sábado, 20 de febrero de 2016

Polonia (VII) AUSHWITZ

11 de julio de 2015 Oswiecim (Aushwitz)










Estoy nerviosa esta mañana en la que nos dirigimos a lo que para mí es un santuario. Hay  lugares que esconden algo terrible e imborrable, que notas que está en el ambiente y que por mucho que pase el tiempo sigue ahí, por mucho que brille el sol, sigue ahí. Cuando sobre la tierra cae junta tanta sangre de inocentes la tierra misma se convierte en lugar sagrado. En la playa de Omaha se siente esto y supongo que en el campo de exterminio de Auschwich también.



Vamos en dirección sureste, el paisaje es el de siempre, entre bosques está vez de abetos y pinos y algún álamo. Me imagino los trenes con la gente hacinada en los vagones, helados o asfixiándose, sin saber a dónde van, sin espacio, sin agua, sin comida. Por las rendijas del vagón adivinarían los bosques, los campos, las lagunas.




Un millón y medio de muertos en un lugar maldito que nació como campo de trabajo y acabó como campo de exterminio.









Por primera vez unas leves ondulaciones del terreno, estamos bastante cerca de la frontera con la actual República Checa. Cerca de Katowice pozos de carbón y chimeneas en una amplia zona industrial. Después vuelven las aldeítas de granjas con jardincitos muy cuidados, con un cesped perfecto. Algunas casas tienen cercas bajas, de madera o metálicas y se van sucediendo los pueblecitos.

Vamos paralelos a la vía del tren, estamos a 20 Km del Campo. Dejamos de ver la vía y entramos en Tychy que es una ciudad grande.

En pocos minutos estamos en Oswiecim que es una ciudad como otra cualquiera aparentemente, a 2 Km está el campo de trabajo de Auschwitz I. Es un área muy amplia y completamente llana y lo primero que me sorprende es la multitud que está haciendo cola para entrar y la que está esperando a que llegue su guía porque van en grupo. Nunca en mi vida he visto tanta gente junta. En la zona de espera hay paneles informativos con fotografías de presos reales, su nombre y su lugar de origen desde el 14 de junio de 1940 y se explica que este sitio se mantiene  gracias a donaciones y que la entrada es libre, sólo se pagan los guías si los pides. Hay unas placas de mármol con los nombres de los países que han ayudado a mantenerlo y los nombres de las fundaciones como la de Steven Spilberg. También una librería donde compramos  una guía explicativa en español.











En esta parte está la famosa entrada en la que se lee Arbeit Match Frei (El trabajo te hace libre). Los barracones de ladrillo están colocados a unos 10 metros y en paralelo, rodeados por torres de madera y vallas. Este campo era para presos políticos. Nuestro guía se llama Bruno, nos enseña donde estaban las cocinas y donde se colocaba la orquesta de prisioneros todos los días y tocaba antes de empezar a trabajar, a las 7 de la mañana y cuando terminaba la jornada, a las 7 de la tarde. En total aquí hay 14 barracones y es donde está el Museo del Holocausto.















Bruno nos va enseñando fotos y salas sobre las condiciones de trabajo, incluso fotos del proceso de selección para entrar en la cámara de gas (primero los niños, después los ancianos y después los enfermos porque ninguno de ellos estaba en situación de trabajar). Vemos las latas de gas, de tamaño medio, metálicas y cilíndricas. En otra sala hay una enorme cantidad de pelo de mujer, unas 2 toneladas, detrás de un cristal y en otro barracón un monte de gafas y otra montaña de maletas. Ver las maletas me afecta mucho, con los nombres y apellidos de personas concretas procedentes de Varsovia, Amsterdam, Lodz, Wurburg...
















En otro barracón accesorios de cocina, platos metálicos, cepillos, cremas de afeitar y betún para zapatos y en otro zapatos apilados, de hombre, de mujer, de invierno, de verano, zapatito rojo de niña...Hay 65.000 pares de zapatos.  Zapatos, que una vez sostuvieron un cuerpo asustado, desesperado o esperanzado quizá, pensando que la maldad humana no podía llegar tan lejos y que mientras hay vida hay esperanza. No sé, tantos zapatos, tantas vidas, tantas muertes...













