jueves, 18 de junio de 2020

China (VIII) Suzhou



25 de julio de 2007 En tren a Suzhou


Nos vamos en tren por la mañana temprano y tardamos tres horas, es un tren rápido tipo TALGO, cómodo, lo curioso es que a las 11 estábamos en Shanghai, pero hemos continuado a Suzhou, aunque pasado mañana volveremos a tomar el tren y esta vez si nos quedaremos en Shanghai, creo que sólo tardaremos una hora.

Por la ventanilla se ven canales y cultivos, todo es una llanura continua, atravesamos ríos, llenos de sampanes navegando y llegamos a Suzhou, en la estación, que está en obras, nos recoge la guía local que se llama Lina, tenemos que atravesar un puente y una explanada grande hasta el autobús y el calor es bestial.








La guía nos explica en el autobús que la ciudad es muy antigua, de hace 2500 años, tiene tres millones de habitantes más el área metropolitana que son otros tantos, además hay mucha población flotante, en total serán 10 millones.

La ciudad era pequeña y tradicional, famosa por sus canales y sus jardines, durante la dinastía Ming había más de 200 jardines.

Tiene 37 Km. de canales y produce seda de la mejor calidad, en la dinastía Ming y Ching era el emporio de la seda, ahora también hacen artesanía de bordado de cuadros con seda. Como hace mucho calor nos lleva a comer y después al jardín más famoso y más grande, se llama el jardín del administrador humilde, del siglo XV, es patrimonio de la humanidad. 

Su dueño era funcionario administrador de la corte en Beijing, pero el emperador lo echó y pensó volver a su ciudad y construir un jardín convirtiéndose en una persona normal, o sea, un administrador humilde.

Los dueños de los jardines eran la mayoría intelectuales hartos de la política, en el siglo XVIII ya había más de 200, hoy conservan 64 jardines clásicos.

Nos cuenta Lina que la azalea y el magnolio son típicos de aquí y el loto también, aunque es ahora cuando los lotos están más bonitos porque tienen flor, cada estación es distinta en los jardines, en primavera los laureles son la estrella. Un jardín privado tiene entre media y 3 hectáreas, el del administrador humilde tiene 5., vamos a visitar la parte este y la central primero.

El conjunto es precioso, hay pabellones que imitan las construcciones rurales de madera con cristaleras y junquillos. En el límite de los parterres se colocan cañas de bambú haciendo pasillos cubiertos por parras, hay bonsáis de pinos. Pasamos por el salón de los aromas de arroz, se llama así porque antes esta zona estaba rodeada de arroz. En este pabellón las celosías son verticales y las hojas de las ventanas también, en la parte inferior de las ventanas relieves de madera en pequeños rectángulos de distinto color, aunque el color dominante es el marrón. Para decorar los tejados y los aleros usan un motivo como una nube que llaman nube de la felicidad, esta nube aparece en la antorcha olímpica de Beijing 2008.

Hay parterres de hiedra que cubre como una alfombra, hay rocas calizas de esas que sacan del lago como en Beijing y convierten en esculturas y estanques de lotos.

Para diseñar un jardín hay que hacerlo como una pintura viva según los chinos siguiendo el principio de la armonía o fungshuei, el jardín es armonía entre el ser humano y la naturaleza. Cada kiosco tiene nombre según su posición y las plantas que se vean desde el, por ejemplo “kiosco de loto con viento que viene de cuatro lados”. En los pabellones los muebles son magníficos, de distintos estilos, muchos de caoba con decoración vegetal. También son distintos los pavimentos que cubren los senderos, todos hechos con piedras de río, pero los tamaños de las piedras y los motivos varían.

El salón del barco tiene forma de barco, todo de madera y tiene una historia, el hijo del dueño perdió la casa en una noche de juego, el salón que está enfrente tiene decoración de conchas blancas en las ventanas. 

