Había que coger cada pieza de tela, desliarla y medirla, contabilizar cada una de las prendas que había en aquella tienda con su mostrador y estanterías de madera, en el almacén estaba el teléfono que aún llevaba manivela para girarla al llamar a la centralita y un sinfín de tubos de cartón a los que dábamos distintos cometidos (caballo, espalda, telescopio, soplador, ...).
Aunque los niños ayudábamos en aquella tarea de hacer inventario, nuestra principal misión era jugar entre estanterías y montones de telas posadas sobre el mostrador.
Esta Navidad entramos en esta tienda de Guadíx a comprar unos calcetines y de pronto me vinieron todos estos recuerdos a la memoria, aquí se había parado el tiempo hace más de 40 años, aún están las telas para vender por metros, el mostrador intacto después de muchas décadas, las estanterias iguales a las que yo recordaba. Un verdadero exponente etnográfico del comercio de antaño.
Además, estaba lleno de clientes.
Que dure muchos años.
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