jueves, 18 de junio de 2020

China (y IX) Shanghai


26 de julio de 2007  Shanghai

En el tren veo un paisaje llano, con canales, ríos y zonas encharcadas, campos de arroz, cultivos de invernadero y viveros, mezclados con urbanizaciones, incluso viviendas pareadas, al mismo tiempo ese inframundo de los edificios semi derruidos y las chabolas. Pienso que el inframundo oriental es mucho más profundo que el occidental, la miseria europea es mucho más aseada que la oriental, la choza de Seis Dedos, el de Casas Viejas parecía un palacio si lo comparo con lo que he visto aquí. No parece importarles mucho vivir de forma decorosa, y no me refiero a ser pobres o no, si no a que en la pobreza puede haber dignidad, una casa puede ser una chabola pero puede estar limpia y eso ya depende de cada uno y de la cultura de cada país.




 Es muy difícil explicar lo que veo y lo que siento, y más difícil saber por qué parece que no les importa mucho vivir en un entorno armonioso y además está en contradicción con esos jardines y esas filosofías de la armonía, o es que ¿sólo la clase dirigente aspira a la armonía? O ¿Es que el comunismo ha aniquilado su idea de belleza como en Rusia y los países del Este que se dejaron? 

Este pueblo ahora mismo pasa mucho de limpieza y de sentido general de lo bello y lo feo, desde mi punto de vista occidental, claro. En Souzhou he visto casas que eran covachas, no se como pueden vivir así, creo que aunque sólo fuera pintar el interior ya sería un paso. ¿Es posible que no hayan podido comprar pintura durante las generaciones que alcanzan 500 años?

 Bueno estamos cerca de Shanghai y hay torres de 30 pisos por todas partes y llegamos a la estación y la guía local no está porque le han dicho que llegaríamos más tarde, esperamos en el andén un rato, y el calor es el peor de todos los que hemos pasado, llega la guía y empezamos a andar por la estación, salimos de ella y en el quinto pino está el autobús, por fin nos subimos y nos cuenta la guía que aquí se juntan los ríos de Souzhou y Hoang Pu, el río divide la ciudad en dos partes. Norte y Este, la parte norte se llama Pudong y es donde están las torres más altas, entre ellas la 3ª del mundo.

Shanghai es menos extensa que Beijing pero está más poblada, tiene 20 millones de habitantes, Shanghai quiere decir ”ciudad cerca del mar”, su puerto es muy importante y a 40 Km. está la desembocadura del río más literario de China El Yang-Tse-Kiang o río Amarillo.

En el restaurante Miguel se encuentra mal, un poco mareado, así que cogemos un taxi y nos vamos al hotel, que es el Hua-Ting, el grupo irá al templo del Buda de jade, al barrio típico chino y al Bund, que es el malecón al lado del río. Pensamos que si Miguel mejora de lo que parece un golpe de calor iremos por la noche al Bund.

En el hotel nos dicen que hay que esperar hasta las 2, o sea una media hora para que nos den la habitación, así que recogemos las maletas, entregamos el pasaporte y esperamos en el hall mirando un plano de la ciudad.

Ya estamos en la habitación, en el piso 8º, la 8043, Miguel ya está bien, se ha tomado un café y probablemente le ha subido la tensión que es lo que necesitaba. Cuando llegan rafa y Mª Cruz pensamos en ir al malecón para ver los edificios iluminados y la calle Nanjing, que mide no se cuantos kilómetros.




Desde la ventana de la habitación del hotel se ve un barrio en el que están construyendo edificios nuevos al lado de otros muy viejos, más bajos, en ruinas por completo, rodeados de escombros. En algunos edificios que quedan en pie sigue viviendo gente, he visto a una mujer y ropa tendida en algunos pisos. El estado de las casas era terrible.












En el taxi tardamos tres cuartos de hora en llegar al malecón o Bund, y está lleno de gente, tanto por el paseo de arriba como la calle de abajo. Subimos al paseo de arriba desde donde se ve el río y los barcos pasar y enfrente el distrito llamado Pudong donde está la Perla de Oriente, este edificio tiene dos grandes esferas de color rosado, ahora están todos iluminados, y para mi gusto con excesivo neón, resultan kish, no están bien iluminados, sólo estridentemente iluminados, los prefiero de día. ¡Oh Chicago querido! tu sí que eres impresionante.

 Hace tanto calor como si fueran las 12 del mediodía, es abrumador. Nos bajamos del malecón donde nos intentan vender de todo y entramos en la calle Nanjing, los edificios del principio de la calle y todos los del Bund son muy interesantes, historicistas, hay neogóticos y neorrenacentistas, los parisinos de principio de siglo y algunos Modern Style, el hotel de Paz  es uno de ellos. Nanjing se parece a Times Square, nos siguen parando los vendedores clandestinos, unos llevan catálogos de las copias que venden y otros te lo cuentan. Un montón de chicos y chicas nos ofrecen unos patines, deben de ser lo último.