Hay un pabellón que es un despacho, los muebles son de la dinastía Ming de formas rectilíneas, sencillos. Otro pabellón tiene forma de dragón, alrededor en los parterres hay césped que se llama de barba de dragón, son unos matojos esféricos que nacen apiñados. En una esquina una especie de templete circular y en el centro del templete un rosal de pitiminí, con un tronco enorme, el rosal está sujeto por un mecanismo de bambú en forma de sombrilla.

Ahora visitamos la parte oeste, un kiosco en forma de abanico que se llama “el kiosco con quien me siento”, el pabellón de la música tiene planta octogonal, divino y abajo otro pabellón pequeño con un marco en la segunda puerta de entrada todo tallado con motivos vegetales y animales hecho de madera de Gyngko biloba, es un salón que se llama “el salón que se queda para escuchar”, suponemos que el nombre se debe a que se escuchaba la música del salón de arriba y el ruido de la lluvia.

Otro pabellón impresionante es el de cristales de colores, con mobiliario de la dinastía Ching, de motivos que parecen mariposas, está separado en dos mitades a lo largo, para hombres y mujeres, la mejor parte la de los hombres, tiene el techo ondulado para la acústica, el de los hombres se llama el salón de las 36 parejas de patos mandarines, que por cierto están en el estanque cercano, con sus piquitos naranja, y el de las mujeres se llama el salón de las 18 camelias.

Los jardines chinos son maravillosos, te dan una paz tremenda y son recónditos y a escala humana, aunque sean muy extensos como este, cada rincón es un pequeño universo y no hay un jardín si no miles en uno solo.






































































































































El calor sigue siendo lo peor, y ahora vamos a la fábrica de seda que llaman el molino. Nos enseñan todo el proceso, la fábrica tiene incluso moreras de pequeño porte para que sea fácil coger las hojas y alimentar a los gusanos, vamos pasando por las distintas fases, las bateas donde están los capullos, la selección de estos, los mejores son los dobles, el lavado, el hilado, y al final entramos en la zona donde hacen el tejido, nos explican el proceso de los dibujos que es por perforación de tarjetas, y luego vemos como se hace el relleno de seda de los edredones, de seda, es un cuadrado de hilos de seda, y cuatro mujeres tiran cada una de una punta y lo convierten en un cuadrado del tamaño de un edredón, nos invitan a probar a hacerlo y Mª Cruz es una de las que se apunta. Después vamos a la tienda que tiene todo tipo de artículos de seda, nos paramos en las telas y los pañuelos, son una preciosidad, también en las corbatas. Creo que todo el grupo compra algo.













De camino hacia los canales para dar un paseo en barco me fijo desde el autobús en las chicas que van en moto o en bici, llevan como un peinador, pero con mangas para que no les de el sol.

El autobús nos deja en una plaza donde hay un embarcadero y allí cogemos los barcos, son pequeños y planos, con techo muy bajo, a uno y otro lado del canal, que antes era el foso de la ciudad vieja, han restaurado casas y están construyendo edificios, pero una vez que nos metemos en los canales más pequeños nos damos cuenta de que ese barrio sobre los canales está en estado ruinoso, las casas son cuevas del estado en que se encuentran, si no lo arreglan pronto no tendrán nada que restaurar, dice Lina que aquí viven ancianos que no quieren irse a vivir a otro lado porque es su barrio y se conocen todos. La verdad no es Venecia, pero tendría mucho encanto si lo salvaran de la ruina.

Atracamos y nos bajamos en una zona para ver el mercado y hacer fotos del puente y de una pagoda que queda enmarcada por el canal, las verduras y las frutas son frescas, pero todo está muy sucio, no la comida en sí, sino los puestos.

Después del paseo por el mercado damos la vuelta y volvemos en barco por el mismo camino. Esta noche dormimos en un Holliday Inn, en la zona centro nueva pero cerca de la ciudad antigua.



































