lunes, 17 de junio de 2013

Viaje a Croacia: Dubrovnik (y XIII)


3 de agosto 2012 (Continuación)

Metiéndonos en la plaza contigua nos encontramos el palacio del Rector, otro palacio con loggia y al lado otro de estilo transición al renacimiento que era el Senado de la ciudad.

Entramos al palacio del Rector que venía a ser como el alcalde, el patio impresionante, con arcadas y el piso superior columnas pareadas y escalera lateral al estilo sienés. El rector era elegido cada mes y vivía solo en el palacio durante el tiempo de mandato, sin su familia.

 El señor Prazatto tiene una estatua delante del palacio, fue un comerciante que dejó una tonelada de oro a los pobres de la ciudad, este oro fue administrado por el Senado de la ciudad, en la parte superior antes de entrar en las salas hay una leyenda que dice:”Olvidaros de las cosas privadas y dedicaros a las públicas”.
Vamos recorriendo las salas del XVIII, hay sillas de mano, muebles, pinturas, una caja de taracea con las llaves que guardaba el Rector.

















A continuación vamos a la catedral de principios del XVIII, debajo está la del XII, ésta fue destruida en el terremoto del XVII y después hubo otro en 1979. En los 80 se restauró y se encontró otra bizantina del siglo VI, de la románica queda el baptisterio, de la bizantina los cimientos y la parte barroca del XVIII queda un poco por restaurar, de momento como el altar barroco estaba destrozado han puesto uno moderno, pero con la Asunción de Tiziano, no es la mejor, la parte inferior sí, con unos rojos espectaculares y la composición es la misma, con los rompimientos de gloria, da la sensación de que el maestro trabajó en la parte inferior y el resto lo terminaron otros.









Al pie de la catedral hay unas escaleras que nos recuerdan a las de la Trinitá dei Monte de la plaza de España de Roma, aquí nos deja la guía y nos vamos cada uno por su lado, nosotros  subimos las escaleras y llegamos hay una plaza, a la derecha la iglesia de San Ignacio, de los jesuitas  y un bar con terraza y una estupenda sombra donde nos tomamos un refresco muy a gusto. Un rato después vamos a conocer la zona por donde se puede subir a las murallas y hacemos un recorrido corto porque hace mucho calor, volvemos a la calle paralela al Stradun con las escaleras y elegimos un restaurante que se llama Ragusa 2, una parrillada que lleva una lubina, unas cuantas gambas grandes, chipirones, patatas y acelgas y un cuenco grande de mejillones aparte con una ensalada mixta.

























A media tarde terminamos de ver las calles que nos quedaban más dos iglesias y entramos en un edificio en la plaza de la catedral en donde están expuestas las fotos del ataque a la ciudad y las fotos de los soldados muertos que eran de aquí, eran muy jóvenes la mayoría, algunos casi unos niños, con 20 años, las fotos me encogen el corazón. Hay una explicación que dice que el ataque fue del ejército de Serbia y Montenegro y del ejército yugoslavo contra Croacia. Cuando el sol empieza a caer nos sentamos en el muelle del puerto, hace una brisa muy agradable, estamos a la sombra y no se puede pedir más.



Después compramos regalos y bajamos al puerto para coger un barco de los que tienen el fondo de cristal para dar un paseo, recorremos el perímetro de la ciudad y rodeamos la isla de Lokrum que no está habitada, sólo hay un fuerte, un monasterio, un restaurante y una “playa nudista", lo de las playas aquí es un decir, hay rocas y escalerillas para bañarse. Lokrum tiene mucha vegetación, su forma redondeada con una parte alta en medio, cuevas por las que entra el mar y muy escarpada, sobre todo en uno de sus lados. Vemos a estribor las murallas, delante la isla y a babor digamos la parte continental de Dubrovnik fuera de la muralla. Hay multitud de barcos y yates, la vista de la ciudad es muy bonita desde el mar. El paseo dura 55 minutos, volvemos al puerto y seguimos con las compras.

























































Por la noche elegimos una placita y una terraza para cenar y nos vamos despidiendo de Dubrovnik, la perla del Adriático.









4 de agosto 2012


Ya no nos queda casi nada. De camino al aeropuerto el autobús para en un mirador ¡Qué falta nos hubiera hecho el mirador y una gasolinera en el año 85! Pero bueno nunca es tarde si la dicha llega. Adiós Dubrovnik, espero que nunca más tengas que sufrir un ataque y que tu belleza les alegre la vida a todos los que se acerquen a contemplarte.








Textos: Ximena Prieto
Fotografías: MIguel Roa

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