12 de marzo de 2024
Hoy vamos alcastillo- monasterio de San Miguel de Escornalbou. Está en lo alto de una zona boscosa dentro de la comarca del Camp de Tarragona, el bosque es de encinas, alcornoques y pinos, tanto negrales como pinaster y alepo. Hace mucho frío cuando llegamos porque sopla el viento y el sol no calienta todavía, está cerrado y esperamos que abran paseando para no quedarnos helados. El conjunto es una iglesia con cripta, una torre medieval del siglo XII y todo lo demás del XX. En lo alto del monte de Escornalbou una ermita dedicada a Santa Bárbara. Abren y compramos la entrada para la visita, son 4 euros, nos hacen tarifa reducida en casi todos. Todo el conjunto tiene un color rojizo debido a la piedra, que es arenisca.
En el siglo XVI los franciscanos preparaban aquí a los frailes que iban a misiones a América. El monasterio era pequeño, unos 8 o 10 monjes, con la desamortización de Mendizabal se van. La casa actual es una casa propia de la burguesía catalana, la mayor parte de la familia Llopis que se quedó con ella después de la muerte de Toda, aunque la construyó Eduardo Toda y Guëll, nacido en Reus en un momento en que esta ciudad era un emporio económico y tenía tal vida cultural que se decía: París, Londres, Reus. El señor Toda era un hombre excéntrico, rico y culto. Se casó, pero nunca vivió con su mujer. Aquí a esta casa venían amigos suyos de la élite cultural de la época y el obispo que era muy amigo suyo.
Vamos pasando por las habitaciones y lo primero espectacular son las vistas. En la cocina una colección de azulejos en las paredes y de piezas de cerámica muy completa, también una sala de armas, fotos de Alfonso XIII, Don Juan y Doña Mercedes.
Desde Escornalbou nos vamos a Siurana que está en el macizo del Montsant dentro de la comarca del Priorat, conocida por sus vinos. Ascendemos todo el cañón de arenisca blanca y rojiza del río Siurana, una delicia para la vista, llegamos arriba y hay que aparcar y pagar 3 euros e ir andando a partir de aquí. Comenzamos y llegamos a las ruinas del castillo, mirando hacia un lado el cañón y hacia el otro la sierra. Esto es un lugar muy conocido por escaladores de todo el mundo, de hecho, a lo largo del cañón hemos visto muchísimos coches aparcados. Las casas de Siurana son de piedra rojiza, arcos de entrada y ventanas marrones y puertas muy bonitas. Hay un bar abierto. El pueblo son tres calles más o menos. La mayor parte de las casas están cerradas en este momento.
Queremos comer en Prades y hacia allá nos dirigimos. Prades está a bastante altitud, a 950 metros, en las montañas de Prades, pertenece al Baix Camp y al partido judicial de Reus. Es todo de piedra arenisca rojiza, plaza mayor bonita, porticada, iglesia cerrada y calles con arcos y casas de puertas muy nobles. Muchas flores en maceteros originales, un arco de flores en la entrada de una casa y de vez en cuando en las fachadas, fotos de gente del pueblo que nos cuentan ellos mismos quienes son: Por ejemplo, el cura párroco, el niño que iba a la feria, la chica que quería tener una moto…etc.
Vamos a comer a una brasería donde nos ponen un churrasco con butifarra, chorizo, morcilla, tocino con hebra, longaniza y patatas fritas y de postre tarta de queso con mermelada de arándanos, una ensalada verde y algo más que no recuerdo. Todo bueno. Nos costó la comida de los dos 39,20€.
Ya por la tarde vamos a Reus para ver las casas modernistas, todas distintas y muy bonitas. Aparcamos por 3,55 durante 2 horas y pico en un parking del Raval del Pallol donde está también el Mercadona y un centro comercial. El casco antiguo de Reus estaba delimitado por sus murallas medievales que ahora son paseos amplios con el nombre de Raval de Sant Pere, Raval del Pallol, Raval de Martí Folguera, Raval de Jesús, Raval de Santa Anna. Lo de raval como en Barcelona significa el arrabal. El centro de Reus es la plaza Mercadal y las calles Monterols y Major. Visitamos la iglesia de Sant Pere donde se bautizó e hizo la primera comunión Antonio Gaudí, una iglesia gótica con añadidos del siglo XVI. Reus tiene un plano cómodo y ordenado, unos pavimentos de aceras con motivos florales modernistas, mucho comercio y animación en la calle y unas pastelerías de lujo. También unos cuantos teatros y cines que ya no lo son, por supuesto la estatua del general Prim en su plaza, en la plaza Mercadal el ayuntamiento y la casa Navás de Domenech y Montaner, que es, quizá la más bonita casa modernista de Reus aunque hay más de 20, aparte de colegios, capillas, teatros, institutos todos ellos modernistas. Nos pareció una ciudad agradable de vivir.
Textos: Ximena Prieto Álvarez
Fotografías: Miguel Roa Guzmán
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