Seguimos por el Duero y nos acercamos a San Esteban de Gormaz en la provincia de Soria para ver sus maravillosas iglesias románicas Nuestra Señora del Rivero (a la que pertenece la arcada del pórtico de la foto anterior) y San Miguel.
Estamos en una población de unos 2.500 habitantes al lado del río Duero con un gran pasado y un futuro basado en el turismo y en el excelente vino de la Ribera del Duero, en la magnífica comida que hicimos en el restaurante La Puerta de Castilla pudimos degustar el vino de las bodegas Gormaz que se hallan en la villa y que fueron una de las fundadoras de la denominación de origen.
Vamos a dar un paseo empezando por una vista general donde se observa en la parte superior las ruinas del castillo aunque lo más interesante está a sus pies con sus más de 300 pequeñas bodegas de particulares donde guardan sus cosechas de vino, después accederemos a una.
El río Duero pasa por la población y para poder vadearlo cuenta con este puente de origen medieval y donde da gusta ver pasar tan ingente cantidad de agua:
Accedemos por la Puerta de la Villa, uno de los accesos que se conservan de su recinto amurallado:
Pronto llegaremos a la Plaza Mayor y divisamos el edificio de nueva planta del ayuntamiento:
En las faldas del castillo se aprecian algunas de las bodegas a las que aludíamos antes:
Recorriendo la calle Mayor llegamos a la Parroquia de San Esteban con restos góticos perteneció al convento de los franciscanos:
Torreón del antiguo recinto amurallado:
Cubo (de origen islámico) en donde estuvo la antigua puerta de San Gregorio:
Pero nosotros vamos buscando sus dos iglesias románicas, primero visitamos la Iglesia de Nuestra Señora del Rivero del siglo XII con pórtico y una sola nave:
Nos dirigimos ahora a la Iglesia de San Miguel
La Iglesia de San Miguel fue construida en el año 1081, primera iglesia románica con pórtico de España, una auténtica maravilla del románico que vien vale desplazarse hasta aquí aunque solo fuese por verla:
Pórtico románico de San Miguel:
Desde la Iglesia de San Miguel nos dirigimos a los aledaños del castillo donde se encuentran unas 300 pequeñas bodegas que a lo largo de los siglos han ido escavando los vecinos con una intrincada red de galerías, comunicadas muchas de ellas, para criar el vino a una temperatura constante de unos 11 grados con estrechas bajadas, respiraderos y pasillos que pudimos comprobar en una de ellas por la amble invitación de uno de los propietarios.
Nos despedimos de este recorrido disfrutando de los almendros en flor: