Jueves, 3 de Marzo de 2016. Desde el
Calafate a Iguazú
Hoy
viajamos a Buenos Aires, al aeropuerto que está en la ciudad y desde allí a
Iguazú. Nos pasamos todo el día viajando porque estamos muy lejos y además el
avión sale tarde. El primer vuelo es de dos horas y media y el segundo de una
hora y media. En el aeropuerto de Buenos Aires, que se llama Aeroparque,
conocemos a una señora que va también para Iguazú, muy curiosa, despistada, lo
pierde todo. Me pregunta si soy española y me dice que conoce Granada y que le
encanta. Ella hace genealogías gratis de familias judías, medio judías y no
judías, (palabras textuales).
Mientras
esperamos a que pongan la puerta de embarque vemos a un equipo de futbol completo
que va a Córdoba y casi todos llevan la típica bolsa donde va el mate, el termo
y todos los arreos.
Llegamos a Iguazú a las 9 y cuarto de la noche
y al hotel a las 10. El conductor que nos espera, seguidor del Boca Junior, es
una mezcla de abuelo paterno de Turín y abuela paterna de Portugal con abuelo
materno de Ucrania y abuela materna de Alemania. Para llegar a Puerto Iguazú
desde el aeropuerto tenemos que atravesar el Parque Natural que es la selva. Esto
es la provincia de Misiones, y como su propio nombre indica fue un territorio
de misiones jesuíticas, tanto en lo que ahora es Argentina como Paraguay, que
está aquí mismo, y Brasil que también.
El hotel
es muy bonito con unas vistas magníficas sobre el río Iguazú. Se llama
Panoramic y está rehabilitado recientemente.
Al salir
del aeropuerto el aire es cálido y húmedo .Para llegar al hotel atravesamos
parte de la ciudad que me recuerda a una ciudad del oeste americano, pero ya
veremos mañana con luz del sol. Como es tarde, cenamos en el hotel. No sería
capaz de repetir que comí salvo un ceviche de marisco con calamares y
mejillones, pero todo sabía a bacalao. Ignoro por qué el ceviche me sabe a
bacalao, incluso si lleva gambas. Además comimos pescado de río y unas cosas de
maíz con cebolla, queso y mandioca frita bastante insípida, la mandioca.
Estamos muy cansados y mañana tenemos la visita a las cataratas del lado
argentino.
Viernes, 4 de Marzo de 2016.
Iguazú y las cataratas.
Desayunamos
temprano en un bufet más completo que lo habitual y nos llevan al Parque
Nacional de Iguazú que está muy cerca. Nos hemos vestido fresquitos pero
tapados, embadurnados con protector anti
mosquitos y chubasquero a mano.
El guía es simpático y se llama Horacio. Lo
primero es coger un tren de esos abiertos que nos lleva a la Garganta del
Diablo. Nos internamos en la selva, hay lianas entre los árboles, juncos, cañas
y senderos de tierra roja, es una selva tropical húmeda.
El tren tiene dos paradas, una es la estación
Cataratas y la otra es La Garganta del Diablo que es donde nos bajamos y ya
vamos andando. Para llegar a la catarata
hay que atravesar casi dos kilómetros de río a lo ancho.
La tierra es ferrosa y
arcillosa, a la derecha vemos varios ríos y uno que se ensancha mucho con aguas
marrones y muy veloces. y de repente aparece la catarata, que es un fragmento
corto pero muy alto del conjunto que vamos a ver. Se oye el estruendo del agua
y nos metemos en una nube de agua pulverizada que el chubasquero apenas
consigue neutralizar. Es una altura tan grande que produce mucho vértigo, la
pasarela por donde vamos está muy muy cerca del agua y todo está chorreando,
hay que tener cuidado de no resbalar. Esta enorme catarata es la que se ve en
el rodaje de la película La Misión, en la secuencia en la que se ve la caída de
la cruz al principio de la película. Los vencejos entran y salen de la cortina
de agua con gran facilidad ya que viven al otro lado.
Desandamos
el camino , volvemos al tren y nos bajamos en la estación Cataratas y aquí
empezamos el paseo superior que son unas pasarelas a lo largo de 2 Km que nos
llevan por encima de los saltos en una visión muy especial. Las cataratas se
multiplican y cambian de nivel, es decir que no se parecen a las del Niágara. A
ratos llueve un poco pero para enseguida y la temperatura es buenísima y te
secas en un momento. A lo largo del paseo vamos viendo coatíes, unos bichos con
cola larga y rayada con hocico y garras, del tamaño de zorros con los que hay
que tener cuidado porque si huelen comida se lanzan a las bolsas y con las
garras te pueden hacer un destrozo. Está prohibido darles comida. Estos coatíes
se acercan mucho y en determinadas zonas hay muchos. También vemos monos y
tucanes y unos pájaros negros y amarillos preciosos. Nos queda por ver el
yacaré que es una especie de caimán.
Después
del paseo superior vamos a comer unas empanadas de pollo, carne, jamón y queso,
ensalada de lechuga, queso y tomate y macedonia de frutas y después vamos a
hacer el paseo inferior que nos va llevando por debajo de los saltos. Es muy
espectacular, quizá más que el superior. Vemos la gran catarata que abajo tiene
una playa y es otro de las localizaciones de La Misión, la secuencia cuando
llegan los jesuitas. Cuando se rodó el río iba mucho más bajo, ahora no se ve
la playa. En 1978 la sequía fue tan grande que ahí no había ni gota de agua ni
tampoco en la catarata San Martín. Esto lo sabemos porque vemos fotos en el
antiguo Hotel Cataratas que ahora es un centro de visitantes y museo. Por fin
hemos visto un yacaré en una charca, que parece dormido.
Esta
mañana durante el recorrido hemos conocido a un chico argentino que ha venido
de excursión desde Buenos Aires. Va a estudiar una ingeniería y empieza el
curso en 15 días. Esto para nosotros se hace raro pero claro, aquí estamos a
finales de verano.
Esta
tarde nos damos un paseo por la ciudad, Puerto Iguazú, y la verdad es que me
parece un horror, perros callejeros, casas sin terminar, aceras sin hacer,
parece que la selva se la va a tragar, muchos luminosos de neón, tiendas con
escaparates de hace 50 años, maniquíes imposibles e imposible encontrar nada
bonito, excepto quizá unas esculturas móviles de ópalo, cuarzo, ónice etc. No
sabes si estás en un barrio seguro o no, todo tiene el mismo aspecto sospechoso.
Texto: Ximena Prieto
Fotografías: Miguel Roa
1 comentario:
No hay una foto de las cataratas que no me guste, aunque alguna hay que me encanta. Este día seguro que fue fascinante.
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