Viernes 12 de abril Pollença y Valldemossa
Salimos después de desayunar hacia Pollença admirando ese campo entre Alcudia y Pollença que es idílico y más aún en primavera, para mí es el más bello de los paisajes de la isla, nos imagino en una pequeña casita de labor, de esas con porche y tejado inclinado a un agua en una parcela llanita con algún olivo, algún ciprés y algún almendro. Se ven grandes fincas con grandes casas, eso que aquí se llama possessió, llegando a Pollença. No es solo el campo, la sierra de Tramontana es un espectáculo, con esas formas tan agrestes que tiene.
Aparcamos. La plaza de Pollença es un gran espacio compartimentado en dos zonas separadas visualmente, una más amplia que da a la iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles y la otra que es un cuadrado más pequeñito. Hay varios bares con terrazas en ambas partes de la plaza. Primero nos vamos a pasear por el pueblo incluida subida hacia el Calvario, aunque no llegamos hasta la cima, quedaban cientos de escalones para llegar. Casas muy bonitas en el recorrido, un convento que ahora forma parte del ayuntamiento, tiendas de moda y de arte interesantes. Entramos en la iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles, que yo creía que ya conocíamos del año pasado, pero no. Nos gustó mucho. En la plaza hay un bar que se llama el Bar Espanyol con un interior con mucha solera, mesas de mármol, barra alta, fotos y recuerdos. Café en el bar y después una exposición en la iglesia de Nuestra Señora del Roser en el que fue convento de los franciscanos. La exposición es de un pintor que se llama Miguel Ángel Albis, pintor contemporáneo. El montaje no nos gustó porque tapaba de forma premeditada los retablos de la iglesia, que por cierto tienen mucho valor, en su mayoría barrocos. Es decir, o tapas del todo los retablos y conviertes el espacio en una sala de exposición, o colocas los cuadros de tal forma que permitan ver los retablos y la iglesia en sí y a la vez se expongan los cuadros. Hemos visto muchas exposiciones en iglesias mucho mejor montadas. Aun así, merece la pena verla. En uno de los montajes una frase que me gustó: Destruir es innato, a construir se aprende.
Vamos a Valldemossa a comer. Llegamos un poquito antes y entramos en la Cartuja, oímos el concierto de piano con piezas de Chopin y nos damos una vuelta rápida por el palacio del rey Sancho. El palacio se mandó construir en 1309 por el rey Jaume II para toda la familia real, pero pensando en su hijo Sancho que padecía asma. Aquí vivieron hasta 1349 cuando se unieron a la corona de Aragón. En 1399 regalaron el palacio a la orden de los Cartujos para fundar un monasterio. Estos ampliaron el espacio hasta convertirlo en lo que vemos hoy, pero en 1835 la Cartuja pasó a manos privadas por la desamortización de los bienes del clero y actualmente hay bastantes celdas que pertenecen a particulares, realmente cada celda por su amplio espacio y su huerto-jardín es como un gran apartamento.
A continuación, nos paramos en la iglesia, la botica y la pseudocelda de Chopin. Aquí hay una muestra de cuadros y de material referente al archiduque Luis Salvador de Austria, hijo de Leopoldo II, gran Duque de Toscana y Mª Antonieta de las Dos Sicilias. Nació en Florencia y llegó a Mallorca en 1867, se prendó de la isla y compró la finca Miramar y luego otras que unió en una sola llamada Sa Estaca, las explotó agrícolamente y ganó premios en aceite y vino. Era una persona erudita, amigo de la ciencia y mecenas de la cultura y el arte, muy apreciado en la isla.
La verdadera celda de Chopin y George Sand es la número cuatro, ya la visitamos el año pasado, merece la pena, pero va aparte, hay que sacar las entradas en otro sitio porque depende de una fundación que no tiene nada que ver con el ayuntamiento de Valldemossa. En esta celda está el piano que mandó traer Chopin desde París, cartas de él, muebles, partituras, retratos… muchas cosas personales y un jardín precioso con unas vistas increíbles.
Terminamos a las 2 la visita y vamos a buscar un restaurante que se llama Quitapenas en el Carrer Vell. Comemos en la terraza de abajo, tienen dos, es una terraza rústica con muros de piedra seca con plantas que nacen en la pared y asoman entre las piedras, algún artilugio campesino y macetas con flores. El servicio es rápido, nos ponen unas tostas de embutidos de la sierra y un vermú y nos damos un festín.
Paseo después de comer y alguna compra y para terminar el día nos vamos al puerto de Sóller. De camino nos tropezamos con la fábrica de vidrio soplado De Fiore, están trabajando, se puede mirar como lo hacen pero la tienda ahora mismo está cerrada, así que continuamos y ya en el puerto de Sóller un paseo al lado del mar, un helado y una limonada en una terraza con vistas y vuelta al Puerto de Alcudia.
Textos: Ximena Prieto Álvarez
Fotografías: Miguel Roa Guzmán
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