martes, 30 de junio de 2020

Verano del 85 (IV) Roma



5 de julio de 1985  Siena-Roma 235 km

Roma

A las seis nos encaminamos hacia Roma donde estuvimos dos días más y la noche del día 5.



Roma, al margen de mi dolor de pies fue una gozada, lo vimos casi todo, bueno es un decir, Foro, Coliseo, Pietá, Moisés…



6 y 7 de julio de 1985  

Desde el camping Flaminio en Via Flaminia en donde está una villa de la emperatriz Livia íbamos al centro en autobús, alguna vez cogimos el metro que sólo tiene 2 líneas, la primera visita fue desde la plaza del Pópolo a la Plaza de España con una rara perspectiva por las escaleras y la fuente en medio.






De ahí por Via Condotti salimos al puente de Sant´Angelo para acceder al Castel Sant´Angelo y en diez minutos estábamos en el Vaticano. La plaza de San Pedro me pareció tal cual me la imaginaba, pero la basílica más impresionante. Al ver la Pietá me emocioné tanto que se me hizo un nudo en la garganta y los ojos se me volvieron acuosos. El baldaquino de Bernini es sorprendente, en fin, las tumbas papales reflejan cada una la psicología del Papa que las mandó construir. La gente en San Pedro se comporta de manera más religiosa que en otros sitios, y por supuesto, en todos ellos la revisión de vestido a la entrada es severa, no admiten shorts ni escotes.












En el Museo Vaticano estuvimos 3 horas y por supuesto no lo todo ni mucho menos, hicimos el recorrido mediano sin dejar la escultura helenística, romana, ni por supuesto las estancias de Rafael o la Sixtina, allí había tanta gente que nos costaba trabajo poder observar las pinturas. Cuando salimos pensé que el Laoconte, el Apolo de belvedere, Claudio y la Sixtina merecían los kilómetros de recorrido y más.











El Vaticano es demasiado grande, inabarcable. Al salir una gitana estuvo a punto de robarle a Miguel la cartera, bueno, ya se la había quitado, pero se le cayó, la excusa era un bebé que supuestamente llevaba en brazos, en realidad era un bulto, y el sistema se basaba en agarrarlo por la camiseta con una mano y con la otra agarrar la cartera, Miguel se dio cuenta de algo y gritó ¡Polizia! Y entonces ella soltó la cartera.




Ese mismo día fuimos al Ara Pacis de Augusto, precioso, está metido en una urna de cristal como una cajita, pero de gran tamaño, al lado se puede ver el mausoleo de la familia Julio-Claudia.

La tarde fue exhaustiva, después de comer al Coliseo ¡Qué proporciones! Y que pena que no tenga en el interior algún tramo de entarimado, mejoraría mucho si terminaran la reconstrucción parcial del interior. De allí por la Via del Foro y pasando debajo del arco de Tito (el de Constantino estaba en restauración) entramos en el foro que te transporta de época, desde allí ves las colinas, el Palatino, el Esquilino, la Domus Aurea de Nerón, el palacio de Augusto, el templo de Vesta etc. Desde el foro a las termas de Caracalla pasando por el Circo Máximo y por Via Druso y Via Appia Antica, las termas son grandiosas. Habían colocado un escenario de ópera y unas gradas en alto para el público, la decoración era gigantesca, para Nabuco y Aída. Los mosaicos y los capiteles son increíbles, sobre todo uno en el que se representa en medio relieve a un fauno de cuerpo entero.


















































Desde las termas a San Juan de Letrán.

Al día siguiente por la mañana a San Pietro in Vincoli a la cita con el Moisés, toda la iglesia desaparece al contemplarlo. Pasamos por la plaza Venezia y el monumento a Victor Manuel de corte neoclásico, demasiado epatante y blanco, debajo de él están las ruinas de parte del foro de Trajano. 

En la plaza está el palacio Doria y subiendo la escalinata de Miguel Ángel la plaza del Campidoglio, sin la estatua de Marco Aurelio que está en restauración, pero sí llena de invitados a una boda.








Desde allí buscando la iglesia de Gesu de Vignola pasamos al lado del teatro de Marcelo, una maravilla. Cruzamos el Tiber a la altura de la isla Tiberina, en el Gesu oímos misa, la iglesia es realmente maravillosa en su interior, el exterior no tanto, porque está en una plaza muy pequeña y para el que no tenga referencia, pasa desapercibida. ¡Ah!, además de esto estuvimos en el foro de Cesar, Foro de Augusto y Foro de Trajano y desgraciadamente para mí la columna trajana estaba en restauración, absolutamente tapada.





Antes de comer nos acercamos al Panteón de Agripa, colosal, perfecto e increíblemente conservado. Es curioso como los romanos que amaron su ciudad perviven en ella y el resto ha desaparecido como es el caso de Calígula o de Nerón.

El Panteón está en una plaza preciosa en la que quedan casas muy antiguas, con placas en la fachada sobre el nacimiento, la muerte o la estancia de personajes célebres, la plaza Della Rotonda que es como se llama hay varios restaurantes con terraza, nos decidimos por uno que no era caro, las mesas estaban resguardadas del sol por sombrillas y un mimo callejero nos alegró la comida persiguiendo a la gente que pasaba por la plaza, imitándola sin que esta se diera cuenta. Al final de la comida se nos ocurrió la feliz idea de pedir dos helados que resultaron ser los más caros del mundo: 1000 pesetas cada uno, sí, sí 10.000 liras es decir 20.000 liras de postre, eso sí, eran enormes y muy ricos, no faltaba más.










Las últimas visitas a Roma fueron a la Fontana di Trevi, que es muchísimo más grande de lo que uno se imagina en proporción con la plaza donde está, pues toda la plaza es fuente. La gente se bañaba dentro porque el calor era de antología y tiraban las típicas-tópicas monedas.






A plaza Navona y su fuente de los cuatro ríos y Santa Inés, que está cerrada. Las casas llenas de flores, esa perspectiva que tiene tan especial, longitudinal y el ambiente. Hacia el palacio Farnesio encontramos calles preciosas, estrechas y poco transitadas, en el río tomamos un autobús hasta la plaza del Popolo y otro al camping.








...continuará.

Textos: Ximena Prieto Álvarez

Fotografías: Ximena Prieto y Miguel Roa y algunas diapositivas compradas.