Domingo 9 de marzo
Esta
mañana volvemos a Moguer a ver el monasterio de Santa Clara. Por el camino una
odisea, lluvia, granizo, carretera en mal estado, vemos a ambos lados de la
carretera pinos arrancados y caídos.
Llegamos a
Moguer y nos acercamos a la plaza de las Monjas, donde está el Monasterio, un
complejo descomunal de 9.834 metros cuadrados, con almenas en el exterior y con
una iglesia mudéjar de grandes dimensiones y mucha belleza y arte en su
interior con unos patios mudéjares que son una joya. Se construye en el XIV y
XV en gótico mudéjar, y se funda en 1337 por Alonso Jofré Tenorio, primer señor
de Moguer. La abadesa Inés Enríquez, tía del rey Fernando el Católico apoyó el
viaje de Colón en la Corte y al volver Colón y el resto de marineros de Moguer
pasaron la primera noche en la iglesia, cumpliendo el voto que habían hecho
cuando una tempestad estuvo a punto de hacer zozobrar a la Niña, que era la
carabela más marinera, como decía Colón.
Empezamos
por el compás y los claustros. El llamado claustrillo del siglo XV es una
maravilla con un solo piso de arcos apuntados y un jardín en medio y el más
antiguo de Andalucía, el grande o de las Madres tiene cuatro galerías con arcos
ojivales mudéjares con alfiz y las crujías se cubren con bóveda de cañón y en
los cruces de las esquinas bóvedas de arista. El piso superior es barroco con
arcos de medio punto y columnas de mármol blanco.
Nos
enseñan las cocinas, con enseres de la época y una enorme chimenea del siglo
XIV. Me llama la atención los cuencos para comer que son pequeños.
Vamos a la
capilla” De profundis” que es el antecoro, con dos retablos de azulejos
sevillanos, es el antiguo panteón de las Clarisas donde se conserva un
artesonado mudéjar del siglo XVI y varias obras de arte rescatadas de las” hordas
quemaiglesias” de la guerra civil. Hay un comulgatorio precioso donde las
monjas comulgaban una a una.
De aquí
pasamos a la iglesia que nos deja atónitos. Tiene tres naves separadas por
pilares y arcos apuntados, sin crucero y cinco capillas laterales y un ábside
poligonal exento en el exterior que da a la plaza. Se cubre con bóvedas de
crucería sexpartitas. Los arcos se apoyan sobre impostas que a su vez apoyan
sobre capiteles de pequeño tamaño decorados con mascarones sobre unas columnas
adosadas al muro. Toda la fábrica es de ladrillo. El retablo es de Jerónimo Velázquez,
de mediados del XVII, discípulo de Martínez Montañés. A ambos lados y delante
del altar están los sepulcros de los Portocarrero, uno de ellos labrado en
mármol y alabastro de Giacomo della Porta nada menos. No voy a hablar de las
obras de arte que encierra una por una pero sí que desde obras Martínez
Montañés, libros de coro, un relieve gótico inglés del Ecce Homo, El Niño Jesús
de las Lágrimas de Luisa Roldán hasta la sillería del coro bajo de estilo
nazarí y única. Esta iglesia es tan grande para pertenecer a un convento que se
utilizó como parroquia sustituyendo a Santa María de la Granada mientras estuvo
en obras.
La visita nos ha encantado, el lugar excepcional y el guía muy bueno. Terminada la visita tenemos que salir casi corriendo para llegar a tiempo a Odeleite donde nos esperan para comer Isabel, Guida y Jorge. Con ellos comemos muy agradablemente y después vamos a ver el embalse de Odeleite, estamos poco rato porque está lloviendo y hace viento frío.
Nos despedimos de ellos hasta la próxima, nos
traemos unos regalos comestibles y bebibles como recuerdo y volvemos a pasar
por Moguer por si acaso se puede visitar la casa Museo de Juan Ramón Jiménez,
pero no, está cerrado porque es Domingo, nos cae un chaparrón, vemos la iglesia
de San Francisco del que fue convento y lo que queda del castillo que son dos
torres y un fragmento de muralla y el teatro y nos vamos a Matalascañas.
Lunes 10 de marzo
Hoy es el
día de Huelva, pero de camino nos paramos en Bollullos Par del Condado, nombre
medieval que quiere decir “torre pequeña cerca del condado” (de Niebla se
entiende). Bollullos es bonito, tiene unas hermosas casas, puertas de madera
contundentes protegidas de la lluvia hoy con una especie de bastidores con unas
bisagras en medio y que se apoyan en la parte inferior de la puerta para
protegerla. También son muy bonitos los balcones. Hay ladrillos artísticos,
rejas artísticas y azulejos artísticos. En ocasiones jarrones de cerámica que
rematan las fachadas. La iglesia de Santiago está en la plaza de la iglesia y
en frente el ayuntamiento. Tiene una bonita torre y fachada barroca aunque por
dentro es mudéjar, con un artesonado en buen estado, coro en los pies, tres
naves y pilares con arcos de medio punto.
Necesito
comprar unos calcetines y vamos a una tienda que he buscado en internet, es una
mercería tradicional que vende muchos artículos para las cofradías y la dueña
una señora muy amable, consigo los calcetines, nos damos una vuelta
aprovechando un momento que no llueve y cuando vuelve a empezar vamos al bar de
la plaza y nos tomamos un café, luego cogemos el coche y seguimos a la Palma
del Condado, no nos bajamos si no que recorremos el centro para hacernos una
idea. Nos gusta la plaza donde está la iglesia y otra cercana y muy espaciosa
también, hay mucha gente y está animada. Tanto en Bollullos como en La Palma
hay bodegas, aunque menos que antes, como en Moguer.
En Huelva
estamos a la una del mediodía, allí nos esperan Sinfo y Trini. Vamos al
santuario de la Virgen de Cinta sobre el Odiel, unas vistas extraordinarias,
vamos a toda esa parte de la ciudad que está en el Cabezo, es decir, un parque
extenso, al paseo marítimo que da a la ría del Odiel y que llega hasta el
monumento a Colón en la punta del Sebo y el puente por donde se une al río
Tinto. Cuando estamos delante del monumento a Colón empieza a llover fuerte,
nos vamos al coche hacia el Mercado de Abastos para aparcar allí. Hoy como es
lunes los puestos de pescado están cerrados. Vamos al centro andando donde está
el restaurante Azabache. Ya dentro nos esperan Itziar y su marido Joaquín
(Itziar y Sinfo hicieron aparejadores con Miguel en Granada). Trini también
hizo Farmacia en Granada y de eso se conocen. La comida es muy agradable y se
nos pasa el tiempo rápidamente, no solo por la compañía sino también por la
comida en sí, todo muy rico, muy en su punto, en fin, momentos para recordar.
Nos invitan ellos y en la puerta del restaurante nos despedimos ya para coger
el coche sobre las cinco y media y volver a Matalascañas. Al salir está
lloviendo de nuevo.
Textos: Ximena Prieto Álvarez
Fotografías: Miguel Roa Guzmán
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