 Salimos a cenar y a una manzana del hotel hay una calle de casas bajas llena de restaurantes todos chinos sin carta en inglés, al final elegimos uno y por señas nos traen unos pulpos pequeñitos en salsa, tan pequeños que se comen al bocado, y un pescado al horno, mientras luchamos con los palillos, entra una chica de esas que van cantando de bar en bar y lleva una guitarra y un amplificador, me enseña una lista de canciones y me dice que elija, el problema es que sólo están en chino, le decimos que no entendemos pero ella insiste y al fin le señalo una, y entonces ella decide¡ cantar otra! A lo mejor es que tiene sólo una en el repertorio. Total, nos canta la canción le damos algo y pretende seguir, pero le decimos que no. Detrás de ella entran dos más, pero declinamos el ofrecimiento. La gente del restaurante es muy amable, yo creo que se lo pasan bien observando nuestra torpeza con los palillos y la risa que nos da a los cuatro. 

Nos damos un paseo por la avenida del hotel y entramos en algunas tiendas de ropa, aquí cierran las tiendas muy tarde.







26 de julio de 2007 Suzhou

A primera hora hacemos la visita de la Colina del Tigre antes de irnos a la estación. Debajo de la colina está la tumba del fundador de la ciudad, dicen que de la tumba salió un tigre blanco, y ellos pensaban que tenía que ver con las espadas del país, que el brillo de las espadas, más de 3000, hacía que parecieran un tigre blanco. Otro cuento chino, claro. En la ladera de la colina hay un jardín de bonsáis y una pagoda inclinada, con una inclinación del 5%. La pagoda tiene 1048 años de antigüedad, las pagodas pueden ser tumbas o para guardar los libros de los templos.

Bonsái quiere decir plantar en maceta, bon es maceta y sai plantar, el bonsái lleva ya 1300 años de desarrollo, en China dicen “bonjing” que quiere decir paisaje en una maceta, en la maceta ponen piedras esculpidas de forma caprichosa y puentecitos los jardineros de la escuela del Norte, en la escuela del Sur sólo ponen árboles. Para regarlos el agua que utilizan es decantada, esperan una semana hasta que se va el cloro. Fungshuei como ya hemos dicho es la ciencia de la armonía del hombre y el entorno y es el nombre del diseñador de la ciudad de Suzhou.

La colina del tigre tiene un foso alrededor, la entrada es una puerta de madera negra con marco tallado, una roca al fondo con cascada y en el centro un bonsái de pino, a este tipo de paisaje le llaman paisaje enmarcado. Vamos admirando los maravillosos bonsáis y nos va contando Lina que ponen en las macetas unos semicírculos de plástico agujereados con abono dentro, para darles forma atan alambres en los troncos y para preservar la humedad les colocan unas tejas encima de la tierra.

Seguimos subiendo la colina, atravesamos un bosque en un valle con río y piedras, esto se llama valle de las grullas, más escaleras hasta llegar al pabellón del templo y a la pagoda. En el pabellón hay tres figuras y en el centro Buda, se ven cruces svásticas que en el budismo significan reencarnación. También hay un puente y debajo un estanque en forma de espada donde puede estar la entrada de la tumba y sobre el puente dos pozos de agua.

La pagoda realmente se ve inclinada, hecha de piedras y ladrillo, siete pisos y una linterna encima, el último piso se inclina al lado contrario porque en el siglo XVIII se cayó y al reconstruirlo lo inclinaron al otro lado para compensar. Tiene unos arcos lobulados en las ventanas de influencia islámica, y los pisos decorados con matacanes. Estamos un ratito delante de la pagoda, y es todo muy agradable, pero hay que bajar para tomar el tren a las 11 menos veinte.





























































Textos: Ximena Prieto Álvarez
Fotografías: Miguel Roa Guzmán (excepto  10 realizadas por Rafael Roa Guzmán)

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