Sábado 5 de Marzo de 2016. Cataratas de Iguazú desde Brasil - Buenos Aires - Santiago
Como ya
he mencionado el Hotel Panoramic de Iguazú es muy bonito. Hecho en 1946 por
Ezequiel Bustillo, famoso arquitecto que tiene avenidas en todas las ciudades.
Está remozado en 2007 y muy bien decorado, al estilo de una casa de plantación
con mucho color, preciosos jardines y una vista privilegiada sobre los tres
hitos (Paraguay, Brasil y Argentina) y el cruce de las fronteras entre los ríos
Paraná e Iguazú. El Iguazú se une al Paraná aquí y terminan en el Atlántico 25
kilómetros más abajo.
Esta
mañana vamos a las cataratas del lado brasileño, después volvemos al hotel y
esperamos que nos trasladen al aeropuerto. A las 9 pasadas aparece Horacio, el
mismo guía de ayer y vamos camino de la frontera brasileña. Pasamos el control
argentino y entramos en el puente sobre el Iguazú (Iguaçu en portugués), la mitad del puente está
pintada de azul y blanco y la otra mitad de amarillo y verde, colores de ambos
países.
Ya
estamos en Brasil. Todo parece más organizado en este lado, más limpio y
cuidado. Justo pasada la frontera vamos a una enorme tienda donde hay unos
geodas de esos que son más altos que una persona y las piedras naturales más
bonitas que he visto en mi vida. Cuarzos tallados, ónices, amatistas,
lapislázuli... y también las inevitables chanclas hawaianas.
Llegamos
al Parque Nacional, nos montan en un autobús de esos panorámicos y nos llevan
de paseo por el Parque. Nos bajamos en una parada que dice Cataratas y Hotel.
El Hotel pintado de rosa y blanco es una construcción de tipo colonial con una torre, precioso, y enfrente de las cataratas.
El lado
brasileño tiene tres cataratas en uno de los lados, pero lo mejor que tiene es
que desde aquí se ven todas las del lado argentino al mismo tiempo. Dice
Horacio el guía que el escenario son las argentinas y el palco las brasileñas.
El paseo es muy agradable y fresco porque los árboles nos van dando sombra y
hay miradores para pararse. Andando despacito voy viendo las distintas
perspectivas de las cataratas y como ya las conocemos podemos identificarlas,
por ejemplo ahora estamos delante de las San Martín, más allá se ve la Garganta
del Diablo y en el ángulo más a la izquierda las brasileñas, a las que nos
vamos acercando poco a poco. Hace un día despejado y sobre el agua de la
catarata incide el sol y se descompone en un arco iris completo, la vegetación
verdea, hay plantas de alegrías de la casa que salpican de rojo el tapiz verde
y lo complementan, begonias rosadas, drácenas, potos y muchas otras flores de selva húmeda desconocidas para mí.
Aparecen los coatíes y bandadas de mariposas de un amarillo intenso, acompañado
todo esto por una temperatura perfecta, nos parece el Paraíso, eso si , con
mucha gente.
Cuando
alcanzamos las cataratas brasileñas hay una pasarela que va hasta el extremo
del salto más bajo, la gente llega al final y se pone pipando. Luego para subir
a la más alta hay un ascensor excavado en la piedra y sales a la parte superior
en la que te mojas aunque no quieras con la neblina que produce el agua al
caer. Desde el nivel superior alcanzamos el autobús y volvemos y un poco más
tarde al hotel, comemos en el hotel y esperamos a que venga Horacio sobre las
tres para ir al aeropuerto.
Pocos minutos después de haber despegado con rumbo a Buenos Aires podemos ver desde el cielo las cataratas que tanto nos han impresionado al verlas de cerca.
El viaje se hace pesado, llegamos a Buenos Aires por la tarde y nos queda todavía un segundo viaje rumbo a Santiago, allí aterrizamos tarde, de noche.
Cuando vamos
a recoger las maletas, sale la mía y le digo a Miguel: "Todavía no hemos
tenido ningún problema con las maletas y por estadística, nos toca" Miguel
me dice que no sea gafe, pero, en efecto, esperamos y esperamos y la maleta no
aparece. Yo me quedo al lado de la cinta con las maletas restantes por si acaso
y Miguel va al mostrador de la compañía LAN. Después de un rato de dar
explicaciones y oír peroratas, Miguel sale con la señorita que atiende en LAN
para informar del problema al que nos lleva al hotel, que estará ya
desesperado.
Bueno,
pues sin maleta nos vamos a la salida y allí está Mauricio esperando. Tardamos
una hora en llegar al hotel que se llama
Best Western Premier Marina Las Condes y está en un barrio moderno con
muchos rascacielos de acero y cristal. Es la una de la madrugada.
Texto: Ximena Prieto
Fotografías: Miguel Roa y Ximena Prieto
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