Letrinas comunes, cinco agujeros enfrente de otros cinco, lavabos comunes continuos, dormitorios de los prisioneros en cada cama dos personas, también las de los kapos, que estaban un poquito mejor y las celdas  de castigo como tres habitáculos mínimos donde metían a 10 prisioneros en cada uno y los tenían una semana de pie, o la celda sin luz, aquí murió el padre Maximiliano Kolbe, la celda apenas tenía una ranura para respirar, en fin, de horror en horror.














En el barracón 10 se esterilizaba a las mujeres.






En el 41 se hizo la prueba de gas y mataron a enfermos polacos y prisioneros de guerra rusos. En el barracón que tiene las ventanas tapiadas en la parte de abajo estaban las celdas de castigo. a estos prisioneros se les hacía un juicio sumarísimo por la Gestapo.






 Lo último es la pequeña cámara de gas y el horno crematorio que estaban camuflados debajo de un montículo de tierra artificial. Aquí empezaron a experimentar tirando las latas de gas por unos agujeros cuadrados en el techo.











Al otro lado de la valla pero muy cerca de los barracones la casa de Rudolf Hess.



En 1944 Auschwitz se amplía a Birkenau que es un campo de exterminio a 3 Km con 300 barracones que albergaban hasta a 1000 prisioneros en cada barracón.






Resulta familiar la imagen de un inmenso espacio llano rodeado de alambradas con una gran puerta en una de los lados y la vía del tren que entra por esa puerta y avanza partiendo el campo en dos mitades y acaba en un bosque. Aquí las vallas están muy separadas de los barracones por todas partes y electrificadas. En el centro derecha unas ruinas de ladrillo nos dicen donde estaban los enormes hornos crematorios que los nazis volaron antes de irse y a cada lado de la vía los barracones de mujeres, a la izquierda, los de los hombres a la derecha.







Los barracones tienen ventanas pequeñas y apaisadas en la parte de arriba y una sola chimenea en medio. Las literas en tres niveles y en total tenían que dormir 30 personas, es decir 10 en cada camastro. Entra aire por las puertas y por todos lados y en invierno llegaban a los 25º C negativos.

En los hornos crematorios de Birkenau se quemaban 8.000 personas cada vez y el proceso tardaba 5 días. Ante el olor que se producía y para prevenir los nazis obligaron a los campesinos que vivían en las cercanías a marcharse, aún así tenía que olerse en toda la ciudad de Oswiecim.














Hubo un tercer campo cercano a 6 Km, sólo de trabajo que se llama Monowitz o Buna que en el verano de 1944 albergó a 11.000 prisioneros, es decir son tres campos: Auschwitz I, II (Birkenau) y III (Monowitz), en total más de 40 kilómetros cuadrados.

Transportaron a Birkenau a 438.000 judíos desde Hungría, de ciudades polacas 300.000, de Francia 69.000, de Holanda 60.000, de Grecia 55.000, de Chequia y Moravia 46.000 y el resto hasta un millón cien mil de Alemania, Austria, Balcanes, Italia, Letonia y Noruega.

El 27 de Enero de 1945 el Ejército Rojo liberó a 7.500 prisioneros. entre los que había cerca de 500 niños.

El Museo de la Memoria se erigió en Julio de 1947 y desde 1979 es Patrimonio de la Humanidad.





Seguimos a Cracovia para dormir allí, llegando a la ciudad vemos al fondo los Sudetes, estamos muy cerca de Eslovaquia.





Afortunadamente el hotel está en el centro, pasando un puente sobre el Vístula estamos en la ciudad antigua.




!! No olvidemos nunca lo que sucedió para que no permitamos que se repita nunca ¡¡

Textos: Ximena Prieto
Fotografías: Miguel Roa

1 comentario:

Irina Alamanova dijo...

Horripilante!