Sábado 22 de febrero de 2025
Volvemos a la capital actual de Menorca, callejeamos y pasamos por la iglesia de San José.
Vamos a
ver en Mahón una casa que ahora es Museo que se llama Can´ Oliver. Te explican
por ejemplo algunos anglicismos en la lengua menorquina como por ejemplo
“prunes de neversó” serían unas ciruelas negras de neversó en castellano, y ¿qué
es neversó? Pues unas ciruelas que nunca había visto (I never saw that).
Turnescrús viene de turnscrew, destornillador. Boinder viene de bow window,
ventanas mirador arqueadas. Y así muchas más.
Can Oliver
era la casa de un comerciante que ahora alberga la colección Hernández Sanz Hernández
Mora, una familia culta de la isla que aporta su colección. Tiene una escalera
tipo imperial con baranda de hierro. Los techos todos decorados con pinturas,
unas al estilo de Rafael, con grutescos y temas mitológicos, históricos romanos
y alegóricos (Mucio Escévola, Júpiter y Juno, Pan y Baco, sátiros, náyades,
Hypnos).
En Menorca
había pocos campesinos y muchos artesanos y comerciantes como herreros,
orfebres, zapateros, picapedreros, carpinteros, tejedores, curtidores, sastres,
marineros y muchos más. Hay mucha documentación gráfica sobre esto. La fiesta
de San Juan ocupa una parte importante, hasta 1835 se celebraba aquí en Mahón y
a partir de esta fecha se celebra en Ciutadella, en Mahón ahora se celebra San
Antonio y la Virgen de Gracia.
Se exponen
útiles de bronce, fósiles, objetos de vidrio, y dos ánforas romanas encontradas
en Tarragona. Muebles de estilo imperio, porcelana inglesa de Staffordshire y
de la compañía de las Indias Orientales, pintura de mediados del siglo XX,
candelabros, bolsos de señora de plata, objetos de tocador, palmatorias,
cristal al ácido, cristal dorado, cristal de Bohemia y de La Granja, una
colección de bastones y un mueble para colocarlos.
Por la tarde vamos al Arenal de Son Saura que es una playa estrecha y más larga de lo normal por estos lares, una arena blanca finísima, vegetación a pie de playa, es un espacio protegido. Hay muchas algas depositadas en la arena y esas pelotitas marrones que están relacionadas con la posidonia y que hay que respetar. Se puede ir por la playa o bien por un sendero paralelo que es un antiguo camino de herradura que aquí llaman “camí de cavalls”.
Después visitamos un poblado talayótico, Son Catlar, este tiene como característica su muralla, que está íntegra, con cuatro puertas y varias torres de defensa. Incluso tiene una puerta en recodo y troneras. Está datada entre el siglo V y el siglo II antes de Cristo. Tiene un perímetro de 900 metros y una anchura de muro de hasta 6 metros y una altura de 3; la técnica es talayótica (un zócalo de piedras verticales y encima hiladas de piedras horizontales), estos elementos defensivos se deben a las guerras púnicas entre Cartago y Roma y a la conquista romana del siglo II a. C. En el interior del poblado hay tres talayots y un recinto de taula y en el exterior unos enterramientos.
Domingo 23 de febrero de 2025
Tenía yo
un gran interés por saber a qué se referían los números que he visto en muchas
iglesias de estas islas igual a los que vi en Inglaterra o en los países nórdicos
o en Estados Unidos colocados en un sitio visible de la iglesia, generalmente
dentro de un marco de madera y sirven para informar a los fieles de los himnos
que se van a cantar. Era de suponer que tuvieran una función similar y
efectivamente hoy he descubierto en Ciutadella, en la iglesia de San Francisco,
al lado de la plaza del Born, donde hemos ido a misa, que su función es la
misma, ya que hay unos libros de cantos en dos estanterías para que la gente
los coja para cantar. Todos los cantos están numerados, así que esos números
son los que aparecen en los cuadros de madera. El libro que cogí tenía los
cantos en catalán y en castellano con distinta numeración, lógicamente. La misa
era en castellano, como estaba anunciado, había bastantes fieles hispanos.
Antes de misa hemos paseado por el centro y después nos hemos ido a tomar el
vermut a la plaza de las Palmeras o de Alfonso III el Conquistador, donde está
un molino típico de las islas. El bar se llama Aurora.
Por la
tarde a Fornells que está al Norte. En cuanto llegamos nos percatamos de que ya
habíamos estado, por cierto, ha crecido muchísimo, el pueblo que más ha crecido
con diferencia, y está muy cuidado, están poniendo varios pantalanes, han hecho
calles, un aparcamiento cubierto con placas solares y han adecentado la subida
a la torre de Fornells, una enorme torre defensiva construida entre 1801 y 1802
en el último periodo de dominación británica para vigilar el puerto de Fornells
e impedir la entrada de barcos enemigos. La torre tiene forma troncocónica de
piedra reforzada por fuera con piedra arenisca. La entrada estaba en la
primera planta y se accedía por una escalera que se retiraba en caso de ataque,
había una cisterna en el subsuelo; en la planta baja estaban las armas, las
municiones y los víveres, en el primer piso dormía la guarnición y la superior
era la plataforma de artillería, incluso había un horno donde calentaban las
balas de cañón al rojo vivo para lanzarlas a los barcos. Desde la plataforma de
la torre se divisa el faro de Cavalleria, el punto más al norte de Menorca.
Fornells también tenía un castillo fortaleza del que queda muy poco. El paisaje es árido, apenas hay vegetación debido al viento y la piedra está al aire. Plantas pioneras sobreviven como pueden, con muy poco porte y tumbadas por las embestidas de la tramontana. Al otro lado del puerto, en frente, la vegetación es densa. Han construido muchas casas de dos plantas, blancas, algunas con buhardilla y ventanas y puertas verdes rodeadas de muros de piedra seca.
Después
intentamos ir a Cala Pregonda pero la pista no está en buen estado y es
interminable, así que damos la vuelta.
Textos: Ximena Prieto Álvarez
Fotografías: Miguel Roa Guzmán
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