Miércoles 12 de marzo
Vamos hacia el oeste hacia Isla Cristina, nos hacemos bastantes kilómetros, llegamos casi a las 11. Digamos que el emplazamiento de la ciudad es bastante curioso porque prácticamente es una isla, rodeada por el río Carreras que desemboca entre Isla Canela y la playa de la Gaviota que es Paraje Natural. A la altura del faro termina la urbanización y deja un sistema dunar y abundante vegetación en la playa. Por el norte de la ciudad todo son marismas del río Carreras con una enorme cantidad de flamencos y otras aves. Un puente une la isla con la carretera que va al Pozo del Camino. La ciudad tiene un plano más o menos ordenado y unos 20.000 habitantes, una iglesia de los Dolores que se reconstruyó en 1950 en estilo Neo mudéjar, tras la demolición de una del siglo XVIII que fue destruida en la Guerra Civil. En su interior tiene azulejos, arcos ojivales y artesonado.
Isla Cristina es un municipio que nació para la pesca y sigue siendo su principal actividad. Su lonja es la primera por subastas de pescado fresco en Andalucía y la segunda por tonelaje. El Carnaval es una fiesta importante y tienen fama sus puestas de sol debido a su orientación este-oeste. El municipio tiene 10 Km de playa. En 1834 se le cambia el nombre que tenía que era Real isla de la Higuerita por el de Isla Cristina a petición popular en honor a la reina María Cristina conocida como la Reina Gobernadora por sus favores a la isla durante la epidemia de cólera de 1833-34.
Vamos al Paseo de las Flores y vemos algunos edificios interesantes modernistas, un bonito teatro, varios museos y galerías de arte. A mi modo de ver le falta unidad y está descuidada en las calles, los edificios y el pavimento. Las playas sí son muy buenas y no tienen grandes edificios que estropeen el litoral.
Tomamos café y paseamos por el puerto y después nos dirigimos hacia El Rompido y El Portil para volver hacia Matalascañas. Esta zona de El Rompido se parece a Faro porque hay islotes y tómbolos. Hoy el día está muy desapacible, hace viento y el mar está muy agitado, aunque el paisaje es bonito y las edificaciones también.
Por la tarde nos dimos un gran paseo a pie desde el hotel a la playa hasta la altura de un chiringuito con forma de cabaña y de ahí nos volvimos porque ya era de noche.
Jueves 13 de marzo
Hoy hay que hacer maletas y por la tarde tenemos la visita a Doñana a las 3 de la tarde.
Por la mañana nos vamos a Moguer para ver la Casa Museo de Juan Ramón Jiménez y Zenobia. En este momento hay un grupo de gente, nos dicen que si esperamos un poco la veremos mejor, así que volvemos más tarde. Antes vamos a una bodega para comprar vino de naranja, vermut y un blanco del Condado.
Cuando volvemos ya está más despejado. Esta es la casa donde vivió el poeta desde los seis años hasta que se fue de Moguer por primera vez, casa que conservó toda la vida, y que en vida del poeta el Ayuntamiento decidió dedicar a sus libros y objetos. Juan Ramón mandó revistas y libros a la casa para completar los enseres. Nos ponen un documental muy interesante y después nos dice la guía que esta no fue su primera casa, la primera estaba en el barrio marinero porque su padre era comerciante de vinos, pero se mudaron pronto al cegarse el puerto de Moguer y porque el barrio no era muy agradable, sobre todo teniendo en cuenta la hipersensibilidad de Juan Ramón que olía, oía y gustaba más que nadie, incluso había olores que le hacían desmayarse y marearse.