A mitad de calle Miguel se compra una maleta de las que se llevan como equipaje de mano, para reemplazar a la que se le ha roto, pero legal.

Tenemos hambre y encontramos un Mc Donald´s ¡Qué maravilla!, cualquiera diría que nos iba a pasar esto, estamos encantados, nos apetece ya una hamburguesa y unas patatas fritas, sólo en la calle Nanking hemos contado 3 o 4 Mc Donald´s.

La calle continúa hasta el infinito pero llegamos a la plaza que llaman Plaza del Pueblo donde está el Ayuntamiento y desde allí cogemos un taxi, con dificultad porque los chinos se te cuelan sin parar, se ponen delante y nos quitan unos cuantos.

La impresión que tengo de Shanghai es de gran caos, nada de planificación ni organización, parece como si creciera solo, los edificios de viviendas de época comunista pura y dura se están cayendo a trozos, y no hay nada que yo observe que esté sometido a mantenimiento, la verdad son bastante desastre.

Volvemos al hotel y a la vuelta llegamos bastante rápido porque ya casi no hay tráfico.





























27 de julio de 2007   Shanghai

Para hoy nos ofrecen excursión al tren bala y no se que más, pero preferimos irnos por nuestra cuenta, cogemos un taxi y al Bund.

 Hacemos fotos de día de los edificios y el río y después de dar una vuelta por el malecón, despacito, a nuestro aire, es un decir lo del aire, aquí no sopla nada, es difícil respirar, volvemos a tomar la calle Nanking, y cada diez minutos más o menos entramos en una tienda o un gran almacén para refrescarnos. Los vendedores clandestinos se nos pegan como lapas y nos siguen un trecho largo, hasta que nos separamos demasiado de su callejón donde está la tienda clandestina.
























































 

Muchos andamios de los edificios que están construyendo son de cañas de bambú enteros, otros sólo las zonas de protección de los albañiles y las escaleras, quedan muy curiosos. 





A media calle Nanjing decidimos seguir a una mujer que nos lleva a una tienda clandestina, llama dos veces y se abre la puerta de una casa que está en el callejón. Nos reciben en una habitación alargada donde hay bolsos, carteras, relojes, gafas y cosas copiables de marca. Las chinas después de vendernos bolsos, dicen:
¡Mila aquí, amiga guapa! Y empuja una pared y aparece otra habitación con la crème de la crème de la copia exclusiva, pero justo a mi esas marcas no me gustan, son Chanel y Vuiton. Me dice la china que estos precios ya no se regatean, yo le contesto que no me gustan y ya está. Nos despiden muy cariñosamente porque ya han vendido y nosotros nos vamos contentos con el precio también, el asunto es que siempre te engañan, pero si el precio te parece razonable, creo que todos contentos.
Continuamos de gran almacén en gran almacén y todas las tiendas son franquicias conocidas y a precios casi iguales a los de España, está Vero moda y Mango, dicen que también está Zara pero no la hemos visto, esto es la globalización.

Se acerca la hora de comer y buscamos en  los grandes almacenes un sitio para comer, a poder ser de comida occidental y encontramos Charme, hacemos cola y por fin podemos comer pollo y una tarta de queso muy rica con adornos de azúcar quemado y cerezas confitadas.



 Queremos ir a la ciudad vieja y le preguntamos a los camareros pero no nos entienden, van a buscar a un señor  o el viene por su propia iniciativa, no lo sabemos y nos explica en inglés donde está   y nos pone la dirección en chino, dice que en taxi son cinco minutos. Preferimos ir andando para poder pasear por las calles del Bund, una de ellas está llena de papelerías, Miguel compra pinceles de caligrafía. Otra calle es la de las mercerías y las telas, son tiendas muy antiguas y que no han cambiado nada.







Haciendo una parada en un café llegamos al jardín de Si Yuan y la Ciudad Vieja que es preciosa, todos los edificios restaurados están deslumbrantes con sus corredores de madera, sus ventanas de junquillos y sus aleros tan pronunciados, son varias calles y dos plazas, con puentecillos y estanque incluidos. Todo son tiendas y un Stars Bucks Coffee. Compramos auténticas gangas chinas, nos negamos a sudar más y volvemos al hotel en taxi, esta noche cenamos en un italiano al lado del hotel y nos despedimos de Shanghai.











































El 28 volábamos hacia Madrid, vía Helsinki, la vuelta más larga que la ida, los dos vuelos fueron 15 horas sin contar las esperas en los aeropuertos, cuando llegamos a Madrid eran las 8 de la tarde, para nosotros eran las 4 de la madrugada y no podíamos más. Hemos vuelto a Occidente, prometemos no comer arroz blanco en un mes.
















Quiero releer las novelas de Pearl S. Buck a ver que me sugieren ahora, que puedo ponerles imágenes reales a las palabras.

Barbate. Agosto de 2007.



Textos: Ximena Prieto Álvarez

Fotografías: Miguel Roa Guzmán (excepto 15 de Rafael Roa Guzmán)




No hay comentarios: