Jueves 13 de febrero
Esta mañana hacemos la segunda jornada de montaña que nos quedaba por tierras del Maestrazgo, algunos pueblos que no habíamos visto como Benassal, Culla o Choda. Todos estos pueblos pertenecieron después de la conquista cristiana a las órdenes del Temple y posteriormente de Montesa.
Benassal tiene un trazado medieval con muralla y calles paralelas alargadas y otras más cortas en perpendicular, puertas de entrada conserva dos y tres o cuatro torres, la iglesia, el ayuntamiento y un palacio monumental con portadas barrocas y unas columnas salomónicas en perfecto estado aunque el edificio está en muy mal estado. Me da por pensar que lo de nuestro patrimonio no tiene remedio, los políticos desde alcaldes a diputados, senadores y ministros están en otros afanes, de modo que esta nuestra España rural, ubérrima en monumentos, sin población joven en los pueblos, sin actividades económicas, y sin educación desaparecerá irremediablemente, si Dios no lo remedia.
Desde Benassal vamos a Culla,por la carretera nos atraviesa un corzo, pueblo empinadísimo, rodeado de bancales en terraza y montañas como la Peñagolosa. Subiendo cientos de cuestas y entre puertas de entrada se accede a las ruinas del castillo, del que queda una torre y un fragmento de muralla. Todas las casas de mampostería de piedra bastante rústica y solo los dinteles en cantería. Se ve como los propietarios han picado las fachadas que eran blancas o azules para dejar la mampostería vista y las obras nuevas están directamente así. Pensamos que son típicas pero en realidad no es así. El conjunto es bonito sin meteduras de pata. En 1213 el señorío de Culla fue cedido a los templarios por Pedro el Católico y después de la conquista de Jaime I la promesa no se cumplió y la Orden la compró en 1303 quizá porque Culla era importante al ser frontera entre Aragón y Valencia. Las calles en Culla forman anillos paralelos en torno al castillo desde lo más alto hasta abajo donde está la ronda de San Roque.
La picota o “palleria” era el lugar donde se castigaba a los ladrones y malechores, en este caso era una piedra cilíndrica en la que se metía un palo trasversal por unos agujeros y se ataba a los condenados. La iglesia que está al lado tiene tres campanas, una muy grande, la “grossa”del siglo XV, de las más antiguas de la Comunidad Valenciana, la mediana se llama mediana, “mitjana”, del siglo XVIII y la pequeña es del XX y se llama Santa Bárbara.
Las calles están adoquinadas pero muy lisas y todos los cables invisibles porque están soterrados, una maravilla, el efecto no tiene comparación. En algunos tramos de la murallas sur fragmentos enormes de rocas sustituyen al lienzo de muralla o se incrustan en ella como en Ares del Maestre. Desde aquí se ve el pico más alto del Maestrazgo y del Sistema Ibérico castellonense, la Peñagolosa con 1813 metros que pertenece a la Sierra de Javalambre, a la que veremos muy de cerca en Vistabella del Maestrazgo y en Chodos.
Hacemos un descanso del callejeo “subeybaja” de Culla y tomamos un café en una terraza, mientras estamos allí entra una pareja y saludan a la encargada como conocidos; hay un expositor con cosas para vender en el bar, una de ellas es un cartelito en el que se lee: “Verba volant scripta manent”, el señor lee en alto la frase y dice:”Las palabras vuelan” y se queda callado porque no sabe seguir la traducción, entonces yo le digo: “Lo escrito permanece”; entonces me mira y no dice nada, ni gracias ni nada.
Una vez degustado el café nos vamos hacia Vistabella. En Vistabella del Maestrazgo hay una iglesia imponente, es monumento BIC, con una portada retablo renacentista a la que no le queda ni una imagen en las nueve hornacinas que hay. Deducimos que habría nueve esculturas y más tarde lo comprobamos por una foto anterior a la Guerra Civil, en el pueblo nos han dicho que se las llevaron, que las robaron. Por no quedar ni siquiera la escultura de Cristo en la cruz está entera. En el primer cuerpo se representaba la Anunciación y los Cuatro Evangelistas, en el segundo cuerpo la Asunción, Santiago, San Juan Bautista, San Bartolomé y un santo dominico, y en el tercer cuerpo la Crucifixión con Cristo, la Virgen y San Juan Evangelista, coronando la imagen de Dios Padre y en los extremos laterales Adan y Eva. Para el que quiera instruirse y profundizar en esta obra hay un estudio publicado en Internet de los profesores Maria Jesús Mañez Pitarch y Jose Teodoro Garfella Rubio de la Universidad Jaume I. La Iglesia está dedicada a la Asunción de la Virgen y la plaza se llama del Dau, al final de la calle Mayor y es muy amplia.
Paseando por el pueblo encontramos la ermita de Loreto con unas coquetas puertecillas y un atrio con techo de madera y piedra, bajamos hasta una fuente, vemos el principio de un calvario pero no hacemos el recorrido, es todo hacia arriba y va siendo hora de comer. Comprobamos que el mejor edificio civil del pueblo es el palacio Polo que está en unas condiciones deplorables, no en cuanto a estructura sino en cuanto a puertas y ventanas, que es lo que se ve, ignoro como estarán los techos y el tejado. Otra pena más.
Comemos en el restaurante Dau, en la plaza del Dau, al otro lado de la iglesia, menú del día bueno, abundante y barato.
Seguimos a Chodos y desde allí la Peñagolosa está prácticamente encima, el pueblo parece un balcón incrustado en la montaña con vistas estupendas, por un lado la Peñagolosa y por otro el enorme poljé kárstico llamado la Bassa del Quinyó en el Pla de Vistabella. Todo es un parque natural alrededor del macizo de Peñagolosa. La vegetación es de pinos de distintas variedades según la altitud, alguna encina y sabinas, en el parque natural hay también acebos, tilos, arces, roble rebollo y roble melojo.
Al volver hacia la playa pasamos delante del arco romano de Cabanes que conserva dos pilastras de apoyo y un arco de medio punto.
Es tarde cuando volvemos al hotel y ya solo nos queda hacer la maleta porque mañana salimos después de desayunar hacia el aeropuerto de Valencia.
Textos: Ximena Prieto Álvarez
Fotografías: Miguel Roa Guzmán
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