-paludis palabra que en latín significa laguna, zona pantanosa y esto
es lógico porque Palos se encuentra en la orilla izquierda del río Tinto a 4 Km
de la desembocadura en la ría de Huelva junto con el Odiel, por lo tanto, tenía
puerto antes de que se colmatara. Desde finales del siglo XX el motor económico
en vez del mar pasó a ser el fresón.
Se la
conoce como la cuna del Descubrimiento porque aquí se preparó y se financió en
parte el primer viaje de Colón. El 3 de agosto de 1492 partieron del puerto de
Palos las dos carabelas Pinta y Niña y la nao Santa María. Por la ciudad te
encuentras continuas referencias a los hermanos Pinzón y al Descubrimiento que
incluso aparece en el escudo de la ciudad “Cuna del Descubrimiento”.
En un
viaje años atrás habíamos estado en la Rábida, hoy vamos al muelle de los
Descubrimientos que se hizo para la Expo 92 de Sevilla una vez que las réplicas
de las carabelas que estaban en Sevilla se ubicaron aquí. Hoy no se puede subir
a bordo, pero sí verlas de cerca y la recreación del muelle en el siglo XV, así
como la vida de los indios tainos, habitantes de Guanahaní (San Salvador). Se
puede ver una proyección, comprar recuerdos en la tienda, subir a un mirador,
ir a la cafetería y en una sala de exposiciones aprender cosas del
Descubrimiento, de los protagonistas y de las artes de navegación de la época.
Empieza a
llover fuerte y nos vamos al hotel.
Jueves 6 de marzo
Nos
dirigimos hacia Zalamea la Real, una Zalamea que podría ser la de Calderón de
la Barca o no, porque en Zalamea de la Serena (Badajoz) también lo creen así.
El pueblo tiene cuestas, una plaza de toros muy antigua y en servicio, un
edificio de ladrillo que era el mercado central construido por los ingleses de
las minas y que actualmente se usa para eventos y exposiciones. La puerta está
abierta y entramos. Un señor muy amable nos explica que lo que se ve expuesto
son maquetas de edificios del pueblo incluyendo fuentes, el teatro cine, las
escuelas, la estación del ferrocarril, la torre de la iglesia de la Asunción,
dos ermitas: de San Blas y de San Vicente, la plaza de Toros y el edificio de
la Cárcel, todos de los siglos o XVII, XVIII o XIX. Como el que lo explica es
uno de los autores la información es de primera mano.
Luego
tomamos un café y después vamos a un supermercado a comprar barritas de
cereales, en ambos lugares nos atienden muy amablemente. Andando llegamos hasta
la plaza de la iglesia, de ladrillo con torre (la maqueta que vimos) de mampostería
en la parte inferior y de ladrillo en el resto. Hay buenas vistas desde la
plaza de la iglesia y el cielo está más despejado que en Matalascañas donde
llovía.
Por el camino pasamos al lado de las minas de Riotinto, merecen una visita especial que ya hicimos en otro momento, y hacemos una parada para fotografiar la gran actividad que vuelven a tener.
Desde Zalamea seguimos hacia Aracena, no paramos en Aracena porque ya la conocemos y continuamos hasta Linares de la Sierra, un pueblo pequeño y muy particular. El pavimento de las calles de piedra formando empedrado artístico con fragmentos de cuarzo blanco y negro prioritariamente delante de las puertas de las casas a modo de felpudo; todas tienen un motivo, unas un gato, o unas flores, dibujos geométricos, unas macetas con flores etc. Queda muy armónico. La iglesia está dedicada a San Juan Bautista, tiene una portada renacentista rodeada de jardines. De fondo la sierra con formas suaves, con pinos, alcornoques y jara pringosa que está en flor.
Ascendemos a los 700 metros, vamos a la peña de
Arias Montano que está sobre el pueblo de Alájar. La peña es caliza, tiene un
mirador en la parte superior, un manantial, unas cascadas y fuente con diez
caños y un monumento a Arias Montano. A la altura del mirador, a unos metros
está la ermita o santuario de la Virgen de los Ángeles decorada con pinturas
murales sobre la Anunciación y la Asunción, Ángeles y Arcángeles, azulejos
sevillanos de cuerda seca en el presbiterio, la imagen de la Virgen es extremadamente
pequeña pero preciosa, me gusta mucho. Al lado del mirador desde el que se ve
un paisaje magnífico de la sierra, un monolito que mandó colocar Arias Montano
con una inscripción de agradecimiento al rey Felipe II y a su secretario por
haber venido a visitarlo a este lugar tan apartado donde él quiso
retirarse. Benito Arias Montano fue
humanista, hebraísta, políglota, traductor, biólogo, teólogo, filólogo, poeta y
escritor, editor de la Biblia Políglota de Amberes y bibliotecario real en el
Real Monasterio de El Escorial y capellán de Felipe II.
Bajamos a Alájar, justo debajo de la peña. Parece un pueblo turístico, casas bien cuidadas con balcones formados por dos arcos de medio punto separados por una columna. Estos dos arcos forman un balcón saliente. Andando por una calle recta llegamos a la Plaza y comemos allí en uno de los restaurantes que está abierto.
Por la tarde volvemos hacia Matalascañas y nos damos un paseo por la playa
cuando el sol está cayendo sobre el mar. Tenemos curiosidad por ver como es el
urbanismo de Matalascañas porque en el mapa se ve caótico, y lo es. Lo único
normal es una carretera que va por el interior paralela al mar, pero muy
arriba, donde están las rotondas y a través de ellas se llega a las distintas
urbanizaciones, pero no hay ninguna otra calle que vaya paralela al mar, el
plano es muy desordenado y con muchas calles sin salida. Hay edificios de los
años 60, 70, 80, 90, 2000, y actuales. Los más feos los de la primera fase
desde Torre la Higuera hasta Kabila Beach. Otra pega es que la mayoría están
muy lejos de la playa y no parece que haya muchas tiendas y supermercados para
tanta gente como tiene que haber en verano. Todo esto lo averiguamos porque
llegamos con el coche hasta el final no sin dificultad.
Textos: Ximena Prieto Álvarez
Fotografías: Miguel Roa Guzmán
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