De 1905 a 1913 vivió en Moguer de nuevo cuando su familia cuando se murió su padre y se arruinó su familia. En 1913 vuelve a Madrid y es cuando conoce a Zenobia Camprubí. Nos contó muchas cosas de él y de su esposa Zenobia, yo sabía que era propenso a la depresión e hipercrítico, pero no sabía que Zenobia, que era catalana por parte de padre, tuviera un gran espíritu emprendedor que veía fácilmente los negocios. Por ejemplo, en Madrid reformaba casas y las adaptaba a los gustos norteamericanos para alquilárselas a estos. También vendía objetos de artesanía. Nos dijo que Juan Ramón pedía a sus amigos que quemaran sus escritos y cuadros (él pintaba) que no le parecían lo suficientemente buenos. Era muy exigente consigo mismo y con los demás. Aunque parece ser que se le daba bien conquistar a las mujeres, le costó trabajo que Zenobia le diera el sí, dijo que se había enamorado de ella al oírla reír, y una vez que aceptó ser su compañera de vida, se dedicó a él en cuerpo y alma y lo abandonó todo por él. Le concedieron el Nobel de Literatura el 25 de octubre de 1956 y como sabemos no pudo disfrutarlo ya que Zenobia murió el 28 de octubre, tres días después de saber que le habían dado el Nobel.
Por la tarde visita al Parque Nacional de Doñana. Nos recogen al lado del Centro de Salud en un autobús todoterreno con una suspensión bestial por lo que vas saltando en el asiento. Primero nos metemos por la playa con marea alta, o sea dando tumbos porque no queda apenas espacio para pasar. El mar está muy picado, revuelto, y hace viento, las olas forman remolinos de espuma y arena que se pega a los cristales del autobús. Un señor abre la ventanilla para fotografiar pájaros y nos congelamos, la cierra enseguida a petición de su mujer que va sentada a mi lado y es un encanto. De la playa pasamos a las dunas, bajamos y subimos dunas.
Nos bajamos un momento, hacemos fotos y empieza a llover. Nosotros conocemos bien las dunas, no nos sorprenden mucho, no obstante, es un paisaje diferente.
De las dunas vamos a las marismas y al bosque y en el bosque vemos ciervos y gamos, jabalíes con sus crías, los rayones, linces no, a estas horas no se dejan ver. Nos dice el conductor y guía que hay bastantes linces, en estos momentos lo que se ha reducido mucho es la población de conejos, hay un conejo por cada diez depredadores, de modo que les están haciendo una especie de casitas de troncos, hechas con ramas de pino de los que han aclarado para que no estuviera tan sombrío el sotobosque y crecieran las plantas. En este momento llegamos al Palacio de las Marismillas, casa donde han ido a descansar y van algunos Presidentes de Gobierno tanto españoles como invitados extranjeros. La casa es muy bonita y está en un lugar precioso, al lado de las marismas y el bosque.
En las marismas de carboneras paramos para ver las cabañas de los carboneros que son chozas con techo vegetal que ya no están habitadas. Paseamos por las pasarelas y vemos de frente Sanlúcar y la playa de Bajo Guía, ahora mismo se baja un coche de la barcaza y va a la par del autobús playa adelante. Nos hacemos 30 Km por la playa. Ahora tenemos mucha extensión de arena ya que está bajando la marea, el autobús acelera y levanta cortinas de agua mientras por nuestra izquierda el mar sigue embravecido con un color marrón verdoso. Media hora más tarde aparecen a lo lejos los palos que están clavados en la arena y señalan el principio del Parque y el final de la playa de Matalascañas. El autobús se mete por un camino de arena ya en la urbanización de Matalascañas. Hemos recorrido todo el frente de playa del parque y unos cuantos Km por el interior durante 3 horas y media. Las marismas estaban plenas de agua, con flamencos y otros pájaros, el bosque muy verde con pinos, alcornoques, enebro, lentisco, palmito y otras plantas. El último animal que vimos fue un jabalí que iba por la playa buscando animales muertos ya que son omnívoros. También vimos infinidad de garrafas de plástico vacías en la playa procedentes de los barcos y de las lanchas de los narcotraficantes, continuamente tienen que retirarlas de la playa.
Nos deja el autobús en el mismo sitio y volvemos al hotel lloviendo, toda la noche lloviendo y lloviendo nos despedimos el viernes de Matalascañas.
Textos: Ximena Prieto Álvarez
Fotografías: Miguel Roa Guzmán
No hay comentarios:
Publicar un